Llego a casa cansada, después de un largo día en la escuela, aviento mi mochila a un lado de un enorme oso de peluche y de un ramo de rosas, ya secas.
A pasado ya un mes desde ese encuentro en la cafetería con Isaac, y desde entonces, todas las mañanas antes de ir a la escuela, encuentro algo en mi puerta; chocolates, osos de peluche de todos tamaños, corazones gigantes igual de peluche, rosas, claveles, tulipanes, girasoles, todo tipo de flor que pasó por su mente, me imagino; incluso una vez dejó un juego de mesa en la entrada con una nota que decía:
"Bueno, para variar un poco, ¿No crees?"
Ese día reí demasiado, y vamos, el juego era divertido, jugué con Jackson y Charlie hasta casi el amanecer.
A Isaac no lo veo ya tan seguido, al principio me preguntaba cómo le hacía para poner todas esas cosas en mi puerta pero una mañana encontré a Eleanor dejando un ramo de flores en el piso. Su expresión fue la más graciosa que he visto en mi vida, era la expresión como de una niña pequeña a la cuál descubrieron haciendo una travesura.
Al parecer ellos no viven juntos, Isaac vive a unas calles de aquí, pero ya que ella es su mejor amiga, se la mantienen juntos.
Me recuesto en el sillón y tomo el control remoto prendiendo la televisión en busca de algo entretenido; justo cuando creo encontrar algo, alguien entra de improviso a mi casa.
-¡Comida china, muñeca! – grita Charlie con ambas manos cargadas con unas bolsas blancas.
-¿Cómo entraste? – la miro confundida.
-Dejaste la puerta abierta, niña lista. – me saca la lengua – tienes suerte de que haya sido yo la que ha entrado y no un violador maniático.
Enarco una ceja y la veo fijamente.
-¿Por qué no estas con Jackson?
Suelta el suspiro más exagerado del mundo y me mira afligida.
-Tuvo que hacer un viaje de último minuto.
-¿Por qué? Esta mañana no me comentó nada.
-Por eso se dice "De último minuto", Sam. – pongo los ojos en blanco mientras ella continúa – Su madre le hablo y su hermana tendrá un bebé en San Francisco y pidió que fuera el, así que tomaron un vuelo inmediatamente.
-¡Qué bien! – replico alegre.
-Si – baja la mirada – pero ya lo extraño.
La observo atentamente.
Vaya, parece que dice la verdad.
-¿A qué hora se fue?
-Acabo de dejarlo en el aeropuerto.
Llevo una mano a mi cabeza y rio animadamente.
-Charlie, lo acabas de dejar en el aeropuerto, ¿Y ya lo extrañas?
Hace el mayor puchero que he visto en mi vida y responde.
-Sí, lo extraño demasiado.
-¿Y cuando regresa?
-En dos días. – comienza a jugar con sus manos y mira hacia el piso – estaba pensando Sammy, que sí, ¿Qué te parecería que me quedara a dormir contigo?
-Déjame pensarlo. – digo con tono sarcástico.
Se acerca y me abraza fuertemente.
-Por favor, te lo ruego.
-Por supuesto, Charlie.
Salta de felicidad y se separa de mí.
-Por eso te quiero Sam.
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Pretending
RomanceUna historia que te hará preguntarte: ¿Realmente existe el verdadero amor? ¿Durará para siempre? ¿Se puede amar después de sufrir por otro amor? Samantha Reynolds con 18 años, se pregunta eso casi a diario, una mujer con sueños perdidos y reencontra...