Tenía la casa patas arriba. Las buscaban por todos lados. ¿Como se me ocurre perderlas? A ver repasemos, cuando llegué aquí las tenía, porque al sacar el móvil también las saqué pero... ag, en el cuarto no están y en el salón tampoco. También he revuelto la cocina antes y nada.
Bajé con rapidez y aturdida, me desespera buscar algo durante horas y no dar con ello.
- Chicos, ¿alguno ha visto mis llaves? - Los cinco, sentados en el sofá, dirigieron rápidamente la vista hacia mi. Tenía la respiración agitada, normal, no había parado en todo el rato, corriendo de un lado a otro. Todos negaron y se encogieron de hombros, perfecto.
Volví a subir a la planta de arriba, miré por todas las habitaciones, cuarto de baño incluido, y nada. Esto me pasa por ser tan sumamente despistada. Regresé al cuarto principal a revisar centímetro por centímetro por enésima vez cuándo oí unos pasos que se aproximaban hasta la habitación y se paraban justo en la puerta.
- ¿Buscabas esto? - El tintineo de las llaves llamó mi atención, por fin. Pero... no. Nathan, de nuevo. Yo no sé que habré hecho en el pasado, pero el Karma las está tomando conmigo, y bien. Pude ver como una sonrisa... ¿maligna? se formaba en su rostro. Maldito.
- Si... - No quería seguirle el rollo, tampoco iba a formar una pelea, así que, con mucho esfuerzo, bajé mis humos e intenté contestar lo mejor posible. - Harías el favor de dármelas, ¿por favor? - Pregunté mientras me acercaba a cogerlas.
- Nope. - Negó satisfecho mientras quitaba el brazo, justa cuando estaba apunto de cogerlas.
- Nathan, por favor. No me estoy tomando esto a cachondeo, ¿sabes?. - Por mi expresión facial, se notaba que no estaba para juegecitos en ese momento.
- Quiero algo a cambio. - Joder, si es que lo sabía. Era totalmente predecible. Y no me quiero imaginar lo que querrá de mi.
- No te pases. - Mi voz era áspera, mi expresión facial seria. No quería jugar a juegos con él, por que siempre acabaría saliendo mal parada, y él haría trampas, jugaría sucio.
- Aún no me preguntastes qué quería.
- Vale. ¿Que quieres que haga? Aviso que no voy a hacer nada en contra de mi voluntad. No te vas a aprovechar de mi. - Apreté mis dientes y bajé la cabeza, estaba llena de rabia, si, pero no tenía otra opción. - Y rápido, que tengo prisa. - Esto iba a acabar mal, y lo sabía.
Justo después de decirlo, colocó las llaves arriba de su cabeza. Sin pensarlo dos veces me incline para cogerlas. Pero él fue más listo y rápido que yo y se echó sobre mí para... besarme.
Intentaba despegarme de él con todas mis fuerzas, pero me tenía agarrada de tal forma y con tanta fuerza que me era imposible. Me negaba a seguirle el beso, y él lo estaba notando. Pero se quedaba ahí, pegado a mi, él sabía muy bien lo que hacía y como jugar sus cartas, no podía luchar contra él, era más listo que yo. Continuaba oponiendome a él hasta que empezó a notar como me faltaba el aire, necesitaba respirar, pero sabía lo que pasaría si lo hacía. No pude aguantar más y abrí la boca para coger aire lo más rápido posible, y aún así él no dejo escapar la oportunidad de entrar en mi boca. Sabía que no podía combatir contra él, así que, tuve que ir en contra de mis pensamientos y de mis principios, y poner en uso el dichoso lema "si no puedes con el enemigo, únete a él".
Esto me dolía. Me dolía mucho, porque le estaba siendo infiel a Jay. Me sentía sucia y rastrera. Él me quiere, y yo en cambio me estoy besando con otro. No pude contenerme las ganas de llorar, y al instante las lágrimas empezaron a resbalar por mis mejillas. Cosa que no quise que ocurriera, pero a la vez agradecí, ya que hizo que Nathan se separara de mí al momento. Su cara de preocupación era más que evidente, y al menos tuvo la dignidad de preguntar qué me pasaba. Le ignoré y cogí mis llaves, acción que hice antes de que él se fuera ya que se lo había ordenado, pero no en mal tono, apenas tenía voz y tampoco quería mirarle a la cara.
No tuve tiempo de secarme las lágrimas cuando vi una figura aparecer por la puerta. Jay. Mierda. No paraba de maldecirme una y otra vez, él ya había visto mis lágrimas y yo no podía impedirlo. No tenía valor de hablarle, era incapaz. Él se merecía a alguien mejor que yo. La impotencia se apoderaba de mí, mientras no podía reaccionar. Cogí rápido mis cosas y salí corriendo, lamentando haberle pegado un pequeño empujón al salir de la habitación. Pero Jay pudo alcanzar mi muñeca, haciéndome girar hasta quedar en frente de él. No podía gesticular palabras, mientras él no paraba de preguntar si estaba bien, que qué me pasaba. Las lágrimas seguían fluyendo de mis ojos sin parar. No podía quedarme allí y mirarle a los ojos, me sentía mal, así que cuando conseguí librarme de su mano, bajé hacia el salón, dirigiéndose hacia la salida. Jay venía detrás mía, pedía un por qué estaba así, se le veía mal, y todo esto lo estaba causando yo. Antes de cerrar la puerta, cogí aire y me digne a decirle unas palabras, "fue culpa mía, lo siento Jay". Su cara de desconcierto era máxima, obviamente no sabía lo que pasó, pero no iba a dejar que por mi culpa se rompiera algo que les había costado tanto hacer. No podría hacerlo.
Cerré la puerta y salí corriendo, queriéndome alejar de todo aquello. Alejarme de hacer daño a la persona a la que quiero.
Llevábamos saliendo solo un único día, y eso me bastó para saber que yo era incapaz de mantenerme fiel a alguien, aunque no fuera mi culpa, podría haberlo evitado, y sin embargo, no lo hice.
Quería desaparecer. Ese era mi pensamiento durante todo el camino, que hice casi corriendo, y con la cabeza baja, con tal de que nadie me pudiera ver. Llevé mi mano a mi bolsillo, y las cojí.
Y pensar que todo esto ha pasado por unas putas llaves.
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White lies. ( Jay McGuiness )
Fanfiction______ McVey es la típica fangirl que sueña con conocer a sus ídolos, como todas. Pero lo que ella no podría imaginar es que sin pensarlo, su sueño puede convertirse en una pesadilla. ¿Saldrá el Sol después de la tormenta?