Capítulo 7: Adiós, Peeta Mellark

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Suena el estridente primer timbre, y Haymitch se asoma al pasillo, esperando a sus nuevos alumnos para meterles prisa y que entren rápidamente a los vestuarios.

- … te veo luego -cambia Peeta. Me besa en la frente y se va.

Yo me quedo helada en el sitio.

Rozo con la punta de los dedos el lugar exacto donde sus labios han rozado mi piel, y sonrío inconscientemente.

Me recompongo cuando oigo algunos pasos venir por el pasillo.

Una chica bella, muy bella. Rubia, con ondulaciones hasta el pecho, piel fina, ojos azules claro y cuerpo, en general, delgado. Es de aquí, está claro que es de aquí, pero su belleza es parecida a la de… Madge, aunque esta chica tenga el pelo ondulado y denote más. Me mira disimuladamente, pero pasa de largo y entra en los vestuarios de mujeres.

Al cabo de unos segundos una tromba de alumnos pasa también, y yo entro en el estudio para resguardarme.

Haymitch me mira sin tapujos el rato que tardo en llegar hasta el estudio y entrar.

- Buenos días de nuevo, preciosa.

Le gruño como respuesta. Creo que esta, nuestra relación, es así. Puede que no sea cariñosa ni amable, pero sé que me permite ser así y yo le permito ser así porque nos aceptamos y, aunque me cueste decirlo, nos parecemos. Creo que le estoy empezando a coger cariño, un cariño violento y desagradable, pero en algún rincón dentro de mi más profundo, profundo, profundo ser, es cariño de verdad.

Se gira y le grita a alguien que “mueva literalmente su culo más deprisa hasta los vestuarios”. Genial. Me coloco junto a la barra y, cansada de esperar y escuchar a Haymitch desvariar y gritar a todo lo que se mueva en ese pasillo (cosa que le divierte), me siento en el suelo y empiezo a estirar.

La chica rubia entra al cabo de unos segundos y se sienta a mí lado. También empieza a estirar.

- Soy Katniss -escupo amablemente. Debo aprender a hacer amigos ya, urgentemente. Además, esta chica, no sé porque, me parece una buena persona por la que empezar.

Levanta la cabeza y me mira con los ojos abiertos, como si estuviera extraña de que hablara con ella en vez de con la pared, o incluso Haymitch.

- Maysilee Donner -dice, y finalmente saca una sonrisa. Creo que le cuesta tanto como a mí, pero no me voy a dar por vencida tan fácilmente. No creo que yo le caiga mal fatal.

- ¿Bailas desde hace mucho? -pregunto.

- Mis dieciséis años -contesta.

Cambiamos de postura sonriendo.

***

Me paso el jersey por la cabeza y recojo todas mis cosas del vestuario.  Haymitch nos ha dejado salir diez minutos antes porque habíamos acabado y, bueno, porque «¡Quizás si descansáis bien mováis mejor vuestros culos mañana!». De nuevo, genial.

Me despido con una sonrisa de Maysilee.

- Espera, yo también estoy -dice, saliendo a toda prisa.

Caminamos en silencio, aunque uno cómodo, no tenso. Una de las cosas buenas de Maysilee, es que no te agobia. Recorremos todo el pasillo, pero me paro en la puerta de lucha libre un segundo.

Peeta está alrededor de un corrillo, hablando riendo y, de vez en cuando, pegándose (en  broma) mutuamente con otros chicos. Sonríe y disfruta, de verdad, y es él mismo. Entonces yo sonrío como una tonta retrasada.

- ¿Voy yendo a clase? -dice Maysilee.

- Oh -me giro-, sí, perdón. Lo siento, es que… -mejor me callo. Maysilee ríe un poco, porque parece haberse dado cuenta-. Sí, por supuesto. ¿Cuál tienes?

La Katniss real o no realDonde viven las historias. Descúbrelo ahora