Unfortunate Fate (Desafortunado destino)

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Hamburgo, Alemania.

Primero de Diciembre del año 2010, 21:15 horas.

Su mente estaba saturada de un pasado que sólo lo confundía a cada movimiento que daba el segundero de su reloj, su cerebro deseaba con desesperación borrar las memorias pero su corazón siempre se negaría a hacerlo ¿Cómo podía siquiera figurar algo así en él? Era cierto que su alma vivía atormentada a pesar de lo que ya habían dicho, no era culpable, simplemente ese monstruo no llegaba a comprender el verdadero daño, el "Bien" no tenía mención en su léxico. Con tremendo dolor de cabeza al fin decidió ponerse en pie de la cómoda silla que para esos instantes le hacía sentir que su trasero se hubo posado sobre clavos y su espalda se había llenado de nudos, salió despacio e inspeccionando cada rincón de esa enorme casona, no veía sentido a vivir allí cuando él era el único habitante además de los empleados, sin embargo la agencia quiso dársela como una especie de bonificación, lamentablemente su familia no era algo reembolsable ni equivalía a todos esos lujos. Sus pasos le llevaron hasta su audi crosslane, metió la llave y dejo que el motor calentara lo suficiente para contrarrestar el frío que no sólo aquejaba personas sino también maquinas, el suave rugir y la forma en que el auto se mecía aun estando estacionado fue como una pregunta del destino que tomarían y sin realmente meditarlo arrancó dejando atrás cualquier pensamiento.

Reeperbahn, Hamburgo.

Primero de Diciembre del año 2010, 21:40 horas.

Era común que Redeker se hallará sentado en la barra bebiendo una cerveza, siempre solo y de vez en cuando intercambiando palabras vagas con el barman rubio, los lentes de montura blanca que el empleado tenía hacían que sus ojos dieran la impresión de brillar con mayor intensidad y aquello era algo que Redeker no pasó por alto la primera vez que le vio, por ello fue que comenzó un coqueteo con el cual terminaron en la cama por más de una ocasión.

Un mensaje interrumpió su apacible ambiente, no tenía animos de abrirlo sabiendo que era un trabajo más. ¿Cómo es que las personas podían ganarse el odio de otra tan facilmente? Al final sacó el móvil y observó la pantalla con verdadero intéres dibujando una pequeña curvatura en sus labios, esa noche sería todo un reto, el caso de días antes se iba a consumar en esa oscura y gélida noche.

Reeperbahn, Hamburgo.

Primero de Diciembre del año 2010, 22:00 horas.

Había estado manejando sin un rumbo, los bares a los que solía ir no le apetecían en absoluto pero realmente deseaba beber hasta perder la conciencia. Sabía que en casa podría haberlo hecho pero sin duda los recuerdos, los remordimientos y todo su pasado estarían rondando cada pared, cada rincón de su alma y mente.

Justo cuando giró hacía Reeperbahn, sus ojos inspeccionaron los diversos centros nocturnos, esa avenida era famosa por la gran cantidad de sitios, pero aun entre todos, uno llamó su atención como un imán al metal, quizá sólo era que tenía una pinta tranquila y cómoda.

Cuando ingresó al sitio donde las luces negras y de neón invadían el ambiente sus pasos vacilaron, era como si aquello le hubiese cegado momentáneamente. Decidió que no usaría una mesa así que con más seguridad fue hasta la barra sentándose a dos sitios de otro hombre.

- Un whisky en las rocas. –Ordenó con voz más fuerte para hacerse escuchar tras los sonidos mezclados. El barman asintió y con manos expertas le entregó su bebida.

Andrei sostuvo el pesado vaso de vidrio unos segundos entre sus largos dedos, luego sus ojos grises se perdieron en el amarillo de la bebida como si esta fuese a darle una respuesta. Cerró los ojos y de un solo trago la bebió, de inmediato el ardor en su garganta se hizo presente y el conocido sabor amargo le llenó la boca, apretó los ojos y movió la cabeza intentando espabilar las sensaciones.

Pidió un whisky más y en el momento en que le entregaban su bebida la voz de al lado se dejó escuchar pidiendo una cerveza, por inercia giró el rostro y sus ojos chocaron con aquel que comenzó su delirio del día. [...] Un ojo de color verde esmeralda tan distinto de su par completamente azul cobalto; Seguramente su expresión estaba desencajada, ¿cómo debería tomar esta coincidencia?

El destino no está escrito sobre bronce o arena, sin embargo es caprichoso y una vez te atrapa en su juego no dudará en convertirte en una pieza de su tablero.


Gracias a quienes leen mi historia, un saludo y espero contar con sus opiniones o sugerencias, son bienvenidas.


Historia de un asesino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora