Capítulo 3. La inscripción.

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Me desperté, me duché, me vestí y me fui a desayunar. Para mi sorpresa, mi madre volvía a estar ahí.

—Mamá, ¿me puedes dar el sobre con las cosas para la uni? —le dije amablemente a mi madre.

—Claro, Cath —me respondió y me tendió un sobre con mi nombre—. Toma, ahora desayuna y ve. Si tardas un poco más o cualquier cosa, me avisas.

—Sí, mamá.

Cuando terminé de desayunar, tomé el sobre e hice mi caminito al autobús que me llevaría hasta ahí. Llegué a la Metropolitan State University of Denver y vi que había una cola enorme.

—He hecho bien en vestirme con shorts y una camiseta de tirantes... —me dije a mí misma.

Me aburría muchísimo y no era como el resto de gente de mi edad y no tenía juegos tontos en el móvil así que, para mi gusto propio empecé a observar a la gente que tenía alrededor para ver con qué tipo de gente tendría que vérmelas estos próximos tres o cuatro años.

Delante tenía a una chica con el pelo castaño rojizo un poco por debajo del hombro. Llevaba unos shorts blancos, Vans rojas y unos tirantes rojos. También llevaba un pañuelo rojo actuando como diadema. Delante de esa chica, había una pareja (aunque no estaba muy segura de que fuesen pareja). El chico tenía el cabello rubio platino (era hermoso), llevaba una camiseta negra con dos equis, a modo de ojos y la palabra «Smile» a modo de sonrisa, unos pantalones vaqueros rotos y unas Converse negras. La chica tenía el pelo castaño claro con mechas californianas, una camiseta blanca con una chaqueta americana  color granate y unos shorts formales negros, con unos tacones de unos diez o doce centímetros de altura negros. Mientras los miraba, creo que el rubio se percató que los observaba y me miró. En cuanto vi que el rubio se volteaba, me giré a mirar a otro lado. Cogí mi móvil y vi que me había sonrojado. Me daba tanta vergüenza que me pillaran observando a gente... Disimuladamente, me giré en dirección del rubio y este seguía mirándome, pero esta vez me sonreía. Decidí mirar a la gente que tenía detrás hasta que la chica casi pelirroja me miró. Me estaba analizando o algo por el estilo y, cuando terminó de analizarme  me dijo:

—¡Hola! Me llamo Pauley. Tengo 18 años y, bueno, este es mi primer año de universidad. No me suenas de nada, ¿eres nueva? —me dijo con una amplia sonrisa y un poco rápido.

—Ho... hola. Yo soy Catherine, mis amigos me llaman Cath, siéntete libre de llamarme Cath. Este también es mi primer año de universidad y, sí, soy nueva aquí. Me acabo de mudar —contesté con la misma rapidez con la que ella me habló.

—¡Ay, qué bien! —dijo... ¿emocionada?—. ¡Una nueva! ¿A dónde te has mudado?

—A Littleton, es donde más cerca quedaba el trabajo de mi padre... —la verdad es que me estaba deprimiendo hablar de eso.

Estuvimos hablando de por qué me mudé a Colorado, ella me abrazaba y me consolaba, pero yo evitaba llorar. Entre todas las charlas, me fijé que en que el rubio no paraba de mirarnos, me empezó a molestar, pero decidí ignorarlo y seguir hablando.

—Y, bueno, cuéntame algo de ti, que sólo hemos hablado de mí —dije riendo—.

—Pues... Mi padre es médico y mi madre es profesora de primaria y me encanta escuchar música, leer, hacer deporte —¡Ay! Yo aborrezco el deporte-, amo bailar, la moda, dibujar, pintar uñas, comer, pintar, comer... Espero no haber mencionado ya comer —me eché a reír como una loca—. Sí, soy un poco rara —en ese momento Pauley se unió a mi risa loca y tonta.

Pauley me caía muy bien, era muy buena persona y muy estudiosa. Se preocupaba antes de los demás que de sí misma. ¿Lo que más me gustaba? Me recordaba mucho a Kelly, sobre todo por las locuras, las tonterías y la comida.

—Oye, una cosa, ya que conoces a mucha gente que está aquí, ¿quién es ese rubio? —dije señalándolo con la cabeza.

—¿Ese? Ni te acerques a él. Es decir, es simpático y tal, pero cuando no le caes bien, te hace la vida imposible. Si le gustas, irá a por ti hasta que termines a sus pies y hará todo lo posible para conseguirte. Luego será celoso y, estés con quién estés, se quejará pero, como él es un mujeriego, tú tendrás que dejarle estár con quién quiera porque él es el macho alfa. ¿Por qué?

—Porque no para de mirarnos.

—¡No, no, no, no! ¡Todo menos eso! Si les has gustado, te deseo suerte... —Levantó un dedo haciendo un uno—. O pasas de él y, quizá te traes algún que otro problema —hizo un dos levantando otro dedo—, o intentas caerle bien y ser su amiga. Lo cual no me extrañaría siendo como eres. ¿Dijiste que te fuiste a Littleton?

—Sí —no sabía a dónde quería llegar, pero me asustaba.

—Vale, entonces te aconsejo la segunda opción porque, conociéndole, capaz es de acosarte —hizo una pausa y dijo—. Él también vive en Littleton, de hecho, es mi vecino.

¡Ay, madre dónde me habían metido! Lo peor llegó cuando el rubio se acercó a nosotras.

—Actúa como si no te hubiera dicho nada —me susurró Pauley al ver que se acercaba.

—Hola Pauley —le dijo sonriente. Se acercó a mí, me acarició la mejilla y me dijo cariñosamente—. Hola, rubia, ¿cómo te llamas?

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Hello. Bueno, al fin consigo subir capítulo. Entre semana me va a costar más subir capítulo, sobre todo a partir de la semana que viene que empiezan los exámenes (Ya empezaron los amargados de los profesores...) y además tengo entrenamiento. Este capítulo ha sido bastante largo, por eso me ha costado más. Espero que les haya gustado, comenten, voten y compartan. ¡Nos vemos en el próximo capítulo! Bye! :3

Freaking life (Ross Lynch)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora