¿Nos conocemos?

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- Que haremos con estos muchachos – se oía una voz.

- No sé para que nos pidieron traerlos acá, pero  parece que estaban muy cerca de la entrada – respondía otra voz.

 Mis ojos estaban vendados, mis manos amarradas, no era la primera vez, así que ya sabía lo que era, ya no hacia frio, se sentía muy cálido, se oía un ruido muy parecido al tecleo en un computador, por cómo se oía era un gran salón con muchas personas, pero no podía oír sus voces.

 - Libérenme – grite.

 - Calla niño – dijo una voz.

 - Soy Jack, un estudiante, déjenme libre se cosas.

 - No nos interesa lo que puedas saber – dijo otra voz.

 - ¿Jack? , ¿Eres tú? – Se oyó una voz familiar- soy Maria, estoy amarrada a una silla.

 - Por acá muchachos – grito Alex, también estoy amarrado.

 - ¿Se encuentran bien? – grite.

 - SI – se oyó al unísono.

 - Silencio – dijo una voz – mantengan silencio

 - Si me quitas las vendas podremos conversar y aclarar todo – dije.

  -  Quítale la venda a ese bocazas a ver si guarda silencio de una vez por todas – dijo una voz.

 Al estar por fin sin venda, pude notar a mi derecha a Maria y a mi izquierda a Alex, ambos vendados y amarrados a una sillas, el salón era gigante, el sonidos de teclados no era producido por humanos o alguna raza similar, sino una gran maquina con cientos de  brazos que se movía de una lado para otro, presionando botones, encendiendo luces, y moviendo cables. En frente había tres hombres con cara de pocos amigos, uno de ellos parecía ser el jefe.

 - Esta feliz – dijo el jefe – ahora puedes mantenerte en silencio.

 - Ahora deja que mis a amigos puedan ver, no iremos a ninguna parte, afuera hubiéramos muerto, muchas gracias por la ayuda – dije.

 - No es una ayuda muchacho, solo queremos saber que hacen acá.

 - Quita las vendas de mis amigos y contesto a tus preguntas.

 - Tú, quita las vendas de ese de ahí, para que este imbécil hable luego, no tengo tiempo para sus estupideces.

 Uno de los ayudantes, se acercó a Alex y quito sus vendajes de los ojos.

 - Ya su majestad, ahora puede hablar – dijo el jefe haciendo una reverencia.

 - Yo soy Jack, Alex a mi izquierda, y ella es Maria, subimos al cerro buscando refugio – respondí.

 - Y no crees que era más seguro abajo – dijo el jefe.

 - Favor déjenme ver, no soporto estar sin mirar – gritaba Maria.

 - Libera a su alteza real – dijo con sarcasmo el jefe.

 - Gracias a dios, por fin los veo, la oscuridad no me gusta nada – reclamo Maria – pero si eres tú, Pedro, eres tú, este vivo- grito de felicidad.

 - ¿Cómo sabes mi nombre? – pregunto Pedro

 - Eres el hermano de Blanca, ¿Cierto? , nosotros la conocemos, y tú me ayudaste en el laboratorio, pero luego unos tipos te dispararon – dijo Maria bajando el rostro.

 - Como es eso que me dispararon, Blanca es mi hermana, pero yo no te he ayudado en nada, y hasta donde se no me han disparado.

 - Maria, eso aún no ocurre, recuerda que eso pasara en unos años más – grito Alex.

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