*Capítulo 7*

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Esta vez lo hice sin mi Beta porque no se pudo conectar pro problemas personales, si ven un error corre a mi cuenta. Gracias por leer y pueden reproducir el vídeo si gustan

Lu^^

OoOo

Ya perdió la cuenta de cuántos golpes le había dado ya a Eren, por lo que veía se había pasado con la fuerza pues éste ya escupía sangre con violencia.

-Hoy recibí más golpes de parte de tus "amigos"- caminaba tranquilo haciendo crujir las ramas bajo sus pies, el bosque cerca del río era perfecto para perderse en uno mismo o en su estupidez al no recordar el camino –tres de ellos fueron más lejos que de costumbre, patadas con botas de lluvia no son para nada suaves.- terminó de hablar dándole otra patada en las costillas a Eren, jadeando por recuperar el poco aire que había perdido.

-No fui yo, yo no los mandé- trató de razonar Jaeger aferrándose de su estómago en un débil intento de permanecer consciente y disipar el dolor, pero la humedad y el frío se lo impedía.

-¡No te creo!- gritó justo antes de lanzarle más golpes, la suela de su zapato se había congelado y aumentaba el dolor. Estaba enojado y desquitaba todo su odio hacia los demás con el que se supone inició su martirio; paró sus golpes en un movimiento seco haciendo crujir los huesos de sus piernas, escupió al costado del cuerpo medio tendido y habló –Mira cómo me dejaron.- levantó su buzo y camisa mostrando los grandes moretones en su estómago y espalda.

-Levi...- formuló su voz inaudible para cualquiera menos para el nombrado quien lo miró dudoso, bajó sus prendas y se colocó en cuclillas, obteniendo entre sus dedos la barbilla del contrario. Aprovechó en limpiarle un poco de sangre que salía de sus labios con sus mangas y mirarle sus facciones.

-¿Qué?- preguntó sin interés relamiendo sus labios, teniendo la idea obscena de probar el sabor de la sangre junto a los belfos de Eren.

-Tócala... La canción.- suplicó en un murmullo, su voz le raspaba la garganta por la fuerza ejercida y sus dedos se aferraron a los tobillos de Levi, tan patético.

Levi no dijo nada, lo miró extrañado y con curiosidad, los ojos de Eren tenían la pupila dilatada y su cuerpo temblaba a causa del viento cual hoja en otoño. Con brusquedad se deshizo del agarre de su tobillo, se limpió un poco sacándose la suciedad y suspiró, ¿cuántas veces había hecho lo mismo en el día? Sentía que viviría entre suspiros e ilusiones, pero eso es demasiado cliché y sabe que las ilusiones se rompen como vidrio, así que sólo viviría.

No tuvo problema en buscar el violín en el salón de música y tampoco se sintió como un hurtador. Regresó con Eren quien yacía recostado contra un árbol contando quién sabe qué con los dedos, tal vez los granos de tierra o sus esperanzas hechas trozos. Colocó el instrumento sobre su hombro de la misma forma que había hecho minutos atrás, sus dedos contaron cuatro cuerdas que fueron rozadas por sus yemas, recordó una pista que solía tocar con Mikasa cuando ambos iban a sus clases de violín y tocaron la primera canción para su madre, tres días antes de su muerte. Mikasa nunca volvió a mirar siquiera un instrumento, se derrumbaba aún si escuchaba la melodía.

Volvió a tocar la misma melodía, y Eren volvió a recordar dolorosamente.

Un violín, uno que tocaba su madre. Con las cuerdas viejas y gastadas, la madera podrida y un arco casi destruido, pero nunca dejó de sonar hermoso ante sus oídos. Siempre se escuchaba la misma canción a las 4:00 de la tarde, era cuando su padre se iba a "trabajar" y su madre tenía tiempo para ella. La melodía acariciaba a Eren de una forma cariñosa, lo que no hacía su madre lo hacían las cuerdas; siempre la escuchaba a escondidas, se sentaba en el suelo como buen niño detrás de las puertas y se endulzaba con la música, aunque ésta estuviera sola al igual que él.

Siempre sonreía a esa hora, se movía suave al compás del sonido y se imaginaba un mundo lleno de amor, ternura y benevolencia, pero entonces el ritmo se volvía más violento y trágicamente todo cambiaba. Su mente se llenaba de dolores nuevamente, sangre y golpes lo manchaban de una forma sucia y poco pulcra, y aun así no habría sus ojos.

Luego se volvía un poco más juguetona por segundos para terminar por calmarse y crear un estado de melancolía en su pequeño cuerpo de cuatro años. Incluso llegaba a llorar. Sus ojos se abrían poco a poco.

Con la vista algo cristalizada por las lágrimas divisaba a la nada, enfrascado en la melodía no salía de su trance, su ser se inundaba de la música que le proporcionaba su madre. Le agradecía, agradecía que ella tocase; porque sentía que lo hacía por él, y murmuraba un "te quiero" que se perdía entre las notas.

(...)

Levi tocaba con esmero concentrándose en el movimiento de sus dedos, quería tocar igual que su hermana, quería ser como ella. Ella fue valiente saliendo de ese pueblo mugroso con una mujer en la mano quien la acompañaría el resto de su vida, o eso suponía.

Quería ser como Mikasa, quería causar las mismas sensaciones que ella causó en el hermoso solo de su primer concierto, ver la sonrisa orgullosa de su madre inundada de lágrimas de emoción, queriendo que ella olvidase todo el mal de ser un viuda y se concentrara en sonreír apenas unos instantes por ella misma. Y él se limitaba a hacerlo por ella frente a su tumba.

Ambos lloraban en silencio, no se escuchaba más que el viento llevándose la melodía del violín que perdía su fuerza, no podía seguir tocando más, sus dedos le dolían pues no había formado cayos.

Terminó rindiéndose, cortando la melodía de una forma brusca que arruinó por completo el ambiente.

Se dejó caer de rodillas frente a Eren, respirando agitado.

Ambos se miraron sin saber si se conocían.

Se acercaron sintiendo crujir todo bajo suyo.

Y las respiraciones comenzaban a mezclarse, convirtiéndose en una más densa, queriendo tocar esos belfos que ansiaban ciegamente.

Probaron sus labios por segundos. Y una voz los despertó de su sueño, de sus recuerdos.

-Levi...-

Mi Príncipe De HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora