Capítulo 1

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Vanessa

Acabo de contarle a Louis lo que sucedió anoche, sigo creyendo que había alguien ahí, escondido entre las malezas de la casa de en frente. Mi maravilloso amigo se ríe de mí.

-¿Qué te pasa tarado? Te estoy contando que posiblemente alguien estaba acechando la casa y tu te ríes.

-Es que esto ya ha pasado otras veces contigo, ¿no recuerdas que hace un tiempo me contaste que te despertaste y viste a alguien durmiendo en la cama de tu hermanita? ¿O cuando me dijiste que había un lobo en tu armario?

-En mi defensa lo del lobo fue hace mucho.

-Pienso que esto puede ser alguna imaginación por producto del sueño, tranquila.

Solté un suspiro, es imposible discutir con él. No me quedaba de otra que seguirle la corriente por más que todo indicara que algo andaba mal. Iba a seguir con mi plan de asentir a todo lo que mi amigo dijera, en eso estaba, hasta que un comentario me hizo volver a nuestra "conversación".

-Deberías hablar con alguien sobre esto.

-Estoy hablando contigo -me encogí de hombros para luego darle un mordisco a la manzana que se encontraba en mi mano.

Él negó con la cabeza y me miró fijamente.

-Me refiero a alguien que sepa darte respuestas, Van. Yo puedo escucharte y ayudar desde mi punto, pero no puedo darte los consejos que necesitas.

-No iré a un psicólogo Louis.

-¿Tus padres están enterados de esto?

-No -bajé la cabeza, no por vergüenza, sino porque sabía que algo me diría al respecto, tenía esa costumbre de reprenderme y luego abrazarme. Pero esta vez no necesitaba un abrazo. Necesitaba saber si lo de la noche anterior había sido una simple alucinación.

-¿Sabes que quiero ayudarte?

-Me hablas como si tuviera problemas, o como si lo hubiera imaginado.

Y ahí estaba él, mi mejor amigo abrazandome. Pero yo no me sentía mal, sólo un poco, al saber que no confía en mi palabra.

-Esta bien Lou, hay que ir a clases -y en ese preciso momento la campana sonó y nos separamos, cada quien a su clase.

***

-Hoy no podré acompañarte, Van, mi madre me ha llamado para ir a no sé donde a hacer no sé qué.

-Esta bien Lou, nos vemos luego.

Le sonreí y nos despedimos, toldo el rollo del almuerzo se había disipado, eso me alegró bastante. Tomé mi mochila y salí camino a casa.

Mis padres no volvían a casa hasta las seis, y eran apenas las dos y quince. Debía pasar a por mi hermanita a su colegio a las cuatro, ya que hoy su curso salió de visita a los museos y llegaban a esa hora, de lo contrario ella ya estaría en casa con Nora, la "nana" que se iba a las tres.

Todo estaba fríamente calculado, yo solía llegar de la escuela hasta las tres los viernes, donde la jornada se extendía por educación física, y como mi pequeña Penny salía a las doce y media, mis padres trajeron a Nora; es una señora que ya tiene sus años, es conocida de la familia y por eso le tenemos confianza.

Tan perdida iba en mis pensamientos, con tantos horarios y todo que no vi al chico que venía en bicicleta. Abrí los ojos sorprendida y el logró esquivarme, llevándose una resbalada y caída. Me acerqué a aquel muchacho con algo de culpa.

-Hola, ¿estás bien? -iba a tenderle la mano luego de decir eso, pero al subir la mirada me lo encontré parado frente a mi, limpiando sus jeans grises y su camiseta.

-Si, si, no te preocupes, pero ten más cuidado la próxima vez, casi que no te esquivaba.

Sólo hice un leve movimiento de cabeza cuando su sonrisa se hizo presente, luego pedí disculpas y me fui.

-Hola Nora -grité al abrir la puerta y tirar mi bolso al sofá.

-Hola Vanessa -llegó con su enorme sonrisa y un delantal verde colgando de su cuello -. Te hice tarta de limón.

Me limité a sonreirle. La tarta de limón es una de mis favoritas desde pequeña.

-Bajaré a por ella luego.

Dicho eso subí a mi cuarto dónde encontré mis cajones removidos, mis zapatillas, que dejó siempre bajo la cama junto a mis pantuflas, estaban tiradas y todo hecho un desastre. No puedo creer que anoche hice este desastre y esta mañana no lo noté, así que, al terminar de cambiarme, bajé a hablar con mi nana.

-Nora...

-¿Si?

-¿Notaste algo extraño esta mañana en mi cuarto?

-No -me miró con evidente confusión -. Entré, arreglé tu cama y salí, todo estaba en su lugar, ¿por qué?

-Es que acabó de llegar y encontré todo desacomodado, creí que había sido yo está mañana buscando el uniforme o alguna cosa que se me olvidaba.

Me miró extrañada y luego un ruido en el piso de arriba nos sobresaltó. Nora tomó el teléfono y llamó a la policía, y yo, bueno, a mi se me salió la valentía de no sé dónde y subí, encontrándome con una sombra que salía por mi ventana.

Un grito salió de mi garganta e instantes después las sirenas de la policía se hicieron escuchar. Había huellas con barro en el piso y un marco de fotografía con su cristal hecho trizas, le faltaba la imágen, era una foto mía con mi mejor amiga en los columpios.

-¿Está bien señorita?

El oficial estaba a mi lado, sólo asentí y comencé a contarle lo que vi, ahora y anoche. Me pidieron revisar si algo faltaba en tanto venían mis padres, pero todo estaba ahí. A excepción de que mi cuarto que estaba todo desordenado, había dos cosas menos en mi habitación: la chalina que siempre usaba y mi fotografía.

Hidden ObserverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora