epilogo.

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El silencio que retomó el departamento le deprimía cada vez más, no podía soportar la soledad que había dejado jungkook con su partida, su corazón se había destrozado y sus ganas de vivir se las había llevado aquel inocente y carismático castaño.

No había notado hasta qué punto la depresión lo había consumido, se había aislado de todos, de su hermano, de sus amigos, de todo aquel que pudiera darle el más mínimo apoyo. Se pasaba las horas en aquella cama mientras se torturaba recordando todos y cada uno de los momentos en ella vividos.

Los besos, las caricias, los te quiero, el te amo de jungkook. Ese te amo que él jamás le había dicho, se arrepentía totalmente de no haberlo dicho en voz alta para que pudiera oírlo y hacerlo inmensamente feliz, pero ya no había vuelta atrás.

Abrazó su almohada con intensiones de ocultar su rostro en ella e imaginar que a lo que abrazaba no era más que el suave y cálido cuerpo de jungkook, hasta que notó algo bajo ella.

Una nota, perfectamente doblada.

Pasó saliva sonoramente, sabía exactamente a quién le pertenecía, y algo dentro suyo le pedía a gritos que no la leyera, que agrandaría la herida. Aunque sus impulsos pudieron con él y terminó leyéndola.

Yoongi, sé que me iré pronto, eso lo sabíamos desde hace ya bastante, ¿no? Sólo quiero pedirte una cosa, no llores. No sufras por mí, por favor, sé feliz, continúa tu vida, cuida tus notas en el instituto y no duermas tarde. No olvides que te amo, Kook ama a Yoongi. Mi Yoongi. Mi novio.

cien días para estar contigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora