(aquí tienen el primer capitulo slsadje, espero que les guste, Chapstick: protector labial)
Estaba tomando un paseo nocturno por la costa, sintiendo la suave arena bajo mis pies descalzos con cada paso. Las fuertes olas se estrellaban contra la costa, el sonido viniendo como música para mis oídos. Mi piel hormigueaba con cada golpe de la suave brisa de verano, el distintivo olor de la sal del océano llenando mi nariz. Mientras frotaba ligeramente mi Chapstick con sabor a cereza sobre mis labios secos, ellos formaron una sonrisa amarga. El bálsamo solo sirvió para sumar su dulce sabor a las numerosas sensaciones viniendo a mí en ese momento.
Siempre me he encontrado a mí misma completamente en sintonía con mis cinco sentidos, pero esa noche, estaba en sintonía con todos menos uno. Mi vista estaba borrosa por las lágrimas que estaba tratando de contener. No podía apreciar la exótica escena a mí alrededor. En todo lo que podía pensar era en la expresión de decepción en el hermoso rostro de mi mejor amigo.
Ben Hudson era la única persona en el mundo que podía hacerme sentir de la forma en que lo hacía esa noche.
Tal vez la tristeza que sentía era sobre todo debido al hecho de que todavía tenía expectativas, expectativas que sabía solo me causarían dolor.
Razoné para mí misma que tenía el derecho de estar herida. Era mi cumpleaños. Él era mi mejor amigo. No debería haberlo olvidado.
Pero lo hizo. Una vez más.
Sabía que la decepción en su rostro cincelado era más hacia sí mismo que hacia mí. Sabía que podía vencerse a sí mismo sin cesar por sus descuidados deslices, y créeme cuando digo que él tiene muchos de esos. Así que, esa noche, me preguntaba a mí misma si solo estaba sobre-reaccionando.
Me encontré a mí misma decidiendo que lo hice, de hecho, sobre-reaccioné y ya era hora de quitar el gran peso de mi pecho. Me dirigí de regreso hacia la villa que los Hudson alquilaban para sus vacaciones familiares, decidida a solo volver a divertirme con la persona más importante en mi vida, y entonces recordé..
Recuerdo lo que sentí al verlo con sus brazos sobre Tanya Wilson, la hermosa rubia que lo había tenido caliente por todo el verano.
La imagen tiró rápidamente todos los pensamientos de besar y disculparme con Ben por la ventana.
—Dios, Ally... Lo siento mucho... Soy un horrible mejor amigo... —Fueron las palabras que salieron de sus labios cuando se dio cuenta de su error. Me alejé de él y terminé en la playa, con ganas de golpearme a mí misma en la cabeza por ser tan sensible.
Me debatí en contra de mis acciones, pensando que estaba siendo injusta. Después de todo, no era culpa de Ben que cayera en el mayor cliché de todos los tiempos cuando me decidí a tener sentimientos de no-mejor-amigo, por mi mejor amigo. Era por eso que verlo con Tanya dolía tanto, especialmente al darme cuenta de que nunca podría ser como Tanya. Simplemente no era el tipo de chica por la que un chico como Ben iría. Yo sabía eso y aún así me dejé enamorar por sus encantos. Me odiaba a mí misma por ello, pero era lo que era. En ese momento, estaba demasiado segura de que él era en realidad el amor de mi vida.
¿Pero puede alguien realmente culparme por pensar de esa manera?
Ben era tan de ensueño como el ensueño podía ser. Era alto, bien formado, inteligente y tenía esa sonrisa deslumbrante que avergonzaría a las de los modelos adornando las portadas de cualquier revista. Él era divertido, seguro y popular. También era dulce y amable cada vez que quería serlo. Más que nada de eso, él me vio. Él me dio la hora del día cuando nadie —ni siquiera mis propios padres— lo harían. Era con Ben con quien nunca me sentí invisible... excepto cuando Tanya estaba cerca.
Al tomar ese paseo por la noche, sabía que estaba engañándome a mí misma. No había manera de que pudiera estar enojada con Ben durante demasiado tiempo. Me gustaba pensar en mi misma como fuerte e independiente, pero a decir verdad, no me podía imaginar una vida sin Ben en ella. Mi dependencia de él me asustaba. Era aterrador darme cuenta de que necesitaba a otra persona tanto como yo lo necesitaba a él.
Había estado caminando por la orilla del mar por alrededor de una hora, cuando de repente me di cuenta de que no estaba sola. Alguien se me estaba acercando por detrás. Mi corazón saltó. Estaba tan segura de que era Ben, que cuando un extraño apareció a mi lado, no pude ocultar mi decepción.
Debió haberlo notado, porque una sonrisa se formó en sus labios.
—¿Esperabas a alguien más, amor?
Lo miré con recelo, recordando las veces que mi padre me dijo que no hablara con extraños. Lo miré de arriba a abajo, asumiendo su apariencia. Contuve la respiración. No pude encontrar palabras para describir lo bien parecido que era el hombre. Él era casi hermoso. En lo primero que me fijé fue en cómo sus ojos azules eran unos tres tonos más brillantes que cualquier otro que haya visto antes. Era un fuerte contraste con su pálida —casi blanca— piel y cabello oscuro. Lo siguiente que noté fue que era fácilmente más de quince centímetros más alto que yo. Su altura, hombros anchos y su delgada constitución física me recordaron a Ben, pero tenía una presencia que era mucho más imponente que la de mi mejor amigo.
Mi mirada se posó en su rostro.
Me di cuenta de que me estaba inspeccionando justo tan cerca a como yo a él. Sus ojos en mí de repente me hicieron sentir incómodamente vulnerable. Le di un segundo pensamiento al consejo de mi padre, pero cancelé rápidamente todas las nociones de hacer caso a su consejo, cuando recordé que él dejó de preocuparse hace mucho tiempo. Me incorporé a mi altura y reuní todo el coraje que tenía para evitar escapar de este extraño.
Gran error.
La confiada sonrisa no dejó su rostro ni por un momento.
—¿Te gusta lo que ves?
Fruncí el ceño, molesta por su audacia.
—Un poco lleno de ti mismo, ¿no?
Dio un paso adelante, más cerca de mí, e inclinó su cabeza hacia la mía.
—¿No tengo derecho a estarlo?
Sabía que lucía bien, y no estaba dispuesto a actuar como si no lo hiciera.
—Lo que sea. —Fue mi oh-tan-brillante respuesta.
Mis hombros se hundieron con la derrota mientras daba un paso atrás, abrumada por lo cerca que estaba. Rodé los ojos y lo hice de ciento ochenta grados, no del todo en el estado de ánimo para jugar cualquier juego que este extraño estaba proponiendo.
Pronto me daría cuenta de que estaba a punto de jugar su juego tanto si me gustaba como si no. Me agarró del brazo y volvió mi cuerpo hacia él. El movimiento solamente hizo que cada alarma interna que tenía se fuera en un frenesí.
Este hombre era peligroso y yo lo sabía. Intenté escabullirme lejos de su toque, pero no era rival para su fuerza.
—Dime tu nombre —ordenó.
Estaba a punto de negarme, pero me horroricé al encontrarme impulsivamente dando mi nombre como respuesta:
—Ally Claremont.
Trazó su pulgar por encima de mi línea de la mandíbula.
—Hola, Ally Claremont. Eres una chica estúpida por salir a caminar sola a estas horas de la noche. Nunca sabes qué tipo de mal podría sucederle a una cosita bonita como tú.
Me pregunté exactamente qué tipo de mal era él. Pero de pronto me vi abrumada por las sensaciones que estaban rodeándome. Mis sentidos se llevaron todos de una vez. Oí las olas, sentí la arena bajo mis pies, olí la sal del océano, probé el sabor de la cereza en mis labios y vi al maníaco desconocido aparecer mientras me clavaba una aguja en mi cuello. El efecto fue instantáneo. Apenas podía jadear, y mucho menos gritar. Pasé de sentir todo a sentir absolutamente nada.
Mi último pensamiento consciente fue que yo nunca podría ver a Ben otra vez.

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Shades.
Paranormal❝Puedes cerrar tus ojos a las cosas que no quieres ver, pero no puedes cerrar tu corazón a las cosas que no quieres sentir.❞ monsterarehuman®