2. MI FAMILIA

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–¡¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhhh!! –Grito con todas mis fuerzas sacando de mi interior todo lo que me está ahogando.

Es increíble lo bien que sienta hacer esto, descargar toda la frustración de golpe, dejar que vuele lejos guiada por el sonido del grito. Respiro agitadamente pero más relajada, mirando al infinito, ignorando los edificios que tengo delante y que acortan mi horizonte.

Va saltar

Por Dios hay que llamar a emergencias

Pobre niña debe tener problemas.

Tardo en recaer que hay unas voces algo lejanas que cuchichean, así que les presto unos segundos de atención. Me fastidia tener que perder la concentración en mi misma, este era mi momento.

Miro hacia abajo, hacia la calle que hay bajo mi balcón y me sorprendo al ver un remolino de gente mirando hacia arriba con asombro y preocupación. Instintivamente miro a los pisos superiores pero no veo nada fuera de lo normal.

–¡Niña no saltes! ¡Esa no es la solución!

¿Saltar? ¿Quién va a saltar? Vuelvo a mirar hacia arriba en busca de la niña suicida. Sigo sin verla.

Seguro que en el colegio le hacen bullyng.

O quizás sus padres la maltratan.

Pobrecita.

Hay que hacer algo por ella...

–Niña, espera a que venga la policía, no saltes bonita –dice un señor mayor mirándome a mí fijamente.

Se me cae el alma a los pies, no hay ninguna suicida, se dirigen a mí.

Me bajo al momento de la barandilla totalmente asustada.

–No voy a saltar –aseguro con la voz quebrada por los nervios del momento–. Pueden marcharse tranquilos no pensaba saltar.

Ya no se ni lo que dicen, simplemente me alejo andando hacia atrás despacio, avergonzada y con el corazón encogido.

Entro en el salón, cierro la cristalera delante de mí y sigo andando hacia atrás con paso lento, hasta llegar a mi habitación.

No sé si reír o llorar.

Paso algo de miedo por si viene la policía, si llega mi hermano mientras tanto me voy a meter en un lio. Por suerte no suena el timbre.

Nota mental; Para desahogarme la próxima vez, mejor ir a un descampado dejado de la mano de Dios.

Necesito un respiro, estoy muy nerviosa. Me echo hacia atras en la cama deseando desconectar.

Si Marian no hubiese venido con sus tonterías, no estaría así de mal, me ha dejado como un revuelto extraño en el pecho que no se como quitarme y lo del grito aunque parecia estar funcionando se ha fastidiado con toda esa gente cotilla.

En cuanto llegue Brian le contaré lo ocurrido y seguro que él encuentra el modo de animarme.

Mi hermano; por así decirlo, es el único hombre en mi vida y casi que es más un padre que un hermano mayor. Es mi ejemplo a seguir, lo quiero con locura y me siento tremendamente orgullosa de él.

Cuando papá se marchó, me pase días llorando y él siempre me consolaba diciéndome que algún día volveríamos a verlo.

Siempre se ha preocupado de despertarme por las mañanas, de prepararme el desayuno y de llevarme al colegio y desde que cumplió la mayoría de edad, me firma los exámenes o va a las reuniones con los profesores. Por no enumerar la de veces que me ha sacado de algún lio o alguna pelea con alguna compañera. Siempre está ahí y eso es algo que me encanta.

UN MILLÓN DE AMIGOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora