A la mañana siguiente, al despertar, mi cuerpo dolía y Jacob, seguía en la misma posición, me lo quite de encima sin cuidado y me levante, me estiré y camine hacia el baño, lave mi cara y la seque con una toalla pequeña. Volví a la habitación y mire a Jacob envuelto en las sabanas como burrito.
Tome mi teléfono y marque a Argus.— hey, escucha, ¿sabes dónde están Daniel y James?— la curiosidad y enojo me invadieron de golpe.
— hola, buenos días, si amanecí bien gracias, creo que se quedaron en un hotel, ¿por qué?— hablo, se escuchaba que también acababa de despertarse.
— abandonaron ayer a Jenna, me hablo a las dos y media de la mañana y me dijo que había caído a la alberca, pero más bien fue...— me interrumpió completando mi frase.
— un accidente provocado, ¿no?, también me lo imagine, así son Betty y sus amigas.— tire de mi cabello frustrado y asentí con la cabeza junto con un suspiro.
— ¿sabes en qué hotel están?— hubo un silencio en donde solo escuchaba su respiración — contéstame Argus, ¿en qué hotel están?—. Alcé la voz.
— en el Hard Rock, por la avenida principal.—
Colgué inmediatamente y lance el celular a la cama. Me acerqué a Jacob y lo moví, abrió los ojos y elevó su cabeza en forma de duda, comencé a vocalizar.
— toma tus cosas, iremos por tu hermano.—
Tome una sudadera y le di la suya a Jacob, bajamos al primer piso y entre a la cocina, saque dos sándwiches de nieve y uno se lo lance a él y el otro lo abrí y me lo metí a la boca, tome las llaves del auto de la entrada y salimos en silencio de la casa, subimos al auto y arrancamos hacia el hotel.
Al llegar, me estacioné, apague el auto y respire hondo, ¿será lo correcto bajar con la sangre hirviéndome de coraje?, toque mis bolsillos y no encontré mi frasco, al parecer lo había olvidado.— rayos...— susurre, me di un golpe en las piernas con ambas manos y volví a respirar hondo — bien, entraré.— le di unas palmadas a Jacob en su hombro y le indique que bajáramos.
Entramos al hotel en pijamas, que importaba, no nos quedaríamos mucho; nos acercamos a la recepcionista y preguntamos por los chicos.— y ustedes son...— dijo la señorita curiosa.
— bueno, él es su hermano y yo su amigo, el joven Daniel es nuestro mejor amigo en común, verá, anoche asistieron a una fiesta y solo queremos saber cómo se encuentran, ya que no marcaron ni avisaron a sus padres, por favor.— mantuve mi distancia, ya que la mujer me daba mala vibra.
La señorita sonrío sonrojada y se colocó el cabello tras las orejas y comenzó a buscar en la computadora.— están... se encuentran en la habitación quinientos catorce en el piso ocho.— sonreí e igual sonrío Jacob.
— gracias querida.— salí corriendo con Jacob detrás mía.
Comenzamos a subir las escaleras como locos, descansábamos cada dos pisos, ya que los escalones eran demasiado altos, las piernas dolías como el primer día de ir al gimnasio. Cuando llegamos a la habitación, llame a la puerta calmado.
—¿quién?— era la voz de Daniel, maldito.
— servicio a cuarto.— hice la voz más aguda y volví a tocar, escuche los pasos acercarse a la puerta, mire el suelo y coloque un paso adelante mi pie izquierdo, troné mi cuello y me coloqué en posición de dar un puñetazo, y claro que lo iba a dar.
Se abrió la puerta y Daniel se dejó ver.— sería mejor que...— se dio cuenta de que no era servicio a cuarto y paro de hablar, aparte de que ya mi puño había aterrizado en su mejilla haciéndolo caer al suelo —¿vernos?, pero que...—. Lo interrumpí y me adentré más a la habitación.
—¿dónde está James?— pregunte frío, dejando a un lado que había golpeado a Daniel. No obtuve respuesta, pero no la necesite, ya que estaba en la cama con otras dos chicas, que no lograba reconocer o jamás las había visto en mi vida. El se sentó de golpe y apenas al verme, le di otro puñetazo, las chicas gritaron, se cubrieron con las sabanas, tomaron su ropa y salieron de la habitación.
James se levanto enojado por el golpe que le di, me dio un golpe igual y me hizo hervir la sangre más de lo común, así que lo empuje y trate de darle otro golpe pero Daniel me tomó por la espalda y me alejo de el, Jacob tomo a su hermano y lo alejó de igual manera de mi.—¡suéltame, suéltame!— me quite de encima a Daniel y lo empuje lejos de mi.
—¡¿qué te pasa inútil?, ¿por qué vienes hasta acá a solo golpearnos?!— grito james tratando de abalanzarse sobre mi nuevamente, pero era retenido por Jacob.
—¿cómo se les ocurre abandonar a Jenna en la fiesta?— todo se quedó en silencio, Daniel y James se miraron entre sí y torcieron la boca, pareciera como si la hubieran dejado a propósito o se les hubiera olvidado completamente. — me llamo en la madrugada, diciéndome que había caído "accidentalmente" a la alberca y no los encontraba, si me prometen algo cúmplanlo, me prometieron que cuidarían de ella.— alce la voz mientras me sobaba el golpe que me había dado James.
— mira, déjanos explicarte Vernos, lo que pasa es que si, al principio nos fuimos sin ella pero volvimos y...— les di la espalda y comencé a alejarme de ellos, no quería escuchar más escusas tontas.
— cállense y no me hablen más.— cerré la puerta y corrí al auto. Me encerré y trate de normalizar mi respiración.
Volví a casa, encontrándome con la sorpresa de que el viejo me esperaba enojado en la sala, me limité a darle las llaves y pedirle perdón, subí a mi habitación y busque mi frasco, tome cinco gotas, me lancé a la cama de nuevo y enterré mi rostro en la almohada fría.
Tome mi celular y llame a Jenna, tres veces, y no obtuve respuesta, normal, debe estar enojada por qué no fui por ella anoche, pero se lo... Agh, ya no importa.— Vernos...— giré mi rostro, era el viejo, quien al cruzar la mirada conmigo, se adentró más a la habitación. —¿qué pasa?—. Colocó su mano en mi cabeza y comenzó a tallarla.
— todo bien viejo, no te preocupes, en serio.— cerré los ojos por el relajamiento que me estaba causando su mano en mi cabeza.
— recuerda que estoy aquí para ti, ¿si?, aunque no sea de sangre ni legal, soy tu padre, y estaré aquí para ti.— medio sonreí y asentí, claro que lo sé viejo.
—¿por qué tan amoroso viejo?— abrí los ojos, sonrío en forma de burla y se alejó de mí.
—necesito que me hagas un favor—. Torcí los ojos y reí.
— claro que si, no podías comportarte amoroso sin tener nada a cambio.—