10. Belleza absoluta

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"Si tienes un minuto

¿porqué no vamos a hablar sobre ello en un lugar que solo nosotros conocemos?"








Su voz dulce obligo a mis pies a quedarse donde estaban, frene mis pasos y fruncí demasiado el ceño.

No podía creer que aquella frase haya salido de sus labios, una mezcla de emoción e ira me inundo todo el cuerpo cuando vi su sonrisa burlona.

—Esta nevando y tienes un esguince horrible en el tobillo. No hagas que tenga que salir de nuevo en este clima a rescatarte

Mi cara de estupefacción/confundido/enojado delataba todo lo que sentía en ese momento

—¡Puedes hablar!

— Nunca he dicho que no pudiera...

—Claro, ¡Porque nunca has dicho una palabra!

—No tenia nada que decir...

—¿Nada? —dije con una indignación que me comía el cuerpo— ¿Tienes idea de lo desorientado  que estaba? Te he preguntado donde estaba, como llegue, quien eras, desde que abrí los  ojos,  ¿Tienes idea el miedo que pase en esa trampa?

Tome aire para reprimir la ira que tenia

—Créeme, lo sé. Hasta el ultimo poro de mi piel lo sabe.

Aquella respuesta no tenia sentido en absoluto.

Me miro unos segundos antes de seguir.

—He hecho todo lo posible porque nada te doliera y para que no estés jodidamente asustado como niño de siete años.

—¡Pero yo necesitaba respuestas!

—Estabas congelado, dolorido, asustado. Necesitabas cuidados, no palabras.

—¿Quien eres? —demande.

—Me llamo Louis.

—¿Por qué vives solo en el bosque?

—No creo que eso sea de tu incumbencia.

—Lo es cuando estas como un jodido espía en mi casa, y encima la saqueas.

—Espera un minuto, yo no he saqueado tu casa, he ido a buscarte algo de ropa para que no anduvieras con esa remera mojada, perdón por mi amabilidad.

—No me refería a esta vez —dije cruzándome de brazos.

—No ha habido otra, cada vez que iba a tu casa era para ayudarte, no para robarte —dijo seriamente.

—Dios, esta bien, comencemos desde el principio —dije tomando aire— La cesta... ¿Fuiste tú el que me mostró el camino cuando me había desorientado en el bosque?

—¿Desorientado? Estabas jodidamente perdido —murmuro— No debiste alejarte tanto.

—¿Abriste la puerta cuando me quede encerrado en el desván? —ignore sus palabras

—Si, de nuevo no fuiste muy hábil —río entre dientes.

¿ESTABA LOCO? Yo no reía, nadie reía.

—Ya, solo... hay algo que no entiendo, si no me espiabas ¿Como sabias que estaba en peligro? ¿Por qué te escondías?

—Es algo difícil de explicar...

—Inténtalo.

—Ha dejado de nevar —dijo ignorándome— ¿Por qué no te pones el abrigo? Nos vendrá bien algo de aire fresco.

El bosque de los corazones dormidos l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora