2. Sombra de Sangre.

9.4K 448 14
                                    

Parpadeé varias veces, esperando que pudiera ver con mayor claridad si lo hacía muchas veces. Para nada. Estaba envuelta por la oscuridad y no parecía que eso fuera a cambiar pronto. Sentí como mi claustrofobia estaba a punto de surgir, estaba aterrada, por todo lo que sabía, podría estar en alguna clase de espacio extremadamente cerrado, pero el frío, y la airosa sensación del cuarto pronto me aseguró lo contrario. Traté de moverme a través del espacio pero rápidamente me di cuenta que la falta de luz era la última de mis preocupaciones. Por un lado, estaba siendo retenida por esposas de metal en mis muñecas y tobillos.

Apenas y podía levantar mis brazos sin requerir un considerable esfuerzo. Traté de jalar contra las cadenas. Estaban amarradas a la pared. Sentí paja bajo mis pies descalzos. Pasé mis manos sobre mi cuerpo y sentí la suave tela del vestido blanco que me puse sobre el traje de baño antes de mi inoportuna caminata esa tarde.

Había planeado ir a nadar.

''Si, otra de tus brillantes ideas, Ally. Ahora estás encerrada en alguna clase de calabozo usando solo tu traje de baño y un vestido que no está ni cerca de defenderte del cortante frío. Genio. Una completa genio.''

Apreté los dientes, culpándome por haber sido tan descuidada con mi propia seguridad. Me reprendí a mí misma antes de convertirme en mi villano personal. La severidad de la situación me golpeó con fuerza y era incapaz de suprimir un escalofrío. ¿En qué me había metido?

Estoy en un calabozo. La sola palabra causaba una alternativa de imágenes de historias que había leído sobre lugares como la Torre de Londres y el tipo de tortura que los prisioneros vivían ahí. Apreté los puños, dándome cuenta por primera vez de cuánto amaba mis dedos, mientras imágenes volaban en mi mente sobre alguien enterrando objetos puntiagudos bajo mis uñas.


Si mi meta en la vida era no volverme loca, entonces esto seguro como el infierno que no me ayudaba a cumplir mi objetivo.

Me hundí en el piso, abrazando mis piernas contra mi pecho, recordando todas esas veces en que sentía que algo estaba mal conmigo. Los viejos temores de convertirme en mi madre comenzaron a asaltarme. Mientras crecía, vi a psicólogo tras psicólogo tratando de averiguar “¿qué estaba mal conmigo?” Aparentemente había tenido Déficit de Atención e Hiperactividad cuando era niña y Trastorno Obsesivo Compulsivo durante mi adolescencia. Recientemente, me estaban haciendo estudios por un desorden de bipolaridad. Dada esta situación, estaba segura de que podría desarrollar un desorden extra o dos.

Añadamos estrés post-traumático a la lista.

Escuché sonidos —pasos— viniendo de afuera del cuarto en el que estaba.

Ocho segundos después, la puerta se destrabó y se abrió ampliamente. La incandescente luz entró. Me tomó un par de segundos ajustar mis ojos al repentino flujo de luz. Mi primer instinto fue fijarme en cada detalle del cuarto en el que estaba. Con la luz, se veía menos de lo que imaginaba.

Las paredes estaban hechas de concreto y no de adobe y ladrillo como en los castillos antiguos.

Miré al piso y fruncí el ceño en confusión ante la paja bajo mis pies.

—Pienso que le agrega un toque especial. Hacen a nuestros prisioneros sentirse como si hubieran viajado a la Época Oscura.

Mis ojos rápidamente ubicaron de dónde surgía aquella voz. Todo lo que pude hacer fue mirarlo.

Era el extraño de la playa.

Había tantas preguntas que quería que me respondiera, tantos insultos que quería decirle, pero me quedé callada. Considerando mi situación y mi limitada capacidad para moverme, fastidiar a mi captor no era la cosa más inteligente por hacer.

Me miró de pies a cabeza, de la misma forma que había hecho en la playa. Esta vez, sin embargo, podía sentir su hambre. Él era un depredador. Y yo era la presa. Me estremecí al pensar en exactamente qué clase de depredador me acababa de atrapar en su trampa.

Sus ojos medían la longitud de mis piernas, mientras se me acercaba. Parecía encontrar entretenida mi ansiedad.


Se detuvo a cerca de medio metro de distancia y sonrió mientras me estudiaba de cerca. El hecho de que pareciera complacido con lo que veía hacía la situación aún más escalofriante de lo que ya era.

—¿Quién eres? ¿Qué quieres de mí? —pregunté no porque fuera a escuchar las respuestas. Solo necesitaba romper el silencio, en espera de ocultar mis erráticos latidos.

Alzó la mano y alejó un mechón de mi cabello castaño fuera de mi rostro. No pude evitar encogerme ante el más mínimo indicio de su toque. Todo acerca de él me decía que no estaba segura a su alrededor.

Sus siguientes movimientos solidificaron mis sospechas sobre que sus intenciones hacía mí eran menos que nobles.

Me empujó contra la pared y me arrinconó recargando todo su peso contra mí. Se sentía como si estuviera tratando de romper mis costillas y cualquier otro órgano interno que tuviera.

—Bienvenida a la Sombra de Sangre, Ally. —Se acercó más, su frío aliento contra mi oreja—. Realmente eres una belleza, ¿no es así?

De sus labios, sonaba más como un insulto que un cumplido.

Mis temores estaban siendo reemplazados con enojo. Junté toda la fuerza que puede para levantar mis manos en un intento de empujarlo. Mientras luchaba, me di cuenta de la tosquedad de la pared de concreto detras de mí, rascando a través de mi vestido y rasgando mi espalda desnuda.

Él se rio cuando fallé en mi intento por moverlo si quiera un poco.

—Solo te harás daño a ti misma.

—Te exijo que me dejes ir. Ahora. —dije las palabras con más confianza de la que sentía.

Si había siquiera un leve signo de verdadera confianza en mí, él logró hacerlo desaparecer cuando me agarró del cabello con una mano y de la barbilla con la otra. Acercó su rostro cerca del mío, las puntas de nuestras narices casi tocándose.

—Te hará bien aprender que aquí, no estás en posición de hacer tan impetuosas demandas.—Las palabras salieron de sus labios en un silbido.

Era apropiado para él; estaba revelándome exactamente quién era. Una serpiente. Sus manos liberaron mi cabello y mi barbilla antes de que él comenzara a tentar libremente mi cuerpo en lugares que nadie aparte de mí habían tocado antes. Sus ojos nunca dejaron los míos aun cuando trataba de alejarme de su toque.

—No hay escapatoria, Ally. Si quieres sobrevivir, debes entender que en este reino existes para obedecer. Haz lo que te digan y tal vez te dejaremos vivir.

Le escupí en la cara. Era el único acto de defensa que podía manejar, considerando mí posición de tomar cualquier abuso que a él se le diera la gana hacerme.

Tuve un sentimiento de victoria que solo duró un segundo, antes deque se limpiara el rostro con la palma de su mano. Su otra mano encontró su camino hacia mi barbilla.

—Me preguntaste qué quería de ti. Y solo hay una cosa que puedes darme Ally.

Me le quedé viendo, determinada a morir con dignidad y respeto.

—¿Oh, y qué es eso?

Su respuesta envío escalofríos a través de mi columna.

—A ti.

Antes de que pudiera registrar lo que me había dicho, colmillos seprodujeron de su boca. Empujó mi cabeza hacía un lado, dándole fácil acceso a mi cuello. Sentía como si estuviera en un sueño, pero, por más que trataba de despertarme, no había escapatoria.

Estaba convencida de que mi más grande miedo estaba a punto de suceder. Ya estaba loca, porque en ese momento, estaba cien por ciento segura de que iba a ser comida viva por un vampiro.

Shades.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora