cap 11

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Dos semanas.

Han pasado dos semanas y no he podido encontrar las agallas necesarias para salir de casa. Estoy frustrada, cansada y desesperada. La última vez que mi pie tocó la acera de la calle, no fue hace mucho. La razón fue que Tiffany estaba en la bañera y no podía pasarme el periódico de la mañana.

Me lanzo sobre mi cama y me quedo así, boca abajo con la cara inhumada sobre la almohada. La pesadez en mi cuerpo es insoportable y tengo que decirme a mí misma que nada malo sucederá, sólo por el simpe hecho de no pedir opinión de un especialista. Que por cierto, Tiffany y Marcus consiguieron sin mi consentimiento.

Me asfixian sus constantes preguntas y su afán por meterse en mi cabeza. No los culpo. Quieren asegurarse de que esté sana y que no sea un peligro para mí misma. Sé que fue difícil. Pero ha pasado un año. El miedo a la muerte que sentí entonces ya no me viene a la mente. Bueno, un par de veces, pero no lo hice. Esa es una gran mejora, ¿no?

Tampoco puedo esconder mis miedos e inseguridades. Eso es seguro. En todo éste trayecto de la dos semanas, Tiffany no me ve del mismo modo cuando salió del hospital y, puede que sea por mi comportamiento exhaustivo de estar sentada todas las mañanas en el mueble con la computadora en mano. Estoy sumergida en los links, buscando artículos que indiquen alguna noticia sobre el maldito idiota sí está preso o muerto.

Todos deben comprender que ha ocurrido un evento que ha amenazado mi vida y mi bienestar físico y mental. Mi persona está en constante alerta y a la defensiva debido a la vulnerabilidad y desprotección que ha surgido tras la situación. Necesitan comprender que mi visión del mundo es una fuente de amenaza e incertidumbre y que tengo derecho a dudar.

No creo que sea suficiente para reconstruir mi vida lejos de donde empezó la caída. De alguna manera todavía estoy expuesta a que eso vuelva a suceder algún día. A veces lo único que quiero es cerrar los ojos y marcharme, nada más. Pero obviamente no puedo.

Si no me vuelvo loca con la presión que me rodea, los recuerdos aferrados me cortará la garganta.

Todavía estoy mirando el techo de la habitación mientras trato de llevar el pensamiento lo más lejos que puedo, dando vueltas en la cama.

Ayer después de una fugaz búsqueda sin respuesta, abrí otra pestaña y teclee "ofertas laborales". No me alcanza los dedos para contar las múltiples vacantes que había. Lo malo, ningún trabajo está ligado con mi experiencia — Osea, ninguna — No fue difícil descifrar que para mí, no iba hacer fácil entrar a un puesto respetado. Recorrí con el cursor todo el despegario de información y en cada centro pedían por lo menos 5 años en el puesto. ¿¡Qué carajos!? A este paso seguirán sumando sus listas y pedirán a alguien con poderes. O yo que sé.

En fin, no hubo respuesta buena, o por lo menos eso quiero pensar. Dos de esos puesto pedían dos fotos. Como no especificaba, las mandé. Y tal vez me dijeron eso porque en esas imágenes llevaba zapatos converse, jean y un buzo. No es que no puedo ponerme algo corto o que muestre un poco de piel. ¡Está claro que no quiero hacerlo!. Mi armario comparado con el de Tiffany, es una polsiga. En el transcurso de estas dos semanas se compró ropa y zapatos hasta decir basta. Bueno, una parte la puse yo y otra ella tenía guardado, por suerte en el banco.

Me obligué a levantarme de la cama, me puse las zapatillas y me dirigí a la puerta del dormitorio. Es inevitable no ver mi cama sobre mi hombro con un pesar de la patada. Es como si me seduciera. Hasta puedo apostar que le vi unos ojos grandes y una boca con forma de corazón, dando círculos con su propio dedo en su propio estómago. Ok, ya hasta estoy loca.

Vuelvo y salgo. Cuando Alzo la vista, es imposible no contener el grito a verla sirviendose el café.

— ¡Buenos días! — Me hizo sus dulces gestos mientras yo seguía con el corazón en la garganta.

True love exists © [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora