Capítulo 22||Debilidad.

35 5 0
                                    

♡ Capítulo 22

No estoy preparada para esto.

No lo estoy.

No imaginaba, que después de impacto llorara cada tres minutos, mierda. Nunca nadie me dijo lo difícil que es manejar un corazón roto, nadie me dijo lo desgarrador que podía llegar a ser.

Mi rostro es un desastre, tengo los ojos inflamados y las mejillas sonrosadas, mi nariz escurre sin control y mis labios... están a nada de perder su color rojizo.

Aprieto la pequeña manta que me cubre contra mi pecho y sollozo nuevamente. Escucho el timbre del teléfono nuevamente y comienzo a llorar. Esta mañana en cuanto abrí los ojos, las llamadas comenzaron a sonar, sé que él, me ha estado llamando cada 5 minutos esperando a que coja el teléfono, pero me niego rotundamente.

Por más que Denise me ha insistido en que lo escuche, que le de el beneficio de la duda, aun cuando ella me ha dicho lo que escucho anoche en los sanitarios cuando Derek se la pasaba bien, con esa Zorra, la misma zorra que se metió con Theo, no puedo.

Cada vez que pienso en él, se me revuelve el estómago al recordarlo a él, besándola, tocándola... y no puedo, no puedo hacerlo, no después de lo sucedido con Derek.

Abraso mis rodillas firmemente, mientras meso mi cuerpo lentamente de arriba abajo. Mi mirada se nubla nuevamente a causa de las lágrimas que amenazan con salir, mi pecho tiembla por los sollozas que trato de callar, las palmas de mis manos duelen, me escose a causa de la presión que ejerzo con mis uñas.

Mi cuerpo de pronto se siente lánguido, pesado. Mi cabeza duele y me siento mareada, me siento agotada, física y emocionalmente, intento mantenerme despierta, pero mi visión se nubla y los músculos de mi cuerpo se contraen involuntariamente.

No puedo más, no puedo luchar más...

No puedo más, no puedo luchar más

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Despierto de golpe.

Bañada en una fina capa de sudor frio. Con los latidos de mi corazón rugiendo contra mis costillas, mientras me incorporo jadeante, entre la oscuridad tanteando todo a mi alrededor. Ahogo un grito, al sentir cuatro paredes a mi alrededor, tan estrecho, tan frio, que me desconcierta el hecho de caber dentro.

El suave cosquilleo en mi frente, me hace levantar el rostro y sentir la calidez de varias prendas y entonces lo recuerdo; estoy en mi armario.

El ruido ensordecedor del exterior me pone los nervios de punta, mi mente conecta el ruido con una imagen, y sé que es mi odioso despertador.

Cierro mis ojos, mientras intento acompasar mi respiración. Y es entonces cuando siento el dolor en mi cuerpo. Estoy adolorida, por dormir en una mala posición, el dolor es tan reconfortante que hace que olvide de todo por un momento, sonrió sin proponérmelo.

Como puedo salgo de mi pequeño escondite, tratando de recordad el momento exacto en el que perdí la conciencia y dormí.

El molesto timbre del teléfono, hace que toda esa paz que estaba consiguiendo se esfume como por arte de magia y regresen las ganas de llorar con más intensidad. No logro concéntrame del todo, no cuando Theo no deja de llamar.

Camino lentamente hacia mi cama y trepo hasta sentarme cerca de la cabecera, tomo una pequeña almohada y me aferro a ella. Parpadeo constantemente tratando de evitar las lagrimas.

No me muevo durante lo que parece ser una eternidad, pero, cuando lo hago es para ver el completo desastre que es mi habitación. Me levanto lentamente a por una liga para amarrar el desastre de mi cabello, y evito mirar mi horroroso reflejo en el espejo.

Necesito un pequeño descanso y creo que orden mi habitación me lo dará.



—No quiero escucharte, Vee. —me quejo.

Trato de esquivar su penetrante mirada, mientras arreglo mi desastroso cabello en un moño. Después de tres días, decidí salir de mi habitación para comer y hace unos minutos que tome una ducha decente.

Me encamino hacia la nevera en busca de un rico bote de helado, y regresar rápidamente a mi fortaleza. Abro la nevera y agarro lo que considero una buena porción de helado, antes de encaminarme a mi habitación.

—Bella, estas siendo infantil.

Me regaña Vee, mientras sigue mis pasos a una distancia moderada, después del incidente de ayer, cuando se le ocurrió que sería una grandiosa idea, poner el teléfono tras la puerta de mi habitación, para que pudiera escuchar la voz de Theo por el altavoz.

La que le arme después de escuchar las suplicas de Theo a Vee. Quien sensatamente decidió no interferir más, hasta este momento, claro.

—Me importa una mierda.

—Sigue afuera. —suelta.

Me detengo abruptamente. Y siento como el nudo en mi garganta crece rápidamente. De pronto mi cuerpo se siente pesado, inexistente, como si no pudiera controlarlo.

—N-no, no se ha ido.

—No, no se ha movido desde hace tres días. Bella, por favor...habla con el.

—Yo... yo no tengo nada que decirle.

—Está bien, solo escúchalo. O sal, deja que te veo, el pobre hombre apenas y ha comido desde que se instaló en la entrada del departamento. Incluso trae el esmoquin de ese día. —toca mi hombro—¡El te ama, bella! —

Giro.

—No, ¡el me engaño, vee! —lloro.

—No preciosa—acaricia mi rostro—tu sabes que no es así.

—Lo odio.

—No, tú lo amas, como el te ama a ti.

—No sé qué hacer Vee—la abrazo— todavía me duele.

—Lo se...

—Yo, aun no me siento lista Vee, lo siento...

Digo, para después retirarme y dirigirme a mi habitación. Trato se ser fuerte y no romperme a llorar, no cuando me pongo toda sentimental y no veo con claridad las cosas. Mis ojos pican y conozco esa sensación, pero trato de reprimir el llanto, tanto como pueda.

Camino en círculos dentro de mi habitación, casi limpia y decido en seguir ordenando mi habitación. Esculco bajo mi cama y me encuentro con mucha basura sobre el tapete, móvil entre ellos.

Esa noche que llegue, recuerdo haberlo arrojado, tomo mi móvil del suelo y veo que está apagado. Lo aviento sobre la cama y vuelvo a meter la mano bajo la cama, hasta sentir una fina tela entre mis dedos.

Jalo un poco hasta sacarlo y extenderlo bajo la cama y entonces lo veo. Son sus calzoncillos. Los calzoncillos que robé ese día que fui a su departamento. Los mismo que usa antes de hacerme el amor... el dijo que lo que haría conmigo no sería solo sexo, no, el dijo que me haría el amor.

"Mierda, no llores, no llores..." me repito.

Pero me es imposible parar el torrente de lágrimas que surca mi rostro, detener esas imágenes en mi mente, dejar de pensar en la necesidad de tenerlo cerca, de correr hacia el y abrazarlo, aferrarme a el, con cada segundo que pase.

Querer ser parte de él y sentirme completa.

Entonces pierdo, mi voluntad se doblega con la primera gota que escapa de mis ojos y resbala con tranquilad, burlándose de mi y de mi impotencia, de lo estúpida que soy al no darle otra oportunidad a él.

De pronto esa calma se derrumba y de lo último que soy consciente es de que corro por la acera en busca de aquel chico..

--

Gracias por leer.

Éxtasis [ Terminada ]  #SinsajoAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora