Cambia la realidad.
Desafía el tiempo.
Cambia tu vida.
Tienes una segunda oportunidad, crees saber lo que sucederá. El tiempo transcurre debes descubrir los movimientos de tu adversario, todo va cambiando.
Maghdiel es un chico de 17 años inteligente...
El silencio nos envuelve, nos estamos mirando a los ojos sin decirnos ni una palabra, estamos tomados de la mano; pero me acerco más a ella y la abrazo, Tamara esconde su cabeza entre mi cuello y mi clavícula, yo la imito, y la abrazo aun con mas fuerza, cierro mis ojos y suspiro.
Después de cierto tiempo me empiezo a sentir incomodo en esa postura, así que poco a poco voy soltando mi agarre, ella también hace lo mismo, veo la hora y han pasado como 20 minutos desde que salimos de casa de Edwin, a lo lejos se ven las luces de un carro, este pasa de largo, yo pongo en marcha mi auto y salgo hacia la avenida principal.
- ¿A que hora debes regresar a casa? – le pregunto a Tamara.
- Tengo permiso hasta las diez de la noche, de hecho, mi madre vendrá por mí. – me explica.
- Mándale un mensaje, dile que te llevare, que aprovecharemos que aun es temprano y daremos un paseo ¿de acuerdo? – le digo.
- Me parece bien. – me responde.
Veo por el rabillo del ojo como Tamara saca su celular y teclea el mensaje en la pantalla, regreso toda mi atención al camino para evitar cualquier susto o accidente.
- ¿A dónde iremos? – pregunta Tamara.
- Tu solo, espera no es un lugar lejos de aquí.
- Esta bien, confió en ti.
- Gracias... - respondo, formulando lo que voy a decir. - El lugar a al que te llevare es de mis favoritos para pasar el tiempo, siempre que estoy ahí, olvido todo y solo existo.
Tamara no responde, solo se limita a escuchar la música house que suena en estéreo del auto, pasamos las calles en silencio solo disfrutando de la compañía del otro, nuestro recorrido termina a mitad de una montaña, desde ahí se ve la mayor parte de la ciudad, yo bajo del auto, lo rodeo y abro la puerta del copiloto y ayudo Tamara a salir del carro. Caminamos tomados de la mano, hacia la barandilla que protege la orilla del mirador, yo la abrazo y coloco mi cabeza en su hombro.
- Es hermoso. – dice en voz baja.
- Si, me encanta esta vista, quería mostrártelo y también quiero preguntarte algo. – digo con los nervios carcomiendo mi ser.
- ¡Sí! no hace falta que lo preguntes.
Me coloco frente a la chica de ojos azules, los miro, acorto la distancia entre nosotros y de nuevo esa sensación que había quedado solo en ilusiones, me es aun mas estremecedor ese beso, más que el anterior.
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- ¿Cómo te fue? - me pregunta, mi madre.
- Muy bien.
- ¿Se divirtieron?
- Si vimos películas, jugamos domino, twister y otras cosas. También comimos hotdogs, ¡estaban deliciosos¡
- Qué bueno que se divirtieron, ¿Por qué llegaste temprano?
