Primer Amor I

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Otro día más finalizado de escuela.

Lástima que esta lloviendo.

-¡Oh, cielos! Pensé que la temporada de lluvias había terminado.-Exclama Tamara.

-No he traído paraguas.-Dice Mariana.

-Yo tampoco.-Concuerdo.

-Mi novio está enviando un auto ahora.-Presume Tamara mostrando su teléfono.

-¡Hey! ¡No es justo!-Exclama Mariana.

-Claro que es muy útil, tener un novio mayor aún en momentos como éste.-Vuelve a presumir.-¿Quieren que las alcancé también?

-No es necesario.-Escucho por parte de una voz masculina.

Nos volteamos a observar curiosas.

Edward abre un paraguas de color azul y me arrima junto a él.

-Llevar a Erica a casa es mi deber.-Dice como todo un caballero.

Retengo la risa al ver los rostros de mis amigas siendo humilladas por el mismísimo príncipe.

-Ya lo escuchaste. ¡Adiós! Saluda a tu novio mayor- Exclamo hacia Tamara agitando mi mano.

Salimos del lugar y escucho los murmullos por parte de las chicas llamando a sus novios ansiosas.

Camino hacia casa todas las chicas se quedan colgadas observando como nosotros vamos juntos con unas sonrisas bien disimuladas.

¿No es bonito? No sólo es una sonrisa brillante, ¿cierto?

Edward White es mi amado novio.

¡Somos un poco más cariñosos de lo que parecemos ser!

... O eso es lo que estamos pretendiendo.

Adivinen quien está sosteniendo el paraguas ahora que la gente ya no nos está observando. Ajam, yo.

-Oye, me estoy mojando. Ponte un poco más cerca.-Dice con una fría expresión.

-Lo siento, pero apenas tengo espacio para mí.-Le reprocho con la misma cara.

-Ya veo. Como desees. Puedo dejar de actuar de novio en cualquier momento.-Dice con astucia.

Sabe mi punto débil, rayos.

-Si resulta que nunca tuviste un novio, mañana estarás sola.-Vuelve a hablar.

-Lo siento.-Digo tapándolo con el paraguas.

-¡Sí! Un perro tiene que ser inteligente.-Repite con su diabólica expresión.

En realidad, no soy una novia. ¡Solo soy una esclava! 

...

-¡Todo el mundo se deja engañar por su apariencia!-Le digo a Sam mientras estamos en la mesa de una cafetería.-Pero el es oscuro hasta sus entrañas. Un buscavidas total.

Golpeo la mesa con mis puños.

-Eres la que lo dice, Chica Lobo.

¡¿En serio dijo eso?!

-Pero a pesar de eso, convertiste a Edward White en tu novio falso, ¿eh?-Me observa.

-Él está en la misma clase que tú, ¿verdad?-Cuestiono.

-Si.-Responde.-Aunque él no parece el tipo de persona que juega con farsas.

-Él sólo lo hizo para que fuera su sirvienta.-Me cruzo de brazos.

La Chica del LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora