02:00 am

4.1K 208 3
                                    


-¡¿Estás bien?! - es lo primero sale de la boca de Dean luego del accidente que no terminó siendo un accidente.

-Sí, ¿y tu? - respondo, aunque mi respiración sigue agitada y mis ojos muy abiertos.

- Aparcaré a un lado por un momento, ¿está bien? - dice, y no necesito responder. 

Dean lleva el coche hacia un lado fuera de la carretera y lo coloca en su posición normal, sacándolo de la forma horizontal en la que habíamos quedado.

Ambos nos tomamos un momento en silencio. No quiero que encienda el auto aún, sé que todavía estamos asustados. Podría haber sido mucho peor, podría haberme matado, no tenía puesto cinturón de seguridad; me lo había quitado para poder estirarme mejor y no había dado tiempo a volvérmelo a colocar. Habría salido despedida por el parabrisas si Dean no me hubiese empujado contra el asiento, y claramente eso es algo que está por encima de cualquier pelea que hayamos tenido  justo antes de aquello.

Gracias - digo, mirándolo - por poner la mano, has evitado que me mate.-

- Ha sido puro reflejo, no te preocupes - dice de forma despreocupada.

- De todas formas, gracias. Enserio.

Nos estamos mirando a los ojos. Tiene unos ojos tan azules que no podría dejar de mirarlos ni aunque fuera el mismo diablo en persona. Unos rasgos tan suaves, si no supiera que tiene 19 años, pensaría que tiene menos, ni siquiera tiene barba. Y se me viene a la cabeza la imagen de Dean usando sus lentes oscuros, los que usa casi siempre, que, aunque tapen parte de su rostro, no hacen perder su esencia, siempre está ahí, con su cabello que se torna más dorado cada vez que se encuentra bajo los rayos del sol. 

Y es ahí, bajo la luz de la luna, con las sombras que se forman en el auto, aquellas sombras que vuelven todo tétrico y a la vez hermoso, es allí cuando me doy cuenta de que Dean es, bueno, igual que yo. Siempre lo he visto como el "idiota amigo de mi hermano", totalmente lejano a mi, nada con lo que relacionarnos. 

Pero aquí estamos, a las dos de la madrugada viajando en un auto hacia un pueblo que no conocemos, compartiendo el mismo motivo; Patrick. Y se me ocurre que quizás no sea tan malo, sí es un tarado casi siempre y bromea con cosas que me molestan pero, más allá de eso, se ha montado en un viaje larguísimo para acompañarme a buscar los papeles, he roto su coche y no me ha dejado tirada, le he gritado y mantiene la compostura. Quizás es así... quizás no es tan malo.

Y me fijo en que hemos pasado 3 horas juntos y no hemos dejado de pelearnos y no he dejado de amargarme por todo, y pienso que es mejor llevar el viaje que nos queda de la mejor manera posible, y después de todo, puede que no sea tan insoportable como he creído.

- Lo siento - digo - por todo.

- ¿Por lo de la vaca? Ni lo creas, no es como si la hubieses invocado.

Hace que se me escape una pequeña risa.

- Por todo, por el viaje, por gritarte, he sido una carga desde hace más de tres horas y, se que lo haces por Pat pero, vengo en el combo y todo este tiempo has tenido que lidiar conmigo.

- Descuida, lo haremos mejor desde ahora - dice, mostrando una pequeña sonrisa.

- Y disculpa por decirte en la cara que no me gustas 

- Eso ha roto mi corazón, Margs.

- Lo se.

Ambos reímos.

- Encenderé esta cosa - dice - y llegaremos a donde debemos llegar.

- Abuela Sara, allí vamos.




En sólo una nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora