Capítulo 9

321 34 4
                                    


Era curioso cómo se acostumbraba uno a las cosas, pensaba Kris mientras corría a un lado de la carretera, sin percatarse de la fina lluvia que empezaba a empaparlo. En algún momento, Xiao LuHan se había convertido en una costumbre. Como ponerse azúcar en el café, o tabasco en la tortilla. Como el hábito de mover los hombros cuando se levantaba de la cama. Como el hábito de respirar.

En un corto período de tiempo, se había acostumbrado a oírlo reír, a verlo en su casa, a su gesto de concentración cuando estaba leyendo. A la música que solía tararear mientras preparaba el café o a su forma de cerrar los ojos y respirar profundamente cuando salían a pasear. Como probando el aire. Era muy sexy cuando hacía aquello.

Sólo había dormido con él una vez, pero lo había estado observando. Obviamente, los sueños de este eran más sosegados que los suyos.

Sí, se había acostumbrado a LuHan. Un hábito que no había querido adquirir, pero que iba a ser muy difícil de romper.

Kris había desesperado de encontrar a la pareja ideal. Cuando intentaba mantener una relación seria con alguien, era un completo fracaso. Él había sido el primero en admitir que se había comportado como un crío cuando conoció a Tao en una fiesta en Connecticut, poco después de ascender a oficial. Estaba hinchado de orgullo y se portaba como un tonto. Por accidente, había tirado una copa sobre su traje y, cuando se ofreció a limpiarlo, Tao le dijo que sería mejor que lo llevase a casa para cambiarse de ropa.

Y lo había hecho, pero nunca volvieron a la fiesta. Cuando salió de su casa a la mañana siguiente, estaba completamente enamorado. La mitad de los hombres y mujeres de la base estaban enamorados de Tao y no entendía por qué lo había elegido a él. Lo que no sabía era que Tao había aceptado casarse con él, pero no pensaba serle fiel.

Con SuHo había sido más pragmático. Tener un esposo haría más fácil que pudiera pedir la custodia de su hijo. Así se lo había explicado a este y SuHo había aceptado.

Pero, dos meses más tarde, mientras estaba enfrascado en las cañerías de la casa, SuHo le había dicho que buscaba en la vida algo más de lo que él podía ofrecer.

—Tú no quieres una pareja, Kris —le había dicho—. Lo que necesitas es una niñera para tu hijo.

Cuando había conocido a LuHan, había perdido la esperanza de encontrar una persona (hombre o mujer) en su vida y estaba concentrado en construir un auténtico hogar para Lay. Rescatar a un chico desesperado y enfermo en medio de la carretera no había sido parte del plan.

Antes de que se diera cuenta, se había metido de nuevo en otra relación sin esperanzas. Con un chico que lo escuchaba cuando él necesitaba hablar, que se alejaba cuando quería estar solo, que lo obligaba a mirar las cosas con lógica cuando estaba más desesperado.

Para ser un hombre que había huido sin pensar en nada cuando su mundo se le había caído encima, era muy sensato. Lo había obligado a comer o a dar una vuelta para despejar la cabeza. Lo había obligado a pensar con perspectiva.

Y, por si eso no fuera suficiente, le había ofrecido su cuerpo cuando su cabeza estaba a punto de estallar y su cálida presencia en la cama cuando había despertado en medio de una pesadilla.

Estaba colgado de LuHan. No creía tener ninguna oportunidad, pero estaba loco por él.

JaeHyun llamaba cada dos horas, aunque no había nada nuevo. Un par de pistas que no llevaban a ninguna parte, alguien que había creído verlo, pero que después no se podía comprobar. LuHan lo había obligado a meterse en la cama, diciendo que, si su hijo tenía dos dedos de frente, se habría refugiado en algún sitio para pasar la noche. Las temperaturas habían bajado y el viento del norte soplaba con fuerza.

Todo un caballeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora