Reencuentro

645 47 12
                                    

Hola humanos :) ya está listo el segundo capítulo. Hoy empieza lo emocionante de Níniel x Legolas ;D
Por cierto, y para aquellos que no lo hayan notado en la portada, Anna Popplewell será Níniel en esta historia. Es el único personaje fuera de los originales de los libros y películas :)

PDV: Legolas.
Al llegar al campamento, fui directo a mi tienda y me tumbé boca arriba en la cama, pero de inmediato me di cuenta de que aún llevaba encima el arco, el cacaj, las espadas y las dagas. Me levanté y me quité las armas de encima para dejarlas en cualquier lugar, me desnudé el torso y vi que tenía algunos moretones por el enfrentamiento. Aquella persona era fuerte y hábil.
Había algo en él que me resultaba dolorosamente conocido, parecía llamar de vuelta a la vida unos recuerdos muy remotos, los cuales no podía ver con claridad. ¿De dónde conocía a ese sujeto? ¿Sujeto? ¿Cómo estaba tan seguro de que era un hombre? Era cierto que era bastante fuerte, pero parecía muy delgado, incluso para ser un elfo, sobre todo un elfo de Quarvôr, cuyo varones eran conocidos por ser la raza más corpulenta de todas las razas de "elfos salvajes". Quizá sólo era mi mente que me jugaba algunos trucos, no había manera de que una mujer pudiera hacer lo que esa persona misteriosa hizo...
Era mejor dejarlo por la paz y dormir, después de todo seguía teniendo la estela conmigo. Era lo único que importaba.
>Buenas noches, Níniel- murmuré como cada noche desde que tenía memoria, recordando cuando una amiga de la infancia se quedaba a dormir conmigo, me hacía sentir seguro. Me preguntaba dónde estaría... Mi Níniel.

PDV: Níniel.
Así que ahí estaba, esa era su tienda. Me quedé en las sombras, esperando a que toda la actividad en el campamento cesara y entré con sigilo a la tienda de Legolas. Lo miré dormir de espaldas hacia la entrada... Idiota, podría matarlo si quisiera. Me paré junto a él y aparté un mechón de cabello de su rostro... Sin duda era él, mi Legolas... En su cuello colgaba la estela, que llamó mi atención de inmediato. Estiré la mano y tomé la cadena, pero la dejé en su lugar de nuevo. No le iba a hacer eso a Legolas, no así. Se movió en sueños, quedando boca arriba. Por un momento me quedé helada, temiendo que pudiera despertar, pero su respiración siguió siendo pausada y tranquila, su expresión relajada, ignorando completamente que yo estaba ahí con él. Me incliné y besé su frente.
-Perdona por lo que te hice, pero no sabes lo que he pasado estos años- susurré. Después de eso salí del lugar en un segundo, antes de que despertara. De todos modos, ya estaba terminando de amanecer. ¿Por cuánto tiempo observé dormir a Legolas?

PDV: Legolas.
Me desperté sobresaltado. Busqué alrededor por algún intruso, no había nadie. ¿Entonces quién me habló, o era un sueño? Maldita sea, ya había terminado de amanecer. Me llevé la mano al cuello para verificar que el collar siguiera ahí y así era, de todos modos nadie se lo llevaría. Me puse de pie y después de vestirme, metí todo dentro del baúl y lo arrastré hasta una de las carretas. Decidí alejarme para pensar con tranquilidad sobre lo ocurrido el día anterior; no quería que Gimli me viera así, sabría de inmediato que algo me tenía afectado. Había un lago cerca, me senté en una enorme roca en la orilla y comencé a lanzar piedras a la superficie. Por encima de mí los árboles hacían sombra, comí una manzana mientras intentaba aclarar mi mente. Me desnudé el torso y me metí al agua, quizá un baño me ayudaría a pensar mejor. Luego de un rato me senté de nuevo en la orilla.

PDV: Níniel.
Lo observé desde las ramas sobre él, parecía tan cansado. Ni siquiera estaba armado, no corría ningún riesgo en caso de que me reconociera del problema del bosque o me guardara algún rencor. Se veía tan... Él. Simplemente era él en sus casi 2 metros de altura, su largo cabello rubio, su piel pálida y sus ojos azul grisáceo. Miré su cabello con algunos mechones trenzados, recordé cuando de niños le trencé toda la melena rubia mientras él dormía, estaba furioso al despertar.
-¡Oye tú, flamante rubia! No deberías andar desarmado ni en tu propio campamento- le grité sólo para molestarlo, siempre le había disgustado que me burlara de su cabello.

Las Estelas Élficas (Novela Corta) --- Terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora