Abrí la puerta de mi casa y metí la cara, como si temiera que algo viniera a comerme. Todo yacía a semioscuras y en una calma inquietante que me puso los pelos de punta.
-¿Hola? -pasé todo el cuerpo dentro y cerré la puerta detrás de mí. Apoyé mi espalda contra la misma y cogoteé para ver la cocina-. ¿Hoseok? ¿Estás aquí?
Ninguna respuesta, sólo ese silencio calmo que de repente me infundó valor y confianza. Hoseok no había vuelto a casa, y bien que había hecho pues no tenía ninguna gana de hacerle frente cuando habíamos tenido una escena comprometedora en el baño del Rock & Chill. No era lo suficientemente valiente, sin lugar a dudas.
Me desanudé el delantal y lo dejé de cualquier manera sobre un mueble, para luego pasarme una mano por el cabello y suspirar profundo. Me sentía completamente agotada, pues había sido una jornada ardua y compleja, tanto física como emocionalmente. Hoseok se había marchado tan pronto como había salido del baño, sin beberse la cerveza que anteriormente había mascullado querer; y Alaric se limitó a mirarme con extrañeza y ofrecer, sin muchas ganas, nuevamente su oferta a la fiesta. Y, de repente, ese chico de rulos dorados, el universitario de la sonrisa llena de paz, dejó de parecerme tan encantador. Decía que yo parecía muy madura y toda la cosa, pero cuando vió en la situación de besuqueo que me había encontrado con Hoseok se le fueron todas las ganas de llevarme a su fiesta. Aunque lo entendía, porque de todas formas él creería que a mi me pasaba algo con éste chico y... estaría en toda la razón.
A mi me pasaba algo con Hoseok. Me pasaba que me gustaba, y mucho, y que me daba miedo, y mucho; pero quería intentarlo más que otra cosa en la vida porque si no lo intentaba jamás sabría qué habría podido ser. Jordan tenía razón: quizás no éramos el uno para el otro y terminaba llevándome una gran decepción adentro mío; pero la realidad es que si lo intentaba no perdía nada, y si no lo intentaba perdía la oportunidad.
Claro que ahora, así como ahora ahora, tenía muchas ganas de tirarme en mi cama a pensar en lo sucedido y tal vez abrir ese paquete de papas fritas que me había comprado hace un par de días al salir del instituto.
Pero no lo hice. No lo hice porque la puerta del baño se abrió de golpe y yo me llevé un susto de muerte que me hizo saltar como un metro de alto.
-¡Me has asustado! -exclamó Hoseok, abriendo mucho los ojos. Inmediatamente sonrió-. Hola de vuelta.
Me tomé un segundo para admirar su estado, porque el muy inteligente se había dado un baño en mi ausencia. Mi toalla blanca con delfines azules iba atada a sus caderas, nuevamente podía contemplar ese abdomen plano y marcadísimo, y esa "V" en su pelvis que me... Nada, me nada. Su cabello negro, húmedo, caía desordenado sobre su frente y otra de mis toallas caía de cualquier manera sobre su cabeza. Su piel bronceada prácticamente brillaba frente a mí, como un modelo de ropa interior pero desnudo. Entre sus labios había un cigarrillo sin prender, como si le fuera costumbre tenerlo en la boca.
Hoseok retiró la mano de pomo de la puerta del baño, salió de éste y la cerró. En el proceso de girarse y darme la espalda, pude ver perfectamente algo que me dejó totalmente sorprendida.
-¡Tienes un tatuaje! -exclamé, ladeando la cabeza para ver mejor.
Y no es que fuera uno de esos tatuajes que dicen el nombre de tu madre, o tienen algún signo de infinito o paz que está de moda. Hoseok tenía un jodido mural en toda la espalda, con tinta negra y sin mucha lógica. Dibujos muy juntos, cada cual más diferente que el otro, se abrían frente a mis ojos maravillados.
-Ah, eso -el muchacho volvió a mirarme, hablando con el cigarrillo en la boca, y subió las manos para secarse el cabello con la toalla y sus brazos se tensaron, marcándose la musculación que probablemente tenía de levantar neumáticos-. Tenía un amigo que estaba aprendiendo.
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You Are My Angel [Jung Hoseok]©
FanfictionEn donde Jung Hoseok es un chico malo. -¡No! -exclamó, sosteniendo con firmeza mi muñeca. Abrí mucho los ojos, apreté los labios y me giré lentamente para ver su expresión dura y salvaje. -¿No qué? -inquirí, sonando más teme...