I won't forget (No me olvidaré)

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Hola a los escasos lectores :D les dejo un capítulo más y esto es el principio de todo el caos~ Disfruten si es que lo hacen, see you. 

INICIO DE CAPÍTULO


Hamburgo, Alemania

Trece de Junio del año 2013, 15:17 p.m.

Caminaba en incansables círculos, una y otra vez mientras sus ojos se veían perdidos, lejos de ese momento. Una vuelta más a la pequeña mesa de centro y sus pasos fueron detenidos, unos cálidos brazos rodearon ese inquieto cuerpo y posaron la frente sobre la ancha espalda del asesino.

—No te tortures más. Quizá no hay una salida, Emil.

Aquellas palabras fueron pronunciadas con tanta naturalidad que lo hicieron tensarse, su cabeza sentía tanta presión que creyó estallaría. Fue entonces que ese rostro siempre estoico, mostró una mueca de dolor, como si algo estuviese clavándose muy profundo en su pecho, atravesando su alma.

Esa fue la primera vez desde que se había convertido en Excálibur, en que Emil Redeker se quebró.

Hamburgo, Alemania

Dos de Diciembre de 2010, 05:20 a.m.

El ventilador integrado a su laptop era el único sonido audible en su estudio, su respiración ya estaba acompasada y sus nervios más calmados. Abrió el documento donde se suponía debía estar el artículo del siguiente día, estaba en blanco salvo por el título. "¿La ciudad segura?" se suponía que escribiera sobre las recientes muertes, esa semana sólo hubo una, pero con ello era suficiente para mantener el temor en las personas. Tecleó un primer párrafo y buscó entre la galería de fotos las que su compañero había tomado de ese brutal asesinato, insertó un pie de página debajo y continuó tecleando algo sencillo pero cautivador para con los morbosos.

Finalmente se logró concentrar pero este hecho fue destruido como aquel que arroja un fósforo en un charco de gasolina. Su móvil comenzó a sonar aunado a la vibración que lo hacía deslizarse imperceptiblemente sobre el escritorio, tomó la llamada en cuanto vio el nombre registrado.

<< —¿Qué tal guapetón? Seguramente no te desperté o estarías gruñéndome. >>

—Todo bien, Milo. ¿Pasa algo? No sueles llamarme porque tenga una sensual voz. — Le cortó el rollo al hombre del otro lado de la línea. Milo Berstain era un miembro de la policía alemana, últimamente tenía más trabajo del normal y a veces como bien podía llamarle de excelente humor, otras podía simplemente merecerse una patada en los huevos de lo fastidioso que se ponía.

<< —Necesito tu ayuda, este bastardo ha llegado demasiado lejos. >>

Sabía a qué se refería con esas palabras y claro que se negaría. Milo era de esas contadísimas personas que conocían su pasado y vida actual, de esas que aún intentaban envolverlo en un mundo al cual no quería volver.

—Lo siento, no puedo... No me siento capaz de ver más de esto.

<< —Asesinaron a Tara, la esposa del ministro. No sabemos cómo hizo para trazar tan perfecto plan. ¿Oíste de la explosión? Creemos que fue él quien hizo detonar un explosivo, pero no sabemos cómo hizo para llevarse a Tara, nadie parece haber visto algo y claro que no les culpo, quién vería nimios detalles cuando frente a ti hay un infierno. >>

Andrei tuvo que mantenerse en silencio y sopesar la información que le daban, conocía a Tara y sabía lo dulce que era, su mente formó un nuevo acertijo.

—¿Y las cámaras? — Escuchó un "desactivadas" en un susurro pesaroso. Significaba que no trataban con alguien tan común, era más bien un tipo inteligente que sabía lo que estaba haciendo en cada paso que daba. —¿Algún sobreviviente? Quizá si ven las cintas de la gente que estuvo en el restaurante...

<< —Andrei, revisamos las cintas una y otra vez, no hay nada que pueda ayudarnos, no hay sobrevivientes de quienes custodiaban a Tara. El bastardo hackeo las cámaras sin dejar rastro o alertar a la gente de sistemas, introdujo virus y los activo cuando fue necesario. >>

—¿Cuántas rutas desactivo? — Aquella idea de pronto le pareció un pequeño rayo de luz.

<< —No lo sé, déjame ver. >> Escuchó el tecleó de una computadora y él aprovechó para recargarse en su silla, ya sentía el cansancio en aguijonazos por toda la espalda y hombros, además sus ojos pesaban. << —Desactivo cinco rutas distintas, por diferentes direcciones. >>

—Puede que sea una estupidez esto que digo, pero él debió ir aunque fuese una vez al restaurante para dejar el explosivo o para revisar la seguridad que tenía Tara, luego se fue y cuando las cámaras se desactivaron volvió a por Tara. Esa es mi teoría, deberían revisar quienes se fueron a la hora cercana en que ocurrió todo y que ruta tomaron, luego no debería ser difícil dar con ellos para interrogarlos, sé que pueden ser demasiados o puede que me equivoque.

<< —Es más de lo que hemos tenido hasta ahora, gracias Andrei... deberías considerar colaborar de vez en cuando, serías de mucha ayuda. >>

No respondió, sabía que iba a negarse. Colgó el móvil y guardó el documento para luego enviarlo por correo electrónico. Cuando se levantó al fin de esa silla, fue hasta su habitación tan amplia y fría, meditando nuevamente lo que acababa de ocurrir hacía unas horas. El asesino era más peligroso de lo esperado.

Giró su cuerpo quedándose hecho un ovillo y cerró los ojos, pronto Andrei se sumergió en la peor pesadilla de todas; caminaba por su antigua casa, a pesar de ser medio día parecía que los rayos del sol se negaban a entrar por las ventanas, dejado todo en penumbra, caminó despacio repasando las paredes con la yema de sus dedos, fue hasta la cocina donde encontró la estufa encendida pero no había nada encima del fuego, todo parecía normal quizá exceptuando el plato de cereal derramado en la barra. Dejó el fuego encendido y continuó aquel extraño recorrido. Sentía miedo, de ese miedo irracional que se apodera de ti, creía que cuando girará algo estaría listo para atacarle pero al voltear no había nada. Un golpeteó se escuchó del piso superior, entonces corrió escaleras arriba recordando de pronto que su esposa e hijo estaban dentro, abrió y cerró puertas hasta que llegó al final del pasillo, no recordaba esa puerta pero la abrió para encontrarse con la sangre cubriendo las paredes, su hijo atado tenía un embudo en la boca y sangre resbalaba por la comisura de sus labios trazando un camino hasta un enrojecido y herido cuello, los ojos abiertos casi saliendo de sus cuencas. Cerró los ojos y al abrirlos una escena nueva se mostraba frente a él, su esposa yacía en el piso sin brazos ni piernas, huecos negros y profundos donde debían estar esos hermosos ojos, carmín y olor a putrefacción.

Abrió los ojos de golpe, estaba sudando y su respiración agitada. No pudo más con el sentimiento de angustia que le estaba carcomiendo, si no se hubiese involucrado en ese tipo de casos, ellos estarían vivos. Eran las 11:40 a.m. cuando Andrei rompió a llorar como un pequeño niño que sufría su primera caída.

Hamburgo, Alemania.

Cinco de Diciembre de 2010, 18:00 p.m.

—Jefe, encontramos al último.

Un joven de cabello rubio arrojó otro folder al escritorio de Milo, quien tomó las hojas de dentro, en ellas se mostraba a un hombre de aproximadamente veinte años con cabello negro y lentes oscuros saliendo del restaurante, en otras tomas estaba subiendo a su auto y finalmente llegando hasta un motel, las horas que se miraban debajo de cada captura le llamaron la atención pues estuvo al menos diez minutos dentro de su auto antes de salir a la habitación.

—Dime algo, Rick. ¿Quién usa lentes oscuros en la noche? — No esperaba una respuesta, más bien sintió que podía estar cerca de algo y sí se equivocaba entonces le debería una enorme disculpa a ese hombre. Fue al inicio del pequeño informe y encontró el nombre, Emil Renard Redeker.

Emil Redeker acababa de entrar en un juego de ajedrez que podría perder sin importar que tantas reglas conociera o cuanto ingenio tuviera, porque siempre había alguien mejor... o quizá siempre tuvo ganado el juego.

Continuará... 

Historia de un asesino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora