*Capítulo 2*

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El cielo comenzaba a deshacerse de todas las nubes que osaran opacar la luna de esa noche, el frío nocturno comenzaba a invadir varios cuerpo que paseaban por el pueblo a esa hora, buscando refugio en sus casas o en algún bar, o prácticamente se escondían en sus bufandas, algunos jugaban con el vahó provocado por sus bocas y otros niños se llevaban dos dedos a rozar sus labios, como si estuvieran fumando.

-Tiempo sin verte- sonrió a la luna llena Levi, sus labios se curvaron levemente en una frágil sonrisa, y la nostalgia le atacó por la espalda, recordando el cómo obtuvo ese poder tan maravilloso, tan frío que lo protegió hasta el día.

Tenía 13 años, justamente ese año había comenzado el secundario en ese pueblo, no era que tuviera muchas opciones, menos con su situación económica decayendo cada mitad de mes, les era imposible mudarse en ese tiempo, siendo además ayudados por el gobierno.

Levi, desde el primer día, sufrió maltrato de parte de sus compañeros; apenas había tartamudeado dos o tres palabras  ya todos le trataban de rarito, ¿era su pelo negro, sus grandes ojeras, sus ojos aceitunas sin casi señal de vida, secos de amor paternal, su cuerpo tan pequeño al igual que su estatura?
Comenzaban con simples insultos que le afectaban de gran manera, siendo marginado a causas de sus compañeros, aprendió a comer solo, a hacer sus tareas grupales solo, a estar solo, no podía siempre molestara su hermana con sus caprichos tan ociosos.

Los insultos comenzaban a incrementar ¿era por ser huérfano?, si siempre metían a sus padres en medio de cada palabra.

"Que idiota, dejar morir así a sus padres- seguro que tus padres no te querían- me das asco- ¿Acaso no te ves al espejo?- eres una pequeña mierdecilla que morirá al igual que tu madre- cobarde- yo al menos no dejaría morir a mi madre- hijo de puta, no me mires- asqueroso- ¿Eres gay? Ja, que mierda-"

Luego de los insultos seguían los golpes, comenzaban con un empujón de hombro, luego con ambos brazos, hasta que llegaban a golpearlo a patadas contra los casilleros con una fuerza poco moderada. No faltó mucho tiempo para que su hermana notara los grandes moretones en su pecho, piernas y brazos, incluso grandes y dolorosos hematomas que manchaban su níveo cuerpo. Levi no podía más, el pensamiento sobre el suicidio y las ganas de pasar una navaja por sus antebrazos se hacían más firmes y poderosas cada noche, sus lágrimas siempre fueron acompasadas por el repiqueteo de las gotas de lluvia contra la ventana de su cuarto, sus gemidos de dolor acallados por los truenos, y su corazón se volvía a cada lágrima en un frágil trozo de hielo que se rompía a cada palabra, y se fortalecía a cada sonrisa forzada.

Pensó que encerrarse entre libros de ficción le ayudarían, su imaginación se incrementó positiva mente, imaginaba y dibujaba a cada personaje que era descrito en las amarillentas hojas llenas de tinta, imaginaba cómo sería volar con enormes alas, controlar el tiempo con un simple beso, descubrir al impostor entre toda la trama, ser un detective, le encantaba. Pero eso sólo empeoró el abuso.

Su libreta de dibujos y teorías se habían ido a la mierda cuando Eren las encontró en su banco, en primer lugar fue culpa de Levi y su atolondrada cabeza por haberse olvidado de ese pequeño detalle al tratar de irse primero.

-Ere...n- había pronunciado con temor, y de repente todos sus golpes comenzaban a arder de nuevo, como si se los hubieran hecho recién, el aire se le estaba acabando.

-"Parece que Ana podría a matar a Frederik por el amor de Arthur... Pero si lo mata Anabelle se queda sin pretendiente por culpa de su hermana"... Que cosa más patética, ¿o no, Levi?- preguntó con sorna cerrando el cuadernillo de golpe- ¿No te importa que a esta cosa tan inservible le prenda fuego?- había sacado su encendedor, amenazando con la llama la cercanía entre ambos.

Mi Príncipe De HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora