Ella parecía tan tranquila, tan serena, tan inocente mientras la llevaba hacia su habitación y la tumbaba sobre su cama. Ninguna otra mujer —y créeme cuando digo que había estado con varias— tuvo el mismo efecto que Ally Claremont tenía en mí. Era frágil y vulnerable, y a la vez fuerte y resistente. Había entrado muy recientemente en mi vida, pero se sentía como que la había conocido durante años.
Era extraño el modo en que me sentía sobre cómo ella me escuchaba y trataba de despejar mi mente después de mi tempestuosa explosión. Estaba agradecido, pero al mismo tiempo, estaba enfadado con ella. Dentro de la sala de música, me había escuchado dar mi pasión por la música. Escuchó hasta que el agotamiento y el sueño le robaron su atención de mí. Tumbada en el banco de madera con almohadones dentro de la sala de música, ella era un festín que observar, con su vestido cubriendo esas largas, pálidas piernas suyas, sus mechones de cabello rojo en cascada caían por la orilla del banco y sus labios rosados ligeramente apartados mientras respiraba. Mi estómago se revolvió simplemente al mirarla, preguntándome en qué estaría pensando que le permitiera ser tan vulnerable alrededor de una criatura como yo, una que podría perder el control en cualquier momento y arruinarla completamente.
Pero de alguna forma, dentro, sabía… sabía que nunca podría dañarla de esa forma, simplemente porque yo nunca sería capaz de perdonarme por ello. Puede que no tuviera suficiente autocontrol para dejar de alimentarme de otros, pero con Ally, no podía permitirme perder el control. Se había convertido en mi principal vínculo con la humanidad y estaba claro para mí que su ruina sería mi ruina.
Por tanto, con cuidado la agarré entre mis brazos, totalmente consciente de la cantidad de piel de su cuello y hombros que estaba expuesta ante mí y cuánto quería probar un poco de ella. Sin embargo, era fácil para mí retractarme. Ella se las había arreglado para hacerse muy preciada para mí incluso como para pensar en la destrucción.
La dejé en la cama redonda cubierta con lino rosa y piel blanca. Había una sonrisa en mi cara mientras salía de su habitación. Con Ally, se sentía como que había encontrado mi brújula. Sabía que mientras la tuviera, tenía a alguien para mantenerme en el suelo, alguien que dirigiera mi camino. Solo con Ally, tenía una razón por la que estar despierto.
No teniendo ninguna deseo —o necesidad— de perderme en el sueño, volví al salón y descubrí cómo ver las “películas” que me había presentado. Estaba alucinado por los aparatos que la humanidad había conseguido crear durante los años. Nunca los habría imaginado posibles en mi día.
Pasé casi todo el resto del tiempo viendo una película tras otra, movido por las historias y las vidas reflejadas. Tuve que recordarme durantevarias veces lo que dijo Ally: no era real, solo actores representando un papel, como en los teatros de nuestro tiempo.
Estaba de buen humor cuando llegó la mañana y fui ágil a echarle un vistazo a Ally. Por lo tanto, cuando llamé a su puerta, no esperaba ser respondido con silencio. Llamé de nuevo. Nada. Mi corazón se disparó, seguro de que a pesar de mi cuidado, ella había tratado de escapar una vez más. Abrí la puerta y miré alrededor de la habitación. El olor de la sangre invadió inmediatamente mis sentidos y me sorprendí al descubrir que mi primer instinto no fue hambre, sino una embargante sensación de comprobar que Ally estuviera bien.
Una emoción a la que no estaba muy acostumbrado me asaltó cuando la vi. Era una extraña mezcla de alarma, preocupación y protección. Estaba sentada en una esquina de la habitación, temblando mientras sujetaba sus piernas fuertemente contra su pecho. Sus ojos verdes desvelaban total y absoluto terror.
Sabía que algo estaba increíblemente mal, pero no podía ni siquiera empezar a imaginar lo que podía haber pasado para causar tal reacción por parte de ella.
—¿Ally? —pregunté, preocupado.
Me arrodillé delante de ella y traté de apartar su cabello de su cara. Ella se encogió ante mi tacto, un cruel contraste ante cuán cómoda y segura estuvo conmigo la noche anterior cuando voluntariamente se había apretado contra mí en el sofá del salón y mientras estaba tocando el gran piano.
Un enfermizo pensamiento se formó en mi estómago mientras una posibilidad tras otra venía a mi mente. No podía entender qué le estaba causando estar así.
—¿Qué ha pasado, Ally? —le urgí.
Sus labios temblaban muchísimo, estaba seguro de que no podría entender una cosa que saliera de su boca incluso aunque decidiera responder mi pregunta. Ahí fue cuando me di cuenta de algo que ella estaba agarrando con su tembloroso puño derecho. No quería hacerlo, pero no importaba cómo se encogió, forcé su mano, desesperado por saber qué estaba pasando. Era un mechón de cabello rubio. Mis cejas se juntaron. Justo entonces, uno de los guardias entró a través de la puerta abierta.
—¿Señor? —habló.
—¿Qué? —pregunté, sin molestarme en mirarle.
—Una de las chicas, Gwen. Ha desaparecido.
Mi mandíbula se tensó y mi estómago se encogió cuando me di cuenta de lo que podría haber pasado. Instintivamente, caminé hacia el baño de Ally, dándome cuenta de que ya estaba abierto. Empujé la puerta para comprobar el interior. Rabia que no había sentido en un largo tiempo empezó a consumirme ante lo que vi. En una piscina sangrienta de agua, descansaba el cuerpo sin vida de Gwen en la bañera. En sus muñecas había marcas de mordiscos. Alguien la había mordido hasta morir.
Era un ataque deliberado hacia mí y una amenaza evidente para Ally. El guardia, que estaba justo detrás de mí, jadeó audiblemente ante la vista.
—Se suponía que tenías que vigilar a las chicas. ¿Cómo ocurrió esto? —pregunté, desesperadamente controlando mi temperamento.
—Señor, yo… no sé… yo…
Me moví rápido y lo arrinconé contra la pared, enfurecido por su faltade responsabilidad. Miré dentro de sus ojos y vi un aire de dignidad ahí. Alcontrario que el guardia, Rasposo, al que había matado hacía no mucho, este no estaba dispuesto a suplicar por su vida. Sabía que era inocente y yo lo sabía también.
Di marcha atrás y aflojé el agarre sobre él.
—Quienquiera que hizo esto, morirá. Consigue todas las fuentes necesarias para averiguar quién podría haberme insultado de esta forma.
Caminé hacia Ally e, ignorando sus intentos de alejarme, la agarré en mis brazos y la saqué de la habitación. No sabía a dónde llevarla pero estaba malditamente seguro que no podía simplemente dejarla allí. Una vez se dio cuenta de que no iba a dejarla ir, se relajó en mis brazos y enterró su cara contra mi pecho antes de dejar ir las emociones que había retenido en su interior. Lágrimas empezaron a marcar su encantador rostro y yo no quería nada más que matar a la persona que la puso en esto.
Sin embargo, había una verdad que yo me seguía negando: solo había una persona en la Sombra de la Sangre que se atrevería a rebelarse contra mí poniendo una artimaña como esta. Lucas.

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Shades.
Paranormal❝Puedes cerrar tus ojos a las cosas que no quieres ver, pero no puedes cerrar tu corazón a las cosas que no quieres sentir.❞ monsterarehuman®