9.

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Una semana después, mi relación con Jenna se fortaleció demasiado, podía convivir con ella sin agobiarme tanto.

— ¡Chicos!— los chicos, Jenna y yo miramos detrás nuestra, eran Betty y sus amigas.

— ¿qué pasa?— las chicas sonrieron y a cada uno de nosotros nos dieron un papel que parecía ser una invitación.

— mis papás estarán fuera de la ciudad por este fin de semana.— hablo Betty —entonces haré una fiesta y quisiera que ustedes vinieran también.— ellas no le habían dado nada a Jenna, pero luego Penélope rompió mi confusión.

— tú también estás invitada representante—. Le estiro la invitación y ella sonrió agradeciendo.

— bien, espero que estén ahí, no pierdan su invitación que si no no pasan, nos veremos después.—

— nos veras ahí princesa.— dijo Daniel, sonrieron, se dieron la vuelta y se marcharon.

— que bien, hermanos, debemos ir si o si, quien vota por qué si.— dijo Daniel, aunque la verdad no presté mucha atención a lo que decían ya que me quede mirando por unos minutos a las chicas que caminaban riendo mientras se alejaban de nosotros, además de que se veía que susurraban algo que no logre entender.

—vamos Jacob, ¿por qué no irás?, hermano porfavor.— mire a James quien se encontraba rogándole a Jacob, ya que él se negaba a ir.

— yo igual no iré.— dije mientras trozaba el papel y lo metía en mi mochila.

—¿qué, por qué?— dijo Jenna mientras miraba confusa.

— entonces yo igual no.— dijo Argus, pero el solo guardo el papel.

— chicos, vamos, ¿por qué?— dijo Daniel rodeando el cuello de Argus y mío.

— ellas no me caen bien, además, me desespera estar alrededor de mucha gente.— me lo quite de encima y seguí caminando. Los chicos se quedaron atrás. Jenna se colocó al lado mío y tomo mi mochila.

— vamos Vernos, deberíamos salir a algo diferente, además.— se colocó al frente mío y comenzó a caminar hacia atrás — esta será la primera fiesta a la que vaya que no sea un cumpleaños de mi familia, por favor.— en pocas palabras también sería mi primera fiesta, pero la verdad se de que van estas cosas, y no quiero someterme a tanta presión.

— no insistas Jenna— la aparte a un lado y seguí caminando, el viejo ya debe estar esperándome en la entrada, debemos ir por mis pastillas.

— ¡por favor Vernos! No seas un aburrido y vamos.— mi paciencia bajó hasta el infierno y explote.

— ya cállate de una vez, te he dicho que no quiero ir y no iré, que te quepa en esa gran cabeza que tienes.— mi sangre hirvió, ella se estremeció y se hecho a llorar.

—¿por...por qué me gritas así?, no hay necesidad de que seas tan rudo conmigo, ¿de acuerdo?— se cubrió el rostro y los chicos sólo miraban desde más atrás.

—Jenna no...— camine hasta ella y me le pare en frente — lo siento, no quería tratarte así, explote, lo siento.—

Comenzó a limpiarse las lágrimas y tratar de calmarse, tomo mi mano y la colocó en su cabeza. Las ansias comenzaban a invadirme y trate de quitarla, pero ella la mantenía ahí con fuerza. Después de unos segundos me deje llevar y acaricie su cabeza lenta y delicadamente, ella soltó mi mano y sus labios hicieron media sonrisa.

— mira Jenna, de todos modos seguiré sin ir, y te recomiendo que tú igual no vayas, pero si en realidad quieres ir ve, Daniel y James estarán contigo.— asintió y quite mi mano — debo irme, nos vemos más tarde.— me di la vuelta y salí corriendo.

Debo aprender a controlarme más o terminare solo, me miro las manos y veo que tiemblan sin parar, respiro hondo y con las dos peino mi cabello hacia atrás.
Vi el auto del viejo y subí en el copiloto de su auto. Me miró por unos segundos y prendió el auto.

— ¿qué ha pasado?, estás pálido.— puso primera y arranco hacia una farmacia cercana.

— yo...— mire mi mano, abrí la ventana y me mire en el retrovisor — no quería gritarle a Jenna.— me dio un golpe en la cabeza y me queje sobándome — ¿qué te pasa viejo?—.

—¿aún no lo puedes controlar?— giro a la derecha.

— no.— susurre — ¡no, no, no, no, no!— con cada no daba un puñetazo a la guantera, frustrado.

— hey, hey, mocoso, para— metió su mano entre mis puñetazos y su auto causando que le diera un buen golpe, pare inmediatamente y lo mire un poco asustado. — diablos.—

— viejo lo siento yo...— alzó la voz y dijo que callara, se estacionó y saco dinero de su billetera para dármelo junto con la receta.

— compra tus pastillas.—

Asentí y baje rápido.
Le di la receta a la trabajadora y camino hacia la parte de atrás para buscarlas, cuando me las trajo empezó a marcarlas.

    — ¿es todo hijo?— mire a un lado mío y una gran caja llena de colores llamo mi atención, tome una de las cajas y comencé a mirarla a detalle. — ¿es todo?—. Volvió a preguntar.

    — ¿qué es esto?—  ella tomó la caja y mencionó en voz alta el nombre de esto.

    — florina, oh, estos son unos nuevos calmantes que han llegado.— lo dejo a un lado y colocó mis medicinas en una pequeña bolsa.

    — deme una caja— me miró y negó con la cabeza —¿qué?—.

    — necesitas receta médica y ser mayor de edad para tomarlas, son ciento quince dólares con ci cuenta y ocho centavos porfavor.— di un golpe a la barra y esta retrocedió un poco.

    — mire...— respire hondo y saque mi billetera, tome tres billetes de cien dólares más el billete de quinientos que me había dado el viejo — no soy mayor de edad y mucho menos tengo una receta médica, tome todo, no me de el cambio, pero deme esa cosa—. La fulminaba con la mirada, miro el dinero y lo tomo lentamente, checo que estos fueran reales y entonces marco la caja colorida y la puso en la bolsa. — gracias linda.— sonreí falsamente, tome la bolsa y me di la vuelta, saque de la cajita el frasco que al parecer contiene líquido dentro, lo guarde en mi bolsillo y tome el cambio que el viejo debería tener.
Subí al auto, le di la receta y el dinero, no dijo nada, solo encendió el auto y arrancamos hacia casa.
Cuando llegamos inmediatamente recordé que tenía que probar esa cosa liquida que me daría la paz y tranquilidad que yo busco.

    — bienvenidos, he preparado la comida por favor... ¡Vernos, ¿a dónde vas?!— grito al final, ya que había subido a mi cuarto a toda velocidad.

Cerré la puerta con seguro y saque todas las cosas, empecé por tomar mi medicina normal, que consta de seis cápsulas con diferentes funciones, claro, cada una para tratar cada problema en mi, las tome a prisa y sin cuidado de no mojarme. Me mire en el espejo y me acerqué, note mis ojeras, mis ojos con una vista perdida. Me sentía nervioso, saque el frasco y mire las instrucciones, dos gotas cada veinticuatro horas o dependiendo del estrés, lo mejor sería empezar por lo que dice y ver cómo me va.

CAJA PERFECTA SIN OXÍGENO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora