Secreto a medias

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El calor del calefactor envolvía toda la habitación, un pequeño replicar de pititos se oían en la lejanía, de la gran maquinaria en el salón contiguo, afuera el frio se hacía notar en los árboles que eran movidos por el viento, y nosotros ahí estábamos mirándonos con miles de preguntas en la cabeza para formularles a Blanca, esperando no equivocarnos y obtener toda la información que queríamos.

   -Ya muchachos, comiencen las preguntas- dijo Blanca.

   -Comenzare yo - dijo Alex aclarándose la garganta.

   -OK, dispara vaquero.

   -¿De donde vienes?, no no, ¿Qué haces acá?, haber espera, ¿Porque no se puede revelar la información del nuevo mundo?, no espera...

   -Calma, calma - dijo Blanca mirando a Alex- Mejor te cuento lo que se y ustedes me van preguntando.

   -Un momento, quiero saber dónde estamos - dijo María.

   -Lo correcto sería preguntar, ¿Donde y Cuando estamos? - dijo Blanca con aire de grandeza.

Todos nos miramos con desconcierto el ¿Donde? era entendible, pero ¿Cuando? no cabía como pregunta.

   -Si muchachos, estamos en 1986 al sur del mundo, más precisamente en la Patagonia - explico Blanca-. Tengo la capacidad de viajar por el tiempo y el espacio, es una habilidad que herede de mi padre, sé que no lo entenderán fácilmente e incluso para mí fue difícil entenderlo, pero no es necesario que lo entiendan, nosotros tenemos muchas habilidades especiales, como solo teletransportanos, mover objetos con la mente, leer mentes, levitar, entre otros, yo particularmente me gustaría levitar y leer mentes, ¿no les parece?

   -Nuestros ojos fijos sobre Blanca, hablando tan naturalmente que habíamos viajado en el tiempo, que podían levitar, y otras cosas para nosotros solo obras de magos en la televisión, y ahí estaba frente a nosotros, con su bello rostro esperando una respuesta.

   -De que diablos estás hablando Blanca, de ¿dónde vienes? - pregunto María.

   -Perdón por distraerlos, mejor les cuento del principio.

Hace millones de años que nuestra raza habita en el universo, somos conocidos como Vel’iah, siempre hemos existido ahí, tenemos nuestras bases repartidas por todas partes, hace millones de años que experimentamos con el universo, con la finalidad de aprender y mejorar nuestra civilización, ustedes queridos son creaciones nuestras, toda la historia de la humanidad ha sido creada y modificada para nuestra conveniencia, ustedes son lo más parecido que hemos logrado , tanto física , como sicológicamente a nosotros, podríamos decir que fueron hechos a “nuestra imagen y semejanza”, les parece familiar la frase, de donde vengo el tiempo es mucho más lento que para ustedes, un año terrestre es solo un día para nosotros, hemos visto su historia completa, su evolución, destrucción, avances,  imaginen que en solo 25 días he visto toda su vida, son como una granja, en donde les aplicamos ciertas enfermedades y vemos los efectos a largo plazo en solo unos días,  o desastres naturales y estudiamos sus reacciones y como se adaptan, fueron creados por mi raza, fueron el mejor experimento, los felicito.

   -Pero qué diablos estás hablando Blanca –dijo Alex-. Eso es imposible.

   -Es lo que siempre hemos intentado que crean, y por años, (o días), ha funcionad –dijo esbozando una sonrisa.

   -Déjame entender una cosa –dijo María, entre asustada y dudosa-. Tú me dices que “ustedes” crearon al hombre, que nos han estudiado por años, que no somos más que unos bichitos encerrados en el planeta para su beneficio, nos matan, enferman, torturan, para que ustedes puedan mejorar su especie.

  María se levanto de su asiento y se acercó a Blanca, apunto con su dedo en medio de los ojos, y dijo, --pruébalo.

  Estamos en 1986, hemos viajado en el tiempo, además hace unas horas estábamos en el museo y ahora acá, que otra prueba quieres –respondió Blanca.

  - Lo de estar acá aun no me lo explico, pero de estar en los 80 no te creo nada, como me probarías eso, hablar es muy fácil.

  - Ok, María –dijo Blanca, acompáñenme.

   Nos levantamos del sillón y seguimos a Blanca a través de un corredor levemente iluminado, a lo lejos se oigan unos gritos de mujer.

  - Necesito que estén en completo silencio, no hagan nada más, solo miraremos unos segundos y saldremos, si nos descubren tendremos muchos problemas, ¿entendido? –dijo Blanca mirándonos seriamente.

  - Entendido –respondimos al unísono.

   Seguimos por el pasillo, al doblar a la izquierda encontramos una puerta de vidrio, muy iluminada en su interior, se lograban ver artículos médicos.

   - Puja, Puja, ahora Cristina, vamos más fuerte –se oía una voz de hombre desde el interior.

  - Ahhhh –se oyó un grito desde adentro.

  - Miren por el vidrio pero que no los vean por favor, sino sería terrible –dijo Blanca.

  Nos asomamos por el borde de la puerta de vidrio, comenzamos a ver en interior, estaba una mujer recostada en una camilla, a su lado un hombre de pie sosteniéndole la mano, y un doctor a sus pies.

   - Vamos Cristina, una vez más y listo –grito el doctor.

   - Uno, dos, tres, ahhhhhhh –grito la mujer, y un llanto de bebe se hizo escuchar en toda la habitación.

   - Es un varón –dijo el doctor, ¿Cómo se llamara? –pregunto a la mujer.

   - Jack, se llamara Jack –respondió.

  En ese momento preste más atención a las personas las cuales observábamos, estaba claro, ella era mi madre Cristina, el tipo a su lado mi padre.

   - Oh por dios, acabo de ver mi nacimiento –grite, esto es una locura.

   - Shhhhh, silencio Jack –dijo Blanca, nos descubrirán.

   Volví corriendo sobre mis pasos por el pasillo hacia el sillón en donde estuvimos, y me deje caer, me parecía todo completamente irreal.

   Presenciar el día de tu nacimiento no es algo que se ve ni se espera –pensé mientras aparecía Blanca, Alex y María.

  - ¿Estás bien Jack? –pregunto María.

  - La verdad no sé qué decir, ¿Eran mis padres? –pregunte a Blanca.

  - Ella solo asintió con la cabeza.

  - Pero como es posible, ¿Por qué nací aquí?, ¿Qué hacían mis padres en este lugar?

   - Todo a su momento Jack, ¿María te basta con esta prueba por el momento? –dijo Blanca.

  - La verdad no sé qué pensar de lo que pasa acá, pero ya me dio escalofríos –respondió María.

   - Ya tendremos tiempo de más preguntas, ahora debemos salir de aquí, tomen mis manos, rápido escucho pasos.

  - Efectivamente, se oyeron pasos venir desde el corredor que venían hacia nosotros, estiramos nuestros brazos uniéndolos con los de Blanca, y la sala se ilumino, y nos deshicimos en un temblor y mareos, la sala pareció gigante, y desaparecimos en el preciso instante en que el doctor llegaba a la habitación.

  - ¿Blanca, eres tú? –pregunto el doctor, pero solo se encontró con una sala vacía.

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