*Final*

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Sinceramente, esto iba a ser un libro de humor, no sé de dónde salió esta cosa tan deprimente, gracias por sus bellos votos y comentarios, me encanta hacerlos sufrir, disculpen si el final no es el mejor, debía terminarlo y el sueño me gana.

Gracias. Lu^^

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La soledad era lo único que acompañaba a Levi durante la semana, lucía demacrado; sus ojos habían perdido la poca alegría que brillaba tan débilmente, su celular no servía más que sólo un reproductor de música y registros de las últimas llamadas de su hermana. Los estudios se habían ido al caño al ver una y otra vez sus notas y no tener disponible un tutor para que las firmase y así poder ir al complementario.

Era recibido en el colegio por miles de miradas que degradaban lástima y pena por él, algunos temían el acercarse por su pasado de abuso.
Eren lo miraba desde la distancia con otros ojos, con esos ojos verdes claro que trataban de hacerte suspirar y terminar en una sonrisa, orbes bellos que querían ver una diminuta sonrisa en los pálidos labios de Levi, pero que lamentablemente no conseguía.

Levi se escapaba a la terraza durante las horas de música, se escapaba en el frío que creaban sus manos con tanta destreza, con tantos gritos y tantas lágrimas. Suplicaba al cielo mil veces antes de derrumbarse por su anemia que avanzaba peligrosamente.

Eren más de una vez lo encontró y envolvió en sus brazos con cuidado, sin saberlo se encontraba susurrando palabras de aliento que no creyó salir de su propia boca.

Tantas veces lo había visto ahí, parado contra la baranda de la azotea, notando la duda sobre si saltar o no. No sabía que ambos habían ganado la necesidad de sentir los labios del otro, siendo eso la única salvación de un tormento que no tendría fin.

Las palabras eran falsas pero era lo único que los reconfortaba, los "te amo" se hacían escuchar junto a sus débiles latidos y sus cuerpos se friccionaban más para sentirse amados.

Eren disfrutaba de profanar a Levi, más temía besar sus labios durante el momento porque sentía que eso se convertiría en algo más que simple morbosidad. Le gustaba y aterraba de sobremanera su pálido cuerpo, sus costillas, sus hematomas, sus piernas y el rastro de lágrimas que recorrían su corazón.

Le había soplado miles de mentiras para tenerlo, sin embargo él también las escucho, Levi sabía jugar y en ésta partida no perdería, aunque no le quedase nada.

No sabían por qué lo hacían, si por necesidad o desesperación de un tacto que no fuese falso, un roce que logre erizarles la piel y millones de problemas en su cabeza, una locura que no tendría salvación.

El silencio al despedirse no podía ser más doloroso.

Ése día, cuando Levi estaba rozando con sus pies la orilla del edificio se entregaron a un último beso, una última mirada.

Levi se vistió con una corona sobre su cabeza con copos escapando de sus negras pestañas, pegó sus fríos labios a los carnosos de Eren y le sonrió confidente.

Levi Ackerman desapareció cuando entró en lo profundo del bosque, nadie se molestó en buscarlo, rápidamente ése nombre había desaparecido de la boca de todo el pueblo.

El mismo atardecer, cuando Eren se enteró de la noticia gracias a un susurro del viento, corrió a la terraza con prisa; gritó al cielo gris y rompió un vidrio con todo el odio de su cuerpo, creía que ya se había secado de lágrimas y a pesar de ello no dejaba de llorar.

Se encontraba solo en ese miserable mundo.

El vidrio le sirvió de algo, cortó tantas veces sus brazos que la falta de sangre le afectaba, todo era borroso pero pudo distinguir el delgado cuerpo de Levi entre la penumbra.

-Mi príncipe de hielo, espero que hayas encontrado tu reinado –las palabras de Eren Jaeger nunca fueron escuchadas.

Y su cuerpo fue enterrado junto a la tumba de Mikasa Ackerman.



Mi Príncipe De HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora