Chloe:
- Nuestra segunda semana juntos Chloe. ¿Hiciste lo que te dije?
- Sí, me apunté al gimnasio y, no lo creía, pero ayuda- afirmé no muy convencida. Lo cierto es que no lo pensaba, pero con el paso de los días había descubierto que a veces era mejor mentirle.- aunque tengo que obligarme a ir.
- Bueno, eso es más pereza que otra cosa. ¿Cómo te sientes hoy? Te veo cansada.
Lo estaba. Todas las noches las pasaba en vela o me despertaba cada poco tiempo. Era algo frustrante que no conseguía controlar, pero dudaba que él pudiera ayudarme con eso así que simplemente dije:
- Estoy bien.
- ¿Cómo va tu perro? ¿Yuma se llamaba no?
- Sí- dije sonriendo por primera vez en toda la semana- está muy bien, le gusta haber vuelto. Me hace pasarme casi todo el día en la calle.
- Eso está bien.- afirmó el psicólogo- te vendrá bien tomar el aire. Bueno, que te parece si empezamos la sesión donde la dejamos la última vez. Estábamos hablando de cuando era pequeña.
- Sí- me acomodé con en el sillón sabiendo que aquello iba para largo.- como le dije, mis padres son gays, cosa que no era muy normal por aquella época. Eso hizo que los niños de mi clase me mirase raro o se rieran de mí. Los profesores pensaban que yo no me enteraba, pero sabía que a mis espaldas hablaban de mi madre.
- De tu tía- me corrigió él.
- Sí. Además, ser la más lista de clase no ayudó a que las burlas no fueran a más. Pero eso estaba bien. Conocí a Walter y a Soffia en la universidad y a ellos les encantan mis padres.
- ¿Crees que culpas a tus padres porque los niños del colegio se metieran contigo?
- No, no fue culpa suya. Quizás culpo a las madres de los niños por no haberles educado mejor, pero no a mis padres.
- ¿Qué les dirías a esos niños si los volvieras a ver?
- No quiero volver a verlos.
- ¿Temes que se vuelvan a meter contigo?
- Es una posibilidad- de solo recordar a Marck volviendo a insultarme y a tirarme del pelo, un escalofrío recorrió mi espalda- puede que una parte de mi les siga teniendo algo de miedo- conseguí confesar en voz alta.
- Creo que te ayudaría bastante volver a quedar con uno de esos chicos, la última vez mencionaste a un tal ¿Marck?. Quizás deberías quedar con él para tomar un café y contarle cómo te sentiste con respecto a lo que te hizo.
Volver a ver a ese niño era lo último que quería en este mundo. Las palmas me empezaron a sudar y volví a tener esa sensación que mi psicólogo había denominado "vértigo". Él pareció entenderlo, porque dejó el tema a un lado y me preguntó:
- ¿Hiciste alguna actividad extraescolar cuando eras pequeña?
- No, no tenía tiempo ni ganas de seguir en la escuela. Me subieron un par de cursos así que fui a la secundaria antes de lo que debía. Lo máximo que hacía era en verano, cuando me pasaba los días en el taller con mi padre.
- ¿Taller de coches? ¿Te gusta la mecánica?- preguntó un tanto sorprendido. Asentí- guau, eso no es algo que se vea todos los días. ¿Aún sigues haciéndolo?
- Cuando me mudé a Seattle dejé la mecánica. No tenía ni dinero ni espacio para ponerme a reparar cosas. Aunque mis padres se gastaron mucho dinero antes de vacaciones en comprar un coche que dudo que vayan a poder reparar.
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Rompiendo normas en la escuela
RomanceGabriela, esa chica alta y lesbiana que lidera el grupo de baloncesto de su instituto no sabe lo que se le viene encima. Chloe, su nueva profesora, llega pisando fuerte a clase. En ningún momento las dos quieren romper las normas que impo...