III. ¿Amigos?

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Los días siguieron como si nada hubiera pasado; Jake y Lía se reunían conmigo en el receso, hablábamos de cosas sin importancia.

Algunas veces noto en la mirada de Lía una pizca de preocupación. Me siento avergonzado cuando me mira así, no era mi intención comportarme de esa forma, nunca es mi intención, sólo sucede.

Estamos en receso, y estamos platicando en la misma banca donde Lía me habló por primera vez.

Tenemos uno de esos silencios incómodos, yo solo disfruto del desayuno de hoy, no prestó atención a los otros dos que están a mi derecha. El silencio empieza a durar demaciado y me doy cuenta de que entre ellos no hay silencio.

–Hablar... él– dice Lía susurrando. Sólo logro entender esas dos palabras, y supongo que hablan de mí, esto no me agrada.

–Lo sé–Eso lo escucho perfectamente al salir de la boca de Jake.

Dicen un par de cosas que no logro captar, cuando acaban sólo finjo que no me doy cuenta y continuo comiendo mi almuerzo.

Sigue la plática normalmente y suena la campana indicando el inicio de clases, así que nos dirigimos al salón.

Yo me siento en la esquina de siempre con Jake a mi lado y con Lía enfrente de mí. Nos toca la clase de Física, al sentarse Jake sólo tapa su rostro con sus manos. Siempre lo hace cuando nuestro profesor llega, no sé porque lo hace, es mi clase favorita. El maestro hace bromas de vez en cuando y hace que la clase no se me haga tan pesada, él me transmite un poco de confianza. Hoy nos tocan dos horas seguidas de Física así que creo que estaré entretenido.

Siguen las clases normalmente y ya estoy algo desesperado, quiero que suene la campana indicando la salida como cualquier persona.

Cuando suena suelto un suspiro y recojo todos mis útiles, los pongo en mi mochila, está muy pesada, lo peor es que me voy caminando a casa todos los días y hace que empieze a perderle el gusto a la caminata.

–Oye, Dan ¿Quieres dejar un par de cosas en mi casillero?– dice Jake, parece que notó mi cara de disgusto cuando alcé mi mochila.

Yo no tenía casillero porque los dieron al iniciar las clases, y como yo llegué cuando ya llevaban dos semanas no alcancé.

–N-no gracias, estoy bien– digo con una sonrisa un poco forzada.

–No seas idiota, se nota que si lo necesitas. Sólo no te hagas del rogar y acepta– dice con voz de fastidio, lo cual me hace sentirme un poco idiota.

–P-pero..– miro a Jake y noto su mirada de "ni se te ocurra", así que decido aceptar –está bien. Pero ¿Tienes espacio suficiente?–

–Por eso no te preocupes– dice como si no tuviera importancia.

Vamos a donde están los casilleros y abre el suyo, son muy pequeños, son tan sólo un cubo de no más de cuarenta centímetros por lado, uno encima de otro. Jake tuvo suerte, ya que le tocó a la altura perfecta.

Al abrirlo veo un par de imágenes de alguna banda que no conozco pegadas en una de las paredes. Tiene un desastre.

–Mete tus cosas– dice mientras mete las suyas y le hace señas a Lía para que ella meta las suyas.

–Espera, ¿También compartes casillero con Lía?– No creo que sea buena idea meter también mis cosas ahí.

–Sí, ahora el casillero es de los tres, así que mete tus cosas–

–Pero no creo que haya espacio suficiente–

–Tu sólo mete tus cosas–

Le hago caso pasándole unos cuantos libros y libretas, otras las dejo en mi mochila porque las necesito para la tarea. De alguna forma mágica entran, al parecer el casillero es más espacioso de lo que parece.

EL desastre de mi vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora