Capítulo 8. Lo admito, te amo.

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—Ho-hola. Me llamo Catherine. Catherine Wersten...

—¡Catherine! —gritó Riker levantándose para acercarse a mí.

—Te dije que me llamaras Cath —le dije sonriente—.

—Entonces —dijo en tono de voz normal y volvió a gritar—, ¡Cath!

Corrió a abrazarme y vi a un sexy Riker Lynch con gafas. ¡Dios! Esas gafas le quedaban genial y, por favor, estaba guapísimo. Entonces, sus pasos sonando que se acercaba me sacaron de mis pensamientos.

—Salta —me dijo en voz audible sólo para mi—.

Me acerqué a él rápidamente y salté a sus brazos. Me dio un par de vueltas en el aire, mientras yo enroscaba mis piernas alrededor de su cintura y ponía mi cabeza en su hombro.

—No pensé que te encontraría aquí —le susurré a Riker—.

—Vivo aquí, ya sabes que Ross es mi hermano y mi madre os invitó a tu madre y a ti a comer en mi casa para que nos conocieras a todos y nosotros a ti, aunque tú y yo ya nos conocíamos —me respondió en otro susurro. Levanté mi cabeza y le miré a los ojos. A esos hermosos ojos avellana. Me estaba sonriendo y yo le sonreí a él. Me encantaba ese abrazo que estábamos compartiendo. No quería terminarlo. Pero, por desgracia, estaba toda su familia mirándonos con los ojos como platos y callados—.

—Te eché de menos, ni me diste tu número de teléfono —le dije a Riker alejando mi cara de la suya—.

—No me lo pediste —me respondió divertido y riendo—. Yo también te eché de menos, guapa —me dijo más cariñosamente—.

No pude evitar sonrojarme. Dos Lynch que conozco, dos Lynch que saben cómo hacerme sonrojar.

—Riker, ¿tenías novia y no nos lo dijiste? —preguntó la rubia.

—¿Y era Catherine? ¿La compañera de Ross? —preguntó curioso el castaño de pelo largo.

—Deberías habérnoslo dicho, Riker —dijo un poco enfadado el otro castaño el otro castaño de la gorra—.

—¡Ryland! —le gritó la rubia a ¿Ryland? ¿Cuál era ese?— No te enfades con Riker, siéntete feliz por él.

—No me voy a alegrar por él, no me la presentó antes de hacerse su novia. ¡Tío! Yo quiero una novia así de guapa —siguió gritando el que creo que era Ryland.

No quería ni mirar a Ross. ¿Por qué? Porque yo soy la típica graciosilla que se ríe por todo. Si veía la cara de Ross en ese momento, reiría hasta morir por no poder respirar más. Además, la «Lynch Family» estaba en mitad de una discusión y no quería que se pensasen que yo soy una maleducada.

—¡Basta! —gritaron Ross y Riker al unísono serios entre todo el barullo de gritos que habían formado ¡tres personas!

Me di cuenta que aún seguía en brazos de Riker, así que desenrosqué mis piernas de la cintura de Riker y él me bajó al suelo. Todos me miraban, callados, y yo me cansé de aquel silencio. Aquel incómodo silencio que nadie sabía cómo romper sin volver a formar ese barullo de gritos, excepto yo.

—Riker y yo no estamos saliendo y nunca lo hemos hecho, sólo somos buenos amigos —hice una pausa pata ver si alguien hacía alguna pregunta y, sí, las habían. Algunos me miraban con cara de «¿Y cómo os conocísteis?»—. Nos conocimos hace casi dos meses, concretamente el 16 de julio, el día de las inscripciones.

—¿Fue cuando te cansaste de escucharlos gritar y pelear y tener que estar tú en medio? —preguntó la rubia dirigiéndose a Riker.

—Sí —respondimos Riker y yo al mismo tiempo. Nos miramos y nos reímos ligeramente.

Freaking life (Ross Lynch)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora