20. Confianza.

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En el momento que nuestros ojos se encontraron, el miró hacia otro lado, casi como si estuviera avergonzado acerca de algo. De hecho fue… lindo, una palabra que nunca pensé usar para describir a Harry Styles. Mientras caminábamos de regreso al Pabellón, se mantuvo en silencio, sumido en sus pensamientos, ni siquiera miraba hacia mí.

—Dijiste que querías enseñarme a defenderme —dije finalmente, rompiendo el silencio, detestando la pared que parecía estar construyendo entre nosotros.

—Sí. —Él asintió. Hizo una pausa como para recomponerse a sí mismo—. Pero si no quieres…

Fruncí el ceño. ¿Desde cuándo le importa lo que yo quiero? Decidí no hacer un alboroto sobre eso.

—Quiero.

La pesadez de nuestra conversación recayó sobre mí. Quería volver a lo cómodas, ligeras y casuales que nuestras interacciones eran antes de que las cosas tomaran un giro peor. Antes de que apareciera Lucas. Todavía estaba conmocionada, aún tenía miedo de lo que Lucas era capaz, pero insistir en los problemas no era realmente uno de mis fuertes. Fue una de las principales influencias de Ben sobre mí. Él nunca me permitió la autocompasión. Así que puse mis manos en Harry, acostumbrándome a lo frio que era, con la esperanza de dejarle saber que lo que había pasado no había cambiado mi opinión de él.

—Me gustaría si dejases que las otras chicas se nos unieran también—le sugerí, apretándole la mano.

El gesto pareció aclarar un poco su estado de ánimo. Sus hombros se relajaron mientras me daba una mirada cariñosa.

—Por supuesto. —Él asintió.

Luego se detuvo y tomó mis manos entre las suyas. Dejó escapar un suspiro. Parecía como si estuviera sopesando cuidadosamente cada palabra que diría.

—Estoy pensando que deberías de comenzar a dormir en mi despacho de ahora en adelante.

Estaba sorprendida. Entonces una sonrisa burlona se apoderó de mis labios.

—¿No crees que nos estamos moviendo un poco demasiado rápido?

Bromeé, guiñándole un ojo. Me estaba burlando de su propuesta, pero la verdad es que tenía un puñado de reservas acerca de estar en el mismo dormitorio, mucho más de estar en la misma cama, con un vampiro chupasangre.

Él me dio una mirada divertida, quizás preguntándose si me debería tomar en serio o no.

—Lo digo en serio, Ally. Entiendo que tengas reservas, pero te prometo que no intentaré nada contigo. Solo quiero asegurarme de que estás a salvo.

Hago un gran esfuerzo para evitar que mi mandíbula caiga. ¿Realmente estaba pidiendo mi consentimiento? ¿Él no me estaba ordenando dormir en su cama? ¿Hemos ido más allá de no hacer preguntas, porque la palabra de su “oh alteza real” era el que decidía todo y será todo en mi completa existencia? Lo pensé un poco. La idea de siquiera volver a mi habitación en el pent-house me enfermaba. No estaba segura de si confiaba lo suficiente en Harry como para mantener su palabra, y que en realidad, no tratara de brincar encima de mí; pero entonces la alternativa de estar sola en una habitación, y la posibilidad de tener una vez más a Lucas trepando sobre mi cama en el medio de la noche, era una opción mucho menos atractiva.

Asentí y miré a esos azules ojos suyos.

—¿Puedo confiar en ti, Harry?

La expresión en su cara y la manera en que me respondió fue suficiente para decirme que él no estaba tomando la situación a la ligera.

Él asintió.

—Sí, Harry. Puedes.

En los días que siguieron, probó que sus palabras eran ciertas. Harry nunca dijo nada o siquiera menciono nada que violara mi confianza. Parecía que tomaba mucho cuidado en asegurarse de que lo que yo quería hacer era lo que le pedía que hiciera, pero eso realmente era una gran diferencia. En realidad él comenzó a preguntar. Al principio parecía tan diferente a él… casi antinatural, pero con el paso del tiempo, se volvió más común entre nosotros. O al menos para mí.

Los días, oh en el caso de la Sombra de Sangre, las noches se volvieronuna rutina. Comenzábamos el desayuno antes de que él me trajera a mí y a las chicas a la Fortaleza Carmesí para entrenar con armas de defensa contra los vampiros. Para horror de sus hermanos, él realmente nos dio a cada una nuestras propias estacas de madera. Él, sin embargo, nos advirtió con severidad que esas armas solo eran para nuestra defensa y nada más. ¿Deberíamos usarlas para cualquier otro propósito?, dejó claro que él no dudaría en matarnos. Fue un recordatorio de que la parte feroz y amenazantede él todavía estaba ahí, no importa cuán cuidadoso y gentil podría ser conmigo.

Shades.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora