Diez Perritos 🐶

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Dallon salía de su casa para comprar sus viveres (Y cuando se referia a viveres se refería a comida de perros antes de que sus cachorros lo cenen a él)

Cuando se encuentra con nada más ni nada menos que Ryan Ross, un viejo amigo suyo y de Brendon -en tiempos dorados donde a penas podían correr 10 metros sin caerse-. Aunque después él y Ryan siguieron siendo amigos por varios años hasta la pubertad donde tuvieron una fuerte discusión y no volvieron a hablarse mas que para insultarse

Dallon suspiro, a pesar de que antes lo soportaba ahora no podía ni respirar su mismo aire.

─Miren lo que trajo las pulgas ─Se burló el menor. Dallon simplemente siguió su camino, pero este parecia no quererlo dejar en paz ─¿Te comieron la lengua los perros?

─Yo, a diferencia a ti, tengo respeto por las demás personas y cosas que hacer. Así que si me permites..

─Oh, vamos Dall, sabes que aún te quiero

─¿Que aún me quieres? Si claro y me quisiste cuando me arrojaste al charco para demostrar "Quien mandaba" frente a tus estúpidos amigos

─Por lo menos tengo

─No los necesito

─Claaaro, porque tienes a Brendon, ¿No? ─El ojiazul se tensó al oír aquello ─Si son tan amigos... ¿Por qué no le das mi número y revivimos el tiempo perdido? ─Sonrió con picardia

 ¿Por qué no le das mi número y revivimos el tiempo perdido? ─Sonrió con picardia

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En ese momento Dallon quería bajarle los dientes uno por uno de su linda sonrisa.

─Eres un imbécil ─Tomó la ultima cosa de su lista mental y se encaminó hacia la caja con el castaño detrás suya.

─Oh, vamos Dall. Solo quiero hacerlo feliz

─¿Y que te hace pensar que él no es feliz?

─Todos saben que Brendon no es feliz, no hay que ser adivino para darse cuenta

─Cállate y sigue tu camino Ross, o me encargare de sacarte esa sonrisa a golpes ─El menor al oír eso rió y alzó los hombros

─Como sea, voy a conseguir su número de una forma u otra. Adiós Baby Dall.

Y de esa forma siguió caminando por los pasillos hasta perderse de la vista del ojiazul que suspiró aflojando el agarre de la canasta. Si antes odiaba al tipo, ahora quería matarlo.

Nadie se metía con Brendon y menos Ryan.

Él se encargaría de manejar su felicidad, porque era completamente capaz de hacerlo. Él podía crear una sonrisa en los labios del pelinegro, y lo sabía, era capaz.

....

Una vez que el ojiazul había llegado a su casa, les dio de comer a sus bebés mientras preparaba las correas para sacarlos a pasear. Su hermana no exageraba cuando decía que eran demasiados, pero eran lo único que tenía a demás de ella, no iba a deshacerse de sus tesoros más preciados.

Cuando todos acabaron de comer, el chico les colocó sus collares y correas para salir a dar un gran y agotador paseo.

Se viene el mega salseo beibe.

Ya fue, publico ahora el capítulo siguiente porque anda a saber cuando vaya a publicar otra vez.

Dedicado a Starr_Dust

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