-Hum... - volví a decir.
Sentía que mis mejillas ardían, ¿Por qué no podía pronunciar nada más?
-¿Nada más sabes decir eso? – me miró divertido.
-¿Quién es, Isaac? – escucho un grito proveniente de algún lugar dentro del apartamento.
Segundos después se asoma una mujer de mi estatura, con un cabello castaño oscuro muy largo y unos ojos cafés grandes. Abraza al chico y después dirige su vista hacia mí.
-¿Se te ofrece algo? – exclama la chica con un tono arrogante.
-¿Pero qué demonios pasa con ustedes? – logré pronunciar, vaya, al fin dije algo.
Ambos chicos parados frente a mí me miran entre sorprendidos y confundidos.
-¿Disculpa? – dice la chica.
-Lo que me escuchaste decir; ¿Acaso están sordos? Joder, no hay razón para tener la música en un volumen tan alto, vamos esto no es un antro, es un edificio donde vive gente que trata de descansar. – respondo enojada.
-Lo lamentamos, - responde Isaac, creo que dijo ella – bajaremos la música.
-Bien, eso esp... – es lo último que logro articular cuando la chica cierra la puerta en mi cara.
Me quedo un minuto parada y suspiro al escuchar que si bajan a la música, solo entonces camino de regreso a mi apartamento; cuando estoy por abrir la puerta escucho que alguien grita.
-¡Oye, tú! – volteo a verlo confundida – disculpa a Eleanor, no está acostumbrada a que le digan que hacer.
Lo miro con el ceño fruncido.
-No me importa, lo bueno es que bajaron su música. – regreso mi mano al picaporte para abrir la puerta pero él toma mi mano y lo impide.
-Soy Isaac McFuller, ¿Y tú eres? – no logro evitar ver nuestras manos unidas, ¿por qué no me suelta?
-Samantha Reynolds. – me suelto de su agarre.
Me mira divertido y continúa hablando.
-En fin, no creas que Eleanor es así, es todo lo contrario, pero diste en su punto y la agarraste de mal humor.
-No me importa. – respondo; sé que no se escucha amable, pero es la verdad, no me importa, ni siquiera los conozco.
Lo miro directamente a los ojos y él sonríe, colocando sus manos en los bolsillos de su pantalón.
-Sí, bueno, en realidad quería decirte otra cosa.
-Dime. – respondo casi instantáneamente.
-¿Te gustaría ir a tomar un café conmigo? – dice tan rápido que apenas y logro entenderle.
-Disculpa, pero no. – abro la puerta de mi apartamento – no salgo con nadie.
-¿Tienes novio? – enarca una ceja.
-Que no salgo con nadie.
-¿Te gustan las mujeres?
Mis ojos se abren de par en par.
-¡¿Qué?! No, no salgo con nadie, ni mujeres, ni hombres. Me gustan los hombres.
-Yo soy un hombre, ¿te gusto? – me dice sonriente.
-¿Acaso eres un idiota? Que no salgo con nadie, y no, no me gustas.
-Saldrás conmigo. – replica sonriente se da la vuelta y entra al apartamento del que salió.
ESTÁS LEYENDO
Pretending
RomanceUna historia que te hará preguntarte: ¿Realmente existe el verdadero amor? ¿Durará para siempre? ¿Se puede amar después de sufrir por otro amor? Samantha Reynolds con 18 años, se pregunta eso casi a diario, una mujer con sueños perdidos y reencontra...