Olas de maldad

41 1 0
                                    

El reloj marca doce de la noche, un 24 de diciembre, se podía sentir la navidad en esta ciudad sin nombre, en cada casa a lo lejos se veían las luces que las decoraba, y si caminabas lo suficiente cerca se podían oír las risas de la familias con una supuesta felicidad; y eso era en esos barrios donde tranquilamente puedes caminar con tu celular en la mano y bolso sin el temor de tener que sentir un arma en tu nuca; mientras que en los hospitales de los barrios más peligrosos donde salías sin medias, se encontraban médicos sin lo posibilidad de estar en sus casas, y no solo los profesionales, también los futuros médicos los estudiantes se encontraban en esos hospitales, atendiendo heridas de balas, chuchidas en brazos, personas con quemadura de segundo grado, los gritos de agonía se sentían hasta en el baño, los internos llamaban esos días como infierno. "El charco" era uno de esos barrios. En una esquina al lado de una iglesia sin ventanas se encontraba una clínica las personas del barrio la llamaban "el santo" ninguno sabia porque. En esa sala de emergencias, las camillas llenaban los pasillos, gritos de madres rogando por ayuda con rosarios en manos, peleas habían mientras que las enfermeras inyectaban a pacientes, heridos de balas con manos puestas en sus heridas sin poder ser atendidos por tal saturación, internos con ojos llorosos sin poder aguantar la sangre y los gritos que manchan los pisos. La clínica se divide en tres una parte donde reciben los heridos lo que se llamaría la puerta principal; la mitad por la segunda puerta donde se encuentran los pacientes que están o van hacer tratados y la tercera por la puerta de cirugía. En medio de tal agonía la puerta principal es abierta de un golpe por una de las ambulancias, otro herido por arma corto punzante, bastante grave, y la sangre no cesaba; y uno de los internistas Harris White, 1.75 de alto, cabello negro que llega a tapar la mitad sus orejas los recibe deteniendo con un solo brazo la camilla y mientras ve una lista de personas en la clínica, le dice a la chica de cabello oscuro que empuja la camilla—Jennifer porque lo traes aquí sabes que estamos saturados—era el más cercano de la zona—dice ella desesperada mirando con desprecio a Harris, mientras que su acompañante, Michael Young 1,80 de alto, se baja de la parte de atrás de la ambulancia, tirando ambas puertas, acercándose a las puerta de la clínica que abren con dificultad, el grita—vamos Harris no seas así, tenemos otra llamada—no me importa, reglas son reglas lo llevan a otro lugar. Michael no lo acepta y mientras se acerca a Harris preparado para convencerle como otras veces ha hecho, un sonido de un disparo resuena por todo el lugar. Por unos pequeños segundos de silencio Harris, Jennifer y Michael se miran uno al otro imaginándose lo peor, amigos con los que han aprendido a convivir en la universidad yacían detrás de la segunda puerta y después de pasar esos segundos, Harris después de entregar la lista a una de las enfermeras rápidamente es uno de los primeros en salir corriendo hacia el origen del disparo. Mientras la sala se llena otra vez de gritos Jennifer y Michael van a tras de Harris.


La Vida Entre El Cielo La Tierra Y El Infierno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora