Me encontraba en camino hacia la casa de mi amigo Argus, ya que uno de sus contactos le consiguió por preventa uno de los videojuegos más esperados de este año, así que nosotros dos debemos ser los primeros en mirar los gráficos 3D y la gran historia que este desemboca.
Además, será la primera vez que lo veo después de tres años de haberme ido a Dallas a estudiar.
Al llegar a la casa, me agaché y tome una pequeña piedra del césped de en frente del patio delantero, la lance a la ventana de su habitación y baje mi mirada hacia la cochera, respire hondo y di tres pequeños y cortos saltos en mi lugar para después salir corriendo y subir al techo de esta, una vez que me logre subir, saque el aire y talle mis manos en mi playera, limpiándolas de las pequeñas piedras que se habían enterrado en ellas. El sonido de la ventana abriéndose me estremeció y gire a verla. Ahí estaba Argus, mi mejor amigo desde los trece, con una gran sonrisa.
Sonreí igual y corrí hacia el estirando mis brazos, cuando estuve lo suficientemente cerca, me lancé a abrazarlo, me correspondió y juntos caímos al suelo.— bienvenido a casa Vernos.— colocó una de sus manos en mi cabeza reconfortándome y dándome la bienvenida que había esperado desde hace tiempo.
— no sabes cuánto te extrañe.— mencione apretando más mi agarre.Después de unos minutos nos separamos y nos sentamos en la alfombra de su habitación, el prendió la consola mientras yo colocaba las baterías a los controles.
—¿cómo está el señor Gilbert?— pregunto sin apartar la vista de los cables de la
consola.— bien.— respondí serio, ya que estaba concentrado en lo mío.
—¿sabes quién más se alegraría de tu llegada? Mi padre, mi madre y mi...— lo interrumpí, ya que mi cuerpo se tensó demasiado, cerré la tapa del control y lo deje con cuidado en la alfombra.
— Argus, no creo estar listo.— mis manos comenzaron a temblar con el tan solo hecho de imaginarme conviviendo con su madre y su hermana.
Me miró con cara de espanto y se arrastró hacia mi tomándome por los hombros y tallándolos suavemente.
— l... lo siento Vernos, pensé que estarías listo para empezar de nuevo.— me soltó y peino su cabello hacia atrás — llamaré a mi padre, deja que por lo menos alguien de mi familia te vea.— sonrío y se levanto, salió de la habitación, pero antes de que cerrara la puerta detrás de él lo detuve con mi voz.
— Argus...— se giró, me miró directamente y volvió a entrar a la habitación, entrecerrando la puerta detrás de él.
—¿qué pasa?—.
Me quite la mochila de mi espalda y abrí el cierre del bolsillo más pequeño, tome dos pequeñas cajitas decoradas con un pequeño moño rojo, una contenía un collar de perlas junto con un anillo de oro, mientras que la otra cajita contenía un labial y collar sencillo.
— el más grande es para tu madre y la más pequeña para tu hermana.— camine hacia él y se las di, al soltar las cajitas sobre sus manos, note que las mías temblaban, así que las quite rápidamente escondiéndolas detrás de mi espalda.
Argus miró los regalos y suspiro para después reírse. —¡¿de qué te ríes idiota?!— grite enojado y sonrojado, ya que jamás había regalado algo a mujeres.— nada, nada.— dijo entre risas, al verme molesto tosió y dejó de reír — muchas gracias.— me sonrió y se fue.
Cerré la puerta detrás de él y me recargue en esta, dejándome caer poco a poco hasta quedar sobre mis rodillas, respire hondo y cerré los ojos, comencé a darme ánimos.
De pronto comencé a escuchar la voz de la madre y la hermana de Argus desde la cocina, al parecer, los objetos que me dijo el viejo de Gilbert si les encantaron. Logré escuchar un "como quisiera abrazarlo ahora" "dale la bienvenida por mi hermano" "que considerado de su parte", lo más considerado sería dárselos por mi mismo, pero no puedo, perdónenme pero no puedo.
De pronto escuche los pasos y la voz de Argus hablando con su padre, me aleje de la puerta rápido y comencé a buscar en mi mochila un regalo que igual tenía para el.
La puerta se abrió y me giré con el regalo en la espalda, cerraron la puerta detrás de ellos y su padre sonrío al verme, camino hasta mi y me abrazo.— es un gusto verte Vernos, mírate como has crecido.— me soltó pero siguió sosteniéndome de los hombros. Estire el regalo frente a él haciendo que me soltara completamente, tomó el regalo delicadamente y comenzó a abrirlo. — sinceramente no tenías que hacerlo, pero gracias.— metió la punta de sus dedos y saco una corbata azul marino con líneas de un color un poco más claro.
— el señor Gilbert me dijo que un hombre de negocios jamás rechazaría una corbata, y la verdad yo no sabía que comprar y me angustie por qué en realidad..— colocó su mano en mi cabeza haciendo que callara, la ansiedad comenzaba a invadirme.
— agradécele al señor Gilbert, ya que fue muy inteligente al decir eso, ¿tú la escogiste?— asentí con la cabeza — pues que buen ojo tienes hijo, la cena estará en unos minutos y en realidad me encantaría que cenarás con nosotros en la mesa.— tense la mandíbula, Argus tomó el brazo de su padre para alejarlo un poco de mi.
— papa, Vernos no...— lo interrumpí.
— está bien Argus, creo que puedo cenar en la mesa, ¿por algo debo empezar si quiero cambiar, no creen?— sonreí y ellos dos igual.
Su padre salió de la habitación dejándonos solos. Comenzamos a jugar en la consola antes de que la cena estuviera lista, mientras hacíamos esto, le platicaba a Argus como me había ido en Dallas, el viejo Gilbert obtuvo una mejor paga y me pudo pagar un maestro particular que asistía a la casa todos los días en la tarde, adelantando mis estudios hasta el grado en donde debería estar; así no debía asistir al colegio ni convivir con niñas. Al terminar los tres años del lapso laboral del viejo, pudimos regresar acá a San Diego y volver a comenzar desde cero.
— ¿él te propuso el entrar al colegio?— pregunto sin quitar la vista de la televisión.
— si, la verdad no quiero, pero en algún momento tendré que enfrentarme a todo esto así que...— la puerta se abrió y la madre de Argus se asomó, pero sin entrar más del límite.
— chicos, la cena está lista... ¡Oh! Lo siento Vernos.— bajo la mirada y se encontraba a punto de irse.
— no se preocupe señora.— mencione un poco tembloroso, Argus y yo nos levantamos y puse pausa al juego. La señora entro y sonrío.
— mi marido mencionó que bajarías a cenar con nosotros, ¿te sientes listo?— asentí y respire hondo, Argus dio unas palmadas en mi cabeza y sonrío, para empezar a caminar hacia el comedor.
Al llegar a este, me senté entre Argus y el padre, mientras la madre servía las cacerolas y la hija colocaba los cubiertos, jamás las había visto por más de cinco segundos, la verdad es que ambas son muy lindas y tratan de respetar mi espacio lo más que pueden.
— Vernos, ¿quieres un poco de puré?—pregunto su hermana mientras sostenía un cucharón con una gran porción de puré.
— por favor.— hable un poco tembloroso y estire mi plato hacia ella.
Estuve atento a su acercamiento, lento pero seguro, un poco del miedo que sentía desapareció de mi cuerpo y sentía una carga menos en mis hombros, ya podía convivir con toda la familia de mi mejor amigo Argus.