Capítulo 31: mi eterna batalla.

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Gabi:

"Menudas historias te montas tu solita Gabi" Eso fue lo único que me dijo Alba cuando le conté toda mi historia con Chloe.

Ahora que subíamos los escalones corriendo a penas podía escuchar lo que me preguntaba.

- ¿Y qué piensas hacer ahora?

- Yo nada, ya tengo suficientes cosas en las que pensar como para encima tener que rayarme la cabeza con ella.- llegamos a mi planta con la respiración agitada y totalmente agotadas.

Cada vez que Alba venía con mi hermano a pasar unos días a casa, nosotras salíamos a correr por las mañanas. No era tanto por hacer ejercicio, sino por tener una excusa para mantenernos al día de lo que nos pasaba. 

Me alegraba de que Fran hubiera decidido salir con ella. Lo mantenía controlado y le volvía sociable, cosa que hasta entonces había sido bastante rara. Los dos llevaban tanto tiempo saliendo que ya consideraba a Alba como mi hermana mayor. 

- Voy a dejar que el tiempo decida como termina.

- Parece que tu tiempo ya decidió- la rubia señaló la puerta de mi apartamento, donde una melena negra como el azabache daba vueltas aburrida- voy a por un par de cafés y así os dejo hablar tranquilas.

- Gran carrera la de hoy- dije despidiéndome de ella con la mano y volviéndome hacia mi gran problema.- Hola.

Chloe me recorrió con la mirada de pies a cabeza. No es que estuviera orgullosa de como me veía, a decir verdad debía ser una de las peores imágenes que podía dar. Pero había corrido durante una hora y bien poco podía importarme eso. Abrí la puerta de mi cuarto dejando que ella me siguiera.

- ¿Va a durar mucho?- pregunto abriendo las puertas de la terraza. Chloe se había sentado y se revolvía el pelo pensativa- me voy a la ducha. Si viene Alba ábrele la puerta.

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Chloe:

¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Qué se supone que debo decirle?

Por el amor de dios, viendo como me ha hablado probablemente lo último que quiera es tenerme en su casa. 

Sentía las palmas de las manos sudorosas. Estaba nerviosa, muy nerviosa. 

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Gabi:

Me quedé un tiempo dentro de la ducha. Lo cierto es que no esperaba verla allí, al menos no tan pronto. 

Quizás eso no sea algo bueno. 

La idea me dejó muda bajo el agua. Estaba enfadada con ella por como me había tratado, pero... la situación era tan rara. 

Para cuando salí de mi sauna personal, sentía los pantalones más pesados y la camiseta demasiado grande. Le había dado el tiempo suficiente para salir corriendo de mi habitación, pero ella seguía allí. Estaba sentada jugando con la vieja guitarra que le robe a mi hermano y la cual nunca aprendía tocar. 

Los dedos de Chloe se movían con tranquilidad por los trastes del instrumento. Su ceño permanecía fruncido, mirando a algún lugar lejano de la habitación. Parecía tan absorta en su mundo, que ni siquiera se percataba de lo que cuerpo hacía. 

Yo intenté no hacer ruido. Me quedé mirando como los mechones de su pelo se movían con cada punteo. Viéndola así, se me hacía imposible verla como a mi profesora. Ahora tan solo era la chica que me sacaba de quicio, siendo tan ella que no podía ni siquiera enfadarme por lo que hacía. 

Rompiendo normas en la escuelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora