Tengo algo para ti

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Hola humanos :) llegó el cuarto capítulo, que lo disfruten n.n

>¿Acaso fui muy bruto?- soltó de repente.
-¿Qué? No, en absoluto- respondí embelesada.
-¿Entonces por qué no dices nada?
-Quería quedarme en silencio un poco más, escuchando tus latidos.
-Tienes una fascinación por escuchar el latido de un corazón, ¿no es cierto?
-Sólo si le pertenece a alguien que me importa.
-Mi corazón te pertenece a ti... Ahora no hay forma de que te deje ir.
-Ni yo quiero irme de tu lado nunca más. Mi corazón está encadenado al tuyo.
-Níniel- murmuró acariciando mi labio inferior con el pulgar. Estaba en casa, finalmente estaba en donde quería estar, la razón de mis engaños se había cumplido. Estaba dispuesta a dejar todo por él, de todos modos ya estaba muerta para quien me envió por la estela. Me armé de valor y respiré hondo.
-Tengo algo para ti- su mirada perpleja decía todo. Me levanté y me puse su camisa, causándole una sonrisa.
Levanté del suelo mi carcaj de marfil y abrí el compartimento inferior, pero no dejé que viera lo que saqué de ahí. Trepé a la cama y me senté en su regazo manteniendo mis manos a la espalda. Se sentó derecho y sonrió de lado.
-¿Qué es?
-Cierra los ojos y extiende la mano.
-¿Por qué tanto misterio?- sonrió mirándome.
-Sólo hazlo y no los abras.
-De acuerdo- aceptó después de poner los ojos en blanco y cerrarlos. Extendió la mano y yo deposité las dos estelas en su palma. Cerré sus dedos sobre los collares y di un par de golpecitos en señal para que abriera los ojos. Miró en silencio lo que había puesto en su mano, tenía una mirada de sorpresa mal contenida y sus cejas estaban enarcadas. Finalmente alzó los ojos hacia mí -. ¿Es esto...? ¿Son las estelas faltantes?

? ¿Son las estelas faltantes?

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-Sí- sonreí ampliamente

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-Sí- sonreí ampliamente.
-¿Cómo?
-Los Quarvôr somos buenos ladrones. Inicialmente planeaba usarlas para mi beneficio pero quiero dártelas, no me pertenecen a mí.
-Níniel, no sé qué decir.
-No digas nada, sólo hazme un favor y ponlas con la otra en la bóveda. Thranduil estará feliz de que estén todas aquí- acaricié su mano.

PDV: Legolas.
Sí, las estelas estaban de vuelta, pero había algo que no tenía nada de sentido.
-¿Cómo te hiciste la herida en el hombro?- pregunté mirándola severo. Ella palideció y sonrió.
-Ya te lo he dicho, tuve un altercado y tenían una ballesta.
-Una flecha disparada desde una ballesta te hubiera destrozado el hombro aunque llevaras puesta una cota de malla- quité el vendaje y vi su herida en proceso de cicatrización, justo en el mismo lugar donde yo había herido a la misteriosa figura en el bosque -. No puede ser...
-Legolas, déjame explicarte...
-Lo lamento, no sabía que eras tú cuando disparé.
-Yo no te reconocí hasta tenerte sometido, me falló la concentración y por eso me hiciste daño. Tampoco sabía que debía ir tras de ti... Estaba tan sorprendida por verte de nuevo que no pude hacer nada mas que huir y luego seguirlos.
-¿Por qué tenías tú las estelas?- dije francamente molesto.
-Se las robé al grupo que ustedes perdieron hace meses. Estuve jugando doble porque quería las estelas para reclamar mi lugar aquí, quería que me dejaran volver... No podía seguir viviendo afuera, quería volver a estar contigo. Y lo hice para protegerlos de él.
-¿Él? ¿A quién le jugaste doble?
-A mi tío Bernard. Él las quería para hacer una especie de ritual y vengarse, nunca me dijo realmente lo que planeaba. Pero no le dije que las había conseguido cuando me envió con el otro grupo. Hace un par de días me envió a emboscarlos a ti y a tu grupo y me amenazó de que si no volvía con la Estela de la noche y de preferencia con las otras dos también, sería mejor que no volviera y de ser posible, que estuviera muerta.
No vi mentira en sus ojos, pero estaba muy enojado. Nada fue una coincidencia, hasta dudaba de la veracidad de sus palabras y su entrega hacia mí. Dejé a un lado las estelas y enterré los dedos en mi cabello, frustrado.
-¿Tiene más aliados?
-Un ejército de al menos 10 mil guerreros. Elfos, enanos, hombres... Todos ellos con alguna razón en particular para querer matarlos.
-¿A quiénes?
-A ti y a tu padre- dijo muy seria -. Y claro a todos los que se interpongan. ¿Por qué crees que se las oculté? Jamás dejaría que les hicieran daño por muy crueles que hayan sido con los Quarvôr. Nunca dejaría que te lastimaran, Legolas, eres lo único que tengo y no quiero perderte.
-¿Por qué no lo dijiste en cuanto nos encontramos?- apreté los puños a los lados.
-Tenía miedo, pero ya no más. Ya sabes todo lo que ocultaba, no tengo más secretos. No estoy en posición de pedirte que me perdones por no decirte las cosas desde un inicio, incluso iré a las mazmorras sin protestar si deciden encerrarme o tratarme como traidora... Está bien, no me molestaré por ello, no debí ocultarlo de ustedes.

Las Estelas Élficas (Novela Corta) --- Terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora