30- Show me what do to

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Había demasiada luz en esa habitación. Las paredes eran demasiado blancas, la silla sobre la que estaba sentada demasiado dura. Mis manos yacían sobre una mesa metálica y sentía mis muñecas arder por unas esposas imaginarias. 

A esa hora de la madrugada, ni siquiera entendía qué estaba haciendo ahí. Ni siquiera entendía cómo me llamaba. Lo único que entendía es que habían alejado a Hoseok de mí, llevándoselo a otra habitación, y no podía parar de sentir retortijones en el estómago.

-¿Dónde está? -inquirí nuevamente al tipo.

El pobre policía, sentado frente a mí, tenía cara de no haber dormido durante varios días. Y es que tal vez las oscuras orejas que surcaban sus ojos, o el café que sostenía en una mano, me dieran un par de pistas. El turno de la noche debía de sentarle fatal. 

-Ya te he dicho que está bien -respondió de mala gana, pues ya era como la décimoquinta vez que le preguntaba por Hoseok. Como una mamá que cuida de sus pichones-. Y que todo saldrá bien si me dices qué pasó.

-¡Sólo estábamos en el bosque! ¡Nada pasó! -apreté los dientes con fuerza, para calmarme-. Nada pasó.

-Sé perfectamente lo que ocurrió ésta noche y el golpe que se llevó el mi compañero gracias al tuyo.

-Él quiso arrestarme sin ninguna orden.

-Pues todos teníamos la orden de buscar a un culpable -inhaló con fuerza, cansado, masajeándose las sienes-. ¿Quieres hacérmelo más fácil y decirme qué sucedió? -como vió que no respondía, le dió un golpe con el puño cerrado a la mesa, haciendo que el café y yo diéramos un respingo-. Sólo quiero saber qué pasó la tarde en la que el collar volvió.

-Supongo que... -miré hacia abajo, temerosa-. Supongo que comenzó antes.

-¿A qué te refieres?

-Él robó el collar -levanté la mirada, y vi que al tipo se le iba el sueño de golpe-. Pero también lo devolvió.

-Cuéntame desde el principio.

Tomé aire y comencé a contar toda la historia, con sumo detalle, desde mi perspectiva. Un día Hoseok, un amigo mío del instituto, había llegado con un regalo sin decirme de dónde venía. Yo lo había usado, por supuesto, en la fiesta de Halloween del intendente. Luego de unos días había visto en primera plana que alguien lo había robado, así que corrí a pedirle explicaciónes a Hoseok. El muchacho se disculpó, que había sido una idea estúpida y que tenía toda la culpa, y ambos quisimos ir a devolverlos. Sólo que como sería terriblemente rara la historia, quisimos hacerlo encubiertos. Y el plan era que yo...

El policía oía todo el ceño cada vez más fruncido, y los dedos muy apretados alrededor de la taza. Yo no podía menos que pensar que estaba viendo de qué forma iba a llevarme a la cárcel, y quién sería mi compañera de cuarto. ¿Y si me golpeaba? ¿O abusaba de mí sexualmente? Porque había visto las suficientes películas yankees como para saber que esas cosas eran sumamente naturales... Aunque, vamos, que era un pueblo chico y no había tantos prisioneros como una cárcel de Nueva York.

-... Entonces Hoseok lo golpeó, y Watson nos trajo aquí -finalicé, con manos temblorosas.

-¿Eso es todo? -el policía volvía a tener la expresión aburrida de antes-. ¿Lo robó y luego lo devolvió?

-Sé que no tiene ningún sentido, créame que lo sé; pero es cierto. Él es... un chico raro. Y además, no tuvo ningún otro incidente...

-Si que lo tuvo -me interrumpió el tipo, sonriendo un poco al ver que no entendía nada-. Una pelea callejera. Llevó al otro tipo al hospital.

You Are My Angel [Jung Hoseok]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora