4. Harry.

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(hey! que tal? ayer no pude subir, lo siento:( so.. aquí está el capitulo! Desde aquí narra harry:)

Al momento en que mis ojos se abrieron, pude escuchar todo, oler todo, sentir todo lo que estuviera a cuatrocientos metros a la redonda. Estaba seguro que la sensación por sí misma llevaría a mi cuerpo completamente a un estado de shock, hasta que mi vista se fijó en una cara familiar. La mujer en quién había confiado lo suficiente para confiarle mi escape de todo.

—¿Cora?

Era extraño. La última cosa que recordaba era el rostro de Cora mientras me desvanecía en mi sueño. Solo había dormido por un momento antes de despertarme bruscamente. Quería saber si algo había salido mal con el hechizo. Mirando a la bruja, no pude evitar preguntarme cómo era posible que se viese más joven. Encontré mi respuesta cuando la exuberante belleza de piel ligeramente bronceada y una cascada de rizos largos y castaños sacudió su cabeza.

—No soy Cora. Soy Corrine.

Me levanté de golpe del bloque de piedra que había servido como mi lugar de descanso… por cuánto tiempo, era lo único que podía pensar. Asimilé mí alrededor, estaba en una sala iluminada con velas, pisos de mármol y pilares gigantes. La primera palabra que vino a mi cabeza cuando inspeccioné el lugar fue santuario.

Observé a la mujer con la que me encontraba en la habitación, desconfiando de sus intenciones. Me tomó un momento notar su extraña ropa. Observé cómo estaba vestido y me di cuenta que quizás había pasado más tiempo de lo que había pensado al principio. En este punto, ya no importaba realmente. El punto era que no se suponía que iba a despertar. Nunca. Despectivo al ver que me habían despertado cuando había pedido explícitamente que me dieran un escape del que no despertara, grité una orden como príncipe de la Sombra de Sangre.

—Quiero ver a Cora. Tráela.

Odiaba el tono autoritario que mi voz tomaba naturalmente. ¿Quién era yo para dar órdenes? Yo no era un príncipe, mucho menos el Salvador que Vivienne decía que era. La profecía de la que habló justo después de convertirnos en vampiros me perseguía inmediatamente cuando la recordaba. El más joven reinará sobre padre y hermano y solo su reinado puede proporcionar a su especie verdadero santuario.

Todavía recuerdo cómo lucía la cara de Vivienne cuando recitó esas palabras. Más que eso, vi las expresiones de mi padre y hermano. Resentimiento.

Cerré de golpe el episodio de nostalgia en el que me estaba hundiendo y alcé una ceja a la mujer frente a mí. ¿Por qué no se estaba moviendo? Estaba sorprendido por mi propia indignación ante la idea de que ella no saltara inmediatamente para cumplir mis órdenes.

A pesar de mis dudas respecto a gobernar, no estaba acostumbrado a que otros no me obedecieran. Después de estar peleando durante cien años para sobrevivir y liderar mi aquelarre en la Sombra de Sangre, había terminado acostumbrándome a ser reverenciado y seguido. No estaba seguro de que me gustara eso sobre mí, pero era lo que había.

—¿Le gustaría que caváramos en su tumba, su Alteza? Dudo que su cuerpo sea de mucha ayuda para aclarar las preguntas que tenga en mente.

Hice una mueca. Su Alteza. Un recordatorio del día en que mi padre se tomó a pecho la tonta idea del aquelarre de proclamarlo rey de la Sombra de Sangre. Sin embrago, el título no me molestaba tanto como la noticia de la muerte de Cora y la forma en que esta mujer se dirigía a mí. Tragué fuertemente al tiempo que agarraba las esquinas del bloque de piedra en el que estaba sentado.

Las sensaciones cursando a través de mis venas dejaron completamente claro lo que mi cuerpo estaba pidiendo a gritos en ese instante. Sangre. Estaba famélico de sangre. Otro amargo recuerdo del pasado del cual quería escapar cuando autoricé a la bruja a ponerme una maldición de sueño.

Desesperado por desviar mis pensamientos a otra parte, dirigí mi mirada a Corrine.

—¿Quién eres?

—Soy la bruja de la Sombra de Sangre, descendiente de la gran bruja, Cora.

Me detuve, manteniendo mi mirada sobre ella. Solo esa información demandaba mi respeto. No había duda de la razón por la que me hablaba de esa manera. Si era descendiente de Cora, era mejor tenerla como aliada que como enemiga. Solté un suspiro, no muy seguro de querer escuchar la respuesta a mi siguiente pregunta.

—¿En qué siglo estamos?

—Veintiuno.

Desvié mi mirada mientras registraba esa información. Cuatrocientos años. Había escapado por cuatrocientos años.

Corrine comenzó a rodearme como un maldito buitre. Podía sentir su desconfianza. Me estaba escudriñando, quizás preguntándose qué significaba mi despertar para la Sombra de Sangre.

Quería decirle que no significaba nada, porque planeaba escaparme de todo esto otra vez. Pero había demasiadas preguntas atravesando mi mente, aunque no estaba muy seguro de si quería escuchar las respuestas.

—¿Por qué estoy despierto?

—Simplemente ya era el momento.

—¿Momento de qué?

—De que Harry Styles pare de actuar como un cobarde y enfrente lo que se supone que tiene que hacer. Gobernar.

Apreté mi mandíbula, mis dientes rechinaron.

—No pedí esto.

—Tampoco nosotros, pero si su Alteza está entretenido planeando cualquier idea de volver a su respiro de ensueño, entonces le sugiero que lo olvide ahora, príncipe. Hasta que haya hecho su parte, no hay manera de escapar. Cora se aseguró de eso.

—¿Qué quieres de…

Antes de terminar con mi pregunta, las puertas dobles hechas de fina acacia se abrieron tambaleantes y mi hermano mayor Lucas y me hermana gemela Vivienne, entraron a paso firme en la habitación. Lucas me dio un corto asentimiento. Eso era lo más cercano a afecto de hermanos que nos habíamos mostrado. Vivienne por otra parte, lanzó sus brazos alrededor de mi cuello, susurrando lo feliz que estaba de que al fin estuviera despierto. No pude evitar decirle exactamente cómo me sentía.

—Al menos uno de nosotros lo está.

Y luego pasó. Podía sentir mi estómago apretarse y retorcerse. El olor era abrumante, prácticamente intoxicante. Cuando las vi, no pude evitar preguntarme de quién había sido la idea traer este tipo de crueldad a mi despertar.

Mientras que mi hermana se apartaba para que yo pudiera ver, recordé todo. Recordé por qué era tan importante que me mantuviera dormido.

Cinco hermosas y jóvenes chicas —inocentes— y no mayores que yo cuando me había convertido en vampiro, estaban frente a mí. Podía sentir su miedo y el depredador en mí estaba desesperado por liberarse. Me odiaba por eso, pero no quería nada más que drenar hasta la última gota de sangre de cada una de ellas.

Shades.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora