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Regresé a casa ya dadas las ocho de la noche. Daniel obligó a su medio hermano a comprarnos unas cervezas, y después de que le rogara por unas buenas horas y limpiara los platos, accedió y nos compro tres a cada quien.
En la tarde habíamos ido a una casa abandonada a beberlas y hacer algunas payasadas en esta, ya que era como su base secreta por así decirlo. Ni Jacob ni James tomaron las suyas, ya que ellos después irían a cenar con sus padres y no querían estar ebrios, así que nos las repartimos entre Argus, Daniel y yo; así que se podría decir que vengo un poco ebrio.

—¿dónde estabas?— cerré la puerta y me giré para encender la luz y encontrarme con el viejo sentado en el sofá fumando un puro.

—¿yo?— me apunté a mí mismo y levante la ceja — estaba con amigos— me quite mi mochila y la tire a un lado mío.

El viejo dejó el puro en la cigarrera y se levanto para caminar hacia mi. Me tomo del cabello, no agresivamente, y me acerco para olerme.

— ¿tomaste alcohol?— me soltó y me miró fijamente.

— un poco.— torció los ojos y se dio una leve palmada en el rostro. — por favor, fue un poco, déjame vivir, ¿sí?—. Comencé a encaminarme hacia mi habitación a paso lento, esperando a que me dijera algo, pero al parecer se resignó y decidió no crear un pleito, ya que ebrio soy un poco agresivo.

Al siguiente día, la alarma me despierta a las seis de la mañana, saco mi mano de las sabanas, exponiéndola al frío de la habitación y una vez que toco el aparato le doy un golpe con la mano cerrada y lo hago callar.

— maldición.— me tallo el rostro y me siento, de pronto todo me da vueltas y vuelvo a caer boca arriba sobre la cama.
la puerta se abre y entra una señora con delantal y comida en mano.

— buenos días Vernos, soy la nueva ama de llaves de la casa, puedes llamarme...— comencé a retroceder hasta que caí de la cama — ¡Muchacho!— escuche que dejó el desayuno en la mesilla de noche y corrió para tratar de ayudarme.

— ¡no me toque!— la señora se estremeció y retrocedió lento alejándose de mi — ¿dónde está el viejo? El jamás...— me interrumpió.

— el ya me había contratado, solo que he estado fuera de tu horario, y ahora me ha pedido que me mude y ayude con los labores.— se acomodó el cabello tras la oreja y bajo la mirada.

— Tráeme el teléfono, ¡rápido!— seguí en la esquina cubriéndome con las sabanas, ella asintió y salió corriendo.
¿Pero qué pensaba el viejo al contratar a una mujer? ¿Qué quiere ganar con esto?

— aquí está el teléfono.— me levante y ella se detuvo de golpe.

— no te acerques más.— baje un poco mi mirada y me encontraba en ropa interior, así que rápido tome la sabana y me cubrí. — no me mires y lánzame el teléfono.— la mujer se tapo los ojos y lanzó el teléfono, lo atrape con mi mano derecha y comencé a marcar al número del viejo.

— ¡ya salte de mi cuarto!— le apunte a la puerta y la sabana volvió a caer. asintió nuevamente y salió cerrando la puerta detrás de ella.
Gilbert ha contestado el móvil.

— ¿me quieres explicar que ha pasado? ¿Por qué has contratado a una mujer?— pregunte molesto.

— deberías estarte alistando para el colegio, además estoy ocupado, ¿más tarde lo hablamos si?—

CAJA PERFECTA SIN OXÍGENO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora