Las preguntas podían esperar porque estaba hambriento. Kris tenía una constitución de toro, pero tantas horas sin comer nada sólido era demasiado para él.
LuHan esperó hasta que él había comido la mitad del plato para sacar la lista de llamadas. A ese paso, podría pedirle trabajo como secretario. No sabía mucho sobre ordenadores, pero al menos podía escuchar el sonido del teléfono sin que le diera un infarto. Algo había ganado, se decía.
—La primera llamada era sobre una comida que tenías que llevar.
— ¡Maldita sea! Se me había olvidado —exclamó él—. La semana que viene haré doble turno.
—Después te han llamado de una asociación benéfica para preguntar si querías comprar mermelada. Le dije al hombre que los llamarías la próxima semana y que, si seguías en el mundo de los vivos, comprarías una tonelada —siguió. Kris dejó el tenedor a medio camino y lo miró de reojo—. Era una broma. Le dije que estabas muy enfermo y que, posiblemente, nunca volverías a necesitar mermelada. Las tres siguientes llamadas eran de una tal señora Cal. Kris... ¿esa mujer está bien de la cabeza?
—Perfectamente —contestó Kris, cruzándose de brazos—. Pero hay que conocerla. ¿Qué quería?
—No estoy seguro. Algo sobre unas serpientes que le iban a caer en la cabeza. No sé si tú lo entiendes, pero yo... en fin, pensé que la pobre estaba mal. El caso es que ha vuelto a llamar varias veces para preguntar cómo te encontrabas. Me dijo que te diera whisky con melaza, pero no tanto como para emborracharte.
Kris lanzó una carcajada. Le dolía, porque aún tenía la garganta irritada.
—Lo mejor será empezar desde el principio —comentó por fin—. ¿Quieres más café? —preguntó, levantándose para servirse la segunda taza, bien repleta de azúcar.
Mientras LuHan se levantaba para llevar los platos al lavavajillas, Kris le explicó que la señora Cal era su vecina y que tenía un perro que había nacido sordo—. Es un perro muy listo y necesita ejercicio. Yo suelo sacarlo a correr un par de veces por semana.
—Ah, claro. Y tú saliste a correr con él la otra noche. Supongo que eso también explica lo de la cuerda.
—Sí —asintió—. El problema es que, como es sordo, no oye las llamadas. En esta época del año, suelo ponerle una cuerda larga y corro con él para que no se pierda.
— ¿Estuviste corriendo con el frío que hace? No me extraña que te derrumbaras nada más llegar.
Después de decirlo, se arrepintió. No estaba acostumbrado a hombres de ese tipo. Su ex marido solía montar un escándalo cada vez que se rompía una uña.
—No me derrumbé, me eché una siesta —la informó Kris.
—Ah, claro, perdón —sonrió LuHan, irónico.
—Mira, dejémoslo —sonrió Kris a su vez—. ¿Qué más te ha dicho la señora Cal?
—Lo de las serpientes. ¿La entendí bien?
—Seguramente —contestó levantándose para guardar la mermelada—. No está usted aquí para trabajar, joven Xiao —añadió cuando el otro empezó a fregar los cubiertos.
—No es trabajo. Además, es culpa mía que te pusieras enfermo. Me acoges en tu casa y yo te devuelvo el favor contagiándote la gripe.
—Después de este desayuno, estamos en paz. Además, si quieres que te diga la verdad, antes de que vinieras había empezado a hablar solo. Y me han dicho que eso no es buen signo en alguien de mi edad —sonrió. Lu lo miró, escéptico y Kris se preguntó si el gesto sería por el comentario sobre su edad o sobre su estado mental. La verdad era que le gustaba vivir solo. Estaba acostumbrado a ello. Pero si se lo decía, podría interpretar que le estaba pidiendo que se fuera y eso heriría sus sentimientos. Y Kris preferiría poner una mano en la estufa antes que herir los sentimientos de aquel chico —. Supongo que se refería a Splotch.
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Todo un caballero
FanfictionKris había decidido cambiar de vida en cuanto se enteró de la existencia de su hijo. Tenía que construir una casa, convertirse en padre, formar una familia. Se acabaron los heroísmos y la vida de riesgo. Pero cuando se encontró con un precioso chico...