Anna Blue

Hope

Mirando la ventana, hacia la luna, me sentía mas que tranquila, teniendo el mundo en enigma, mi corazón en llanto y mi alma oscurecida por el odio al gran vacio en mi mente, aún así estaba tranquila, no lo se, quizá puede que este demasiado triste como para preocuparme, ya que ni siquiera tenia ganas de subir al tejado a mirar , pasan así, los segundos, los minutos, horas...
Momentos escasos desde que llegue aquí, pequeños momentos que disfrutare muy joróscho.
Me dormí, como si nada importase incluyéndome a mi.

Mañana siguiente.

—¿Que rayos fue lo de ayer?
Preguntándome si debería reírme llorar o darme un tiro.

—¡Amelia!
No, sea lo que sea, no fue un sueño, baje las escaleras con cuidado ya que todo estaba medio borroso y fuera de lugar.

—Hora de clases.
Un gran suspiro salio de mi.

—Levanta a Sofia, pequeña zorra, irán todas a la escuela.
Sin ganas de bardo, subí las escaleras y abrí la puerta, Sofia pintaba las estrellas en la pared al escuchar la puerta jalo un lazo que dejo caer una gran cortina sobre la pintura, volteo la mirada a mi, con aire agitado.

—Oh, Anna, eres tu...
Solto un un suspiro de alivio.

—¿Que hacías?.

—Na
Hizo una pequeña pausa.
—Nada.
Al decir eso, sus ojos se iluminaron, esa luz de nuevo, era como las estrellas, esperanza, en que todo estaría alguna vez...mejor.

—Vamos, puedes confiar en mi.
Tiro del lazo tres veces, de la cortina se asomó la pintura gigante, grandes estrellas, hermosas abstractas...
Era, era arte...

—Vaya...
Solté dando un paso atrás para contemplar mejor, lo que miraba era incluso un poco mejor que el propio cielo...

—Tengo mas...
—con una escoba abrió desde donde estaba el armario.

—Abajo de la caja de zapatos hay un compartimiento, Monica lo hizo para mi.
Busque por unos minutos, ahí estaban, obras de arte, en una estaba yo, callendo de un cielo sin estrellas a un mar lleno de estas y bajo estas una ciudad.
Solté una risa apenada.

—¿Es malo ?.

—No, solo que no soy digna de ser retratada.
Sonreí

—Yo te admiro, eres mi heroína numero uno, Anna.
Me miro como si yo fuera a sacarla de todo, pero no, nadie se salva de su propio futuro...

—¿Por qué piensas algo como eso?

—Eres fuerte, divertida a pesar de todo, y especial.
Sonreí una gran sonrisa.

—¡Anna!, ¡Sofia!.
Jannet, teníamos que estudiar.

—Cierto, iras a la escuela conmigo.
dije con gusto.

—¿ De verdad?

—Por supuesto.