Hola queridos humanos :) como verán el título es un poquito desalentador pero es necesario hacer que la historia tome este rumbo. Que lo disfruten y no me maten n.n
Cuando Thranduil, Tauriel y Legolas hubieron regresado, el resto del grupo estaba inconsciente por el estofado. Por supuesto que el rey de inmediato pensó que yo era la culpable de ello puesto que no estaba en ninguna parte. Me paré a unos metros de ellos, esperando su reacción.
-¡Níniel! ¡Tú has hecho esto!
-No hay prueba de lo contrario, mi señor- respondí altiva apoyando el hombro en un árbol.
-¡Voy a atraparte, traidora!- gritó Tauriel.Primero lanzó una flecha pero su puntería se vio afectada por el temblor en sus manos debido a la ira. Corrió hacia donde yo estaba, seguida por Thranduil y Legolas más allá se mantenía impávido. Retrocedí y me oculté entre los árboles a esperarlos. Cuando ella hubo llegado, le di una patada en la espalda para proyectarla de frente a la red de mithril que se alzó en los aires colgando de una rama gruesa; gritaba mi nombre y exigía que la sacara de ahí. A Thranduil lo saqué de balance golpeando los costados de la cabeza con el canto de las manos, el intento por equilibrarse nuevamente lo llevó a ser atrapado cabeza abajo igualmente colgando de una rama; le amarré a la espalda las manos de forma que no pudiera soltarlas a menos que cortara la soga, previendo eso le quité las dagas y espada visibles, las flechas que habían caído del carcaj y el arco yacían debajo de él.
Escuché el zumbido de una flecha, me giré a tiempo para detenerla a escasos centímetros de mi rostro. Por supuesto Legolas había disparado dicha flecha. Salté a las ramas sobre mi cabeza, moviéndome entre las sombras. Caí sobre él cuando menos lo esperaba, lo desarmé mientras girábamos en el suelo e intentaba someterme, le di un puñetazo en el estómago para sacarle el aire del cuerpo y lo até de pies y manos, luego lo até con la espalda contra un tronco lejos de los otros dos prisioneros envolviendo todo su cuerpo con una extensa soga.
-¿Por qué haces esto?
-Guarda tus energías, príncipe elfo- contesté con desdén -. Tal vez las necesites para liberarte.
-¿Siempre fue este tu plan?
-Me alegra que lo pregunte, rey Thranduil, porque estaré encantada de explicarles lo que estoy haciendo en caso de que no lo hayan notado y espero que escuchen con atención. Como bien dijo Tauriel, soy una traidora- reí con descaro y comencé a caminar de un lado a otro -. No se preocupen, no voy a matarlos. Si quisiera hacerlo ya lo habría hecho. Los guerreros no están muertos, sólo inconscientes por una planta somnífera, el efecto debería pasar en una hora como máximo. En cuanto a ustedes, los más fuertes del grupo, la realeza de Mirkwood y ella-dije mirando a la comandante del ejército -, quería una charla más íntima con ustedes- escuché el chasquido de una navaja contra el red -. Esa hoja no te servirá de nada, Tauriel, es una red de mithril. Indestructible. Te quedarás ahí, es una pequeña venganza por hablarme con ese tono de desdén y por el jalón de cabello en el palacio. Para Thranduil, su única debilidad es colgar cabeza abajo porque es así como lo han torturado casi al borde de la muerte, con la sangre acumulándose en la cabeza y el tórax, aumentando la presión en el cerebro, el corazón y los pulmones, tras unos minutos no es peligroso pero el pánico y el tiempo se encargarán; esto es por exiliarnos y hacerme ver cómo moría mi familia de uno en uno víctimas de las riñas, robos fallidos y enfermedades. Y para ti- me giré y llegué de 2 zancadas a Legolas, me senté a horcajadas en su regazo y entrelacé mis dedos en su nuca -, mi amado Legolas, no hay golpe que te duela más que una decepción por parte de alguien que amas; lo supe desde que Thranduil nos exilió a pesar de tus esfuerzos y el supuesto afecto que tu padre nos tenía, no has confiado del todo en él desde entonces. Hacer esto frente a ti es lo que te mata por dentro y te llena de rabia- saqué una daga y pasé la hoja fría por su mejilla cuidando de no hacer ningún corte -. Cariño, odio tener que hacerte esto pero no tengo alternativa- hice énfasis en esa frase, necesitaba dramatismo. Me arrodillé a un costado suyo y puse la daga sobre su garganta rodeando con el brazo por detrás del árbol, miré a Thranduil y sonreí de lado -. ¿Quién tiene las estelas, Thranduil? Apuesto a que no quieres que la vida de tu único heredero peligre.
-No digas nada, padre.
-Shhh- lo silencié con un dedo sobre sus labios, puse mi boca cerca de su odio y mordí levemente su lóbulo -. Estoy negociando. Tauriel, ¿qué sabes de esto?
-No te diré nada.
-Escuchen bien. Si no las llevo corren el mismo peligro que si las llevara, con la diferencia de que yo tengo una oportunidad de seguir con vida si las entrego... Pero entenderé si no me las quieren dar- pasé la hoja de otra daga por la mano de Legolas -, tendré que cortarle los dedos a la rubia, uno por uno.
-Las tiene Legolas- dijo Thranduil derrotado. Yo sonreí. Dejé la daga detrás del tronco y me levanté.
-Supuse que no las tendría Tauriel. Dime por qué las tenía él, mi señor.
-Sabíamos que casi no te apartarías de Legolas, eso garantizaría que de ser necesario lo protegerías con tu vida aún sin saber que llevaba consigo las estelas.
-¡Ah, conque soy su chivo expiatorio!- dije guardando la daga que había puesto sobre la garganta del elfo -. Interesante- miré el cuello de Legolas y noté las cadenas colgando alrededor. Las saqué por su cabeza y las guardé en mi capa -. Claro que esto no será tan sencillo. Como los quiero demasiado, les diré lo que pasará a continuación. Le llevaré las estelas a mi tío Bernard, líder del ejército que quiere destruirlos, quien por cierto se metió a la aldea el día del banquete y nadie nunca se enteró.
-Conque eso hacías en el granero, no fuiste porque tu hogar te llamara- dijo ácidamente Legolas.
-Exacto, eso hacía ahí. ¿Por qué querría recordar esos días felices que jamás volverán, esa felicidad que me arrebataron? En fin, con las estelas en su poder hará un ritual que lo hará muy poderoso y casi invencible. Sólo un grupo de los mejores guerreros podría hacerle frente. Marchará con su ejército hasta Mirkwood y los atacarán hasta reducir el reino a cenizas con tal de acabar con todos ustedes, luego alzará un nuevo reino, resurgirá como el ave fénix... Si me permiten les daré un consejo, vuelvan a su reino y preparen a sus tropas, porque una vez que Bernard tenga en su poder las estelas, nadie podrá detenerlos.
-Supongo que te prometió algo- aventuró Tauriel.
-Sí, el trono. Sabemos que no cumplirá su promesa pero no soy tan ingenua como para dejarlo vivir después de conquistarlo todo. Es un idiota y no sabe lo que es dirigir un ejército o un reino, yo sí. Estuve a cargo de su ejército por al menos 700 años y lo dirigiré esta vez en contra de ustedes. Y si esto acaba pronto, tendré el dominio total.
-Debes tener prisa por llevárselas a Bernard- dijo Legolas.
-No, cariño. Tú deberías tener prisa por liberarte para ayudar a tu padre y a tu comandante... Y por hacer lo posible para detener lo inminente, o al menos intentarlo- tomé mis armas y comencé a caminar rumbo al bosque pero me detuve para mirarlos -. Thranduil, Legolas, ¿recuerdan cuando les dije que no actuaba sin un objetivo, que siempre tendría una razón?- la respuesta fue el silencio -. Bueno, ténganlo en mente. Esta no es la excepción.
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Las Estelas Élficas (Novela Corta) --- Terminada.
Fanfiction-¡Oye tú, flamante rubia! No deberías andar desarmado ni en tu propio campamento- le grité sólo para molestarlo... -¡No puede ser!- estaba boquiabierto, me rodeó con los brazos fundiéndonos en un fuerte abrazo -. No puedo creer que seas tú. ¡Mírate...