Freaking life (Ross Lynch)

Capítulo 4. Conociéndolo.

Vale, me preguntó por mi nombre, ¡y me llamó rubia! Normalmente me gusta ser la rubia de la gente, pero esta vez me incomodó. ¿Por qué? Porque, seguramente, esta vez parecía que intentaba ligar conmigo. Eso me asustó, aunque, más bien, no me gustó un pelo. No ligas con la nueva, no ligas con una chica de la que no sabes ni el nombre, no ligas cuando ya tienes pareja.
 
—Emm... Cath-Catherine, ¿tú cómo te llamas? —dije cogiendo un poco de confianza.
 
—Bonito nombre, rubia —dijo, se alejó un poco de mí y me estiró la mano—. Yo soy Ross.
 
Me sonrió otra vez. ¿Qué le pasaba a este chico? Y lo más importante, ¿qué me pasaba a mí? Sentía que me estaba sonrojando y no me explicaba por qué, pero decidí ignorar mis cambios hormonales que funcionan sin razón alguna y que eran realmente molestos y volver a la «charla» que estábamos teniendo en ese instante.
 
—¿Por qué viniste, Ross? —le preguntó Pauley seria.
 
—Quería saludarte —dijo mirándola, después se volteó a mirarme y dijo— y quería ver quién era tu amiguita. ¿Eres nueva?
 
—Sí —dije intentando evitar recordar las razones de mi mudanza.

—No estés triste. Te encantará estar aquí.
 
—Espero que no la acoses.
 
—¿Perdón? —dijo mientras reía a carcajadas.
 
—Nada —le respondió con una sonrisa.
 
—Déjame hablar con tu amiga, anda.
 
—Pauley, déjale, ya sabes que me sé defender sola —dije mientras ambas reíamos.

—Bueno, ¿a dónde te has mudado?
 
—A... —no sabía si decírselo, pero en algún lo descubriría, ¿no?— Littleton.
 
—¡Anda! Yo vivo ahí —dijo ¿amablemente?
 
—No me sé la dirección todavía, por si preguntas.
 
—Bueno, cuando la sepas, me la dices —en cuanto vocalizó la última palabra, me puso algo en el bolsillo trasero del pantalón y se me fue acercando cada vez más.
 
—¡Tiempo muerto! —gritó Pauley, gracias a Dios que ella estaba ahí, de no ser por ella, en ese instante Ross me estaría probablemente metiendo mano o hacieno algo peor— ¡Aléjate de ella! Aún es nueva.
 
—¡Vale, vale! Pero no me empujes.

Cuando el tal Ross se fue, Pauley y yo suspiramos aliviadas, como si el chico nos agobiara o algo parecido. Algo estaba claro, el chico me iba a irritar fácilmente.

—Al fin se va. ¿Te hizo algo?
 
—No, menos mal que estabas ahí, creo.
 
—Ya te dije que debías tener cuidado con ese chico...
 
—Y ya entiendo por qué, no pensé que él sería así.
 
Pasamos el resto de la mañana esperando a inscribirnos, cuando al fin llegó nuestro turno y casi gritamos de la alegría. Casi pasamos ahí tres horas.
 
—Nos vemos, Pauley. Rubia —dijo sonriendo como un pervertido.

—Este chico me da miedo. ¿Y por qué me llama así, si ya conoce mi nombre?
 
—No lo s... —no consiguió terminar su frase y la secretaria la interrumpió.
 
—¡Siguiente! —se escuchó desde la otra sala.
 
Era una sala fea y llena de papeles y archivos por todas partes. La secretaria que nos atendía era morena, de piel bronceada («Ha pasado por la piscina», pensé), ojos verdes muy claros y llevaba los ojos con demasiado eye liner y sombra de ojos y los labios demasiado rojos para mi gusto. Llevaba una camisa blanca que transaparentaba sus sujetador negro con los botones demasiado abiertos y una falda negra ajustada que le llegaba unos diez dedos por encima de la rodilla.
 
—¿Con quién intenta ligar? —le pregunté a Pauley susurrando.

—Ni idea —dijo y nos reímos ligeramente.
 
—Siéntense.
 
Nos sentamos en unas butacas de cuero bastante confortables. Hicimos todo el papeleo, salimos y esperamos al autobús para volver a casa mientras comentábamos en lo poco que tardamos en hacer el papeleo, por que no entendíamos el por que toda la tardanza anterior y nos quejamos un poco del tema.

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¡Holi! Ya subí el nuevo capítulo. Cierto, está bastante corto, pero veréis el siguiente, es más largo y tiene una pequeña sorpresita. La verdad es que esta novela no es sólo de Ross, sino que también incluye a R5 y, a lo largo de todo el relato, irán apareciendo todos los integrantes de R5, pero es una de Ross y tú porque... Pues... Pues porque se centra en Ross y tú. ¡Hasta la próxima!