Capítulo Cinco

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 El helicóptero apenas había tocado tierra cuando Minho saltó del asiento. Si se había dado cuenta de las miradas que el piloto y su escolta intercambiaban no lo demostró mientras caminaba hacia la villa con Taemin de la mano.

Para ser un hombre que se enorgullecía de su autodisciplina y autocontrol, estaba sufriendo porque en aquel preciso instante no sentía que controlase nada. Sólo una vez en su vida recordaba haber actuado de una forma tan insensata, tan impulsiva... siete años antes, con Taemin.

Se sentía frustrado, exasperado y más que enfadado por su propio comportamiento. No era sólo el incidente del ascensor, pensaba mientras atravesaba los paradisíacos jardines de la finca. ¿Qué probaba eso más que era un hombre de sangre caliente?

Podría haberlo olvidado si la experiencia lo hubiera dejado saciado, pero era el caso. Como un alcohólico que hubiera caído en la trampa de tomar una última copa, saborear lo prohibido lo había dejado ansiando más. Fuera donde fuera. Y eso era lo que lo hacía sentir incómodo. Él nunca perdía el control.
De hecho, se enorgullecía de mantener el control cuando los demás estaban a punto de perder la cabeza. Se enorgullecía de ser racional cuando lo otros eran emocionales. Y, aunque los amantes jugaban un papel importante en su vida, un amante jamás había comprometido su trabajo. Hasta aquel momento.
Desde que Taemin volvió a entrar en su vida, lo único que le importaba era llevarlo a la cama y mantenerlo allí hasta que estuviera saciado del todo, hasta que pudiera pensar otra vez con claridad.

Su comportamiento desde que Taemin apareció en su oficina era tan inusual que no le sorprendía nada que el piloto y el guardaespaldas intercambiase miraditas de sorpresa. Incluso BoA, que lo conocía mejor que nadie, se había mostrado perpleja cuando le dijo que anulase todas las reuniones hasta nueva orden.

De hecho, estaba seguro de que en aquel momento la mayoría de sus empleados estarían haciendo cábalas sobre la transformación repentina del jefe. Porque él se estaba haciendo las mismas preguntas.

Y eso le ocurría con Taemin, que estaba intentando exigirle una compensación económica por una supuesta paternidad siete años después de que se hubieran separado.

A pesar de todo, había decidido dedicar las siguientes dos semanas a aburrirse de Lee Taemin de una vez por todas. Quizá así podría volver a concentrarse en su trabajo.

Y para eso necesitaba intimidad y una cama enorme, ambas cosas disponibles en la isla. Era el único sitio en el mundo en el que no lo molestaba nadie.
El único sitio donde la prensa y el público no podían meter las narices. El único sitio donde podía concentrarse en Taemin. Y, a juzgar por el episodio del ascensor, necesitaba seriamente estar a solas con el.

Taemin miraba con anhelo la piscina de aguas cristalinas, pero Minho no aminoró el paso mientras se dirigía al dormitorio que el conocía tan bien.
Tenía el pulso acelerado y la boca seca. Durante el tiempo que habían pasado en la isla, apenas había salido de esa habitación y volver allí le recordaba lo desinhibido que había sido con Minho siete años antes.

Le habría gustado clavar los pies en el suelo, pero él tiraba de su mano sin mirarlo siquiera, como un hombre con una misión.

Además, ¿para qué discutir? Había aceptado el acuerdo. Por la suma de cinco millones de dólares y para proteger a su hijo, había aceptado acostarse con él durante dos semanas. Lo único que deseaba era que esas dos semanas pasaran lo antes posible. Quería estar con su hijo. Lo echaba muchísimo de menos.
Y tenía miedo. Miedo de convertirse en el hombre al que Minho había seducido siete años atrás.

Cuando lo conoció, Taemin era modelo. Nunca llegaba tarde a una sesión y jamás había llegado tarde a una cita, pero cuando conoció a Minho todo eso cambió. Una mirada de esos ojos oscuros y Taemin no podía ver nada que no fuera él.

Había dejado su trabajo, había olvidado sus responsabilidades y dejó de importarle todo lo demás. Estaba tan borracho de amor que no vio que para él la relación sólo era sexo. Incluso cuando lo dejaba para irse con otras mujeres no quiso aceptar que su relación no tenía futuro.
Sólo cuando descubrió que estaba embarazado, cuando se volvió hacia él en busca de ayuda y Minho lo rechazó, por fin aceptó que todo había terminado.

Y allí estaba de nuevo, a punto de volver a entrar en el dormitorio de Choi Minho.

A punto de arriesgarlo todo.

La última vez le había hecho tanto daño con su cruel indiferencia que tardó años en volver a juntar las piezas de su vida, pero lo había hecho y se sentía orgulloso de sí mismo, de su hijo, de su pequeño negocio.
Orgulloso de su vida. Había hecho todo lo posible para proteger esa vida. Pero no era como la última vez, se recordó a sí mismo.

La última vez era un crío ingenuo, locamente enamorado. Ahora, a pesar de la poderosa atracción sexual, no iba a dejarse engañar. No tenía intención de cometer el mismo error dos veces en su vida.

Sabía que a Minho no le importaba nadie y que nunca cambiaría. Le había demostrado una y otra vez que podía disfrutar del sexo sin emoción, ¿por qué no podía el hacer lo mismo? En muchos sentidos, Minho era el hombre perfecto para eso.

Viviría aquellas dos semanas con la misma frialdad que él, pensó mientras entraban en el dormitorio, cuyas puertas daban directamente a la piscina. Delante de ella estaba la enorme cama que recordaba tan bien...

Con sábanas de algodón egipcio, miraba la piscina y el mar, pero Taemin recordó que la última vez que estuvo allí no se fijó ni en lo uno ni en lo otro. Cuando estaba con Minho, no existía nada más que él.

Pero ya no. Aquella vez iba a disfrutar de la piscina y de la playa y de todo lo que aquella isla pudiera ofrecerle. Disfrutaría del sexo durante dos semanas, como habían acordado, pero aquella vez sería diferente.

Disfrutaría de su cuerpo de la manera más superficial posible. No iba a enamorarse de Minho y no iba a creer que pudiera enamorarse de el. De esa forma, podría marcharse de allí con el corazón intacto. Si Minho podía hacerlo, el también y para demostrarlo se volvió hacia Minho con una sonrisa en los labios.

-Bueno... parece que tenemos todo lo que necesitamos-dijo, señalando la cama-.¿Quieres que empecemos ya?

¿No era eso lo que quería?

-El sarcasmo no te pega. Tú no eres así.

❤ Love, ♂ Sex, ☆ M...oney?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora