05:00 am

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El reloj marca las 05:02 cuando Dean estaciona el auto frente al hospital. Lo he apurado como nunca para llegar a tiempo, y espero que estos dos minutos no nos cuesten el seguro.

- ¡Dos minutos no van a hacer la diferencia, Margo! - me grita mientras corre detrás de mi, que estoy yendo hacia las grandes puertas corredizas del edificio.

- ¡Solo corre, ¿quieres?!

Tengo la carpeta amarilla casi totalmente ordenada en la mano; los documentos, recibos, todo está ahí. Llegamos a tiempo, ¿verdad?

Tomo las escaleras para llegar al segundo piso, ya que es más rápido que esperar el ascensor.  O quizás sea el mismo tiempo pero, Dios, estoy apurada.

Cuando llegamos, estoy agitada, pero miro al final del pasillo y veo el escritorio de la secretaria que le corresponde a esta área. 

- Ven, corre. - Le digo a Dean, y literalmente corro los diez metros que me separaban del escritorio. Claramente Dean no corrió detrás de mi y es muy seguro de que esté avergonzado por mi comportamiento pero, bueno, no es él el que debe pagar en caso de que algo salga mal.

Me freno enfrente de la mujer rubia con lentes frente a la computadora, que me mira con los ojos abiertos. Dean llega y se para a mi lado, con una actitud tranquila.

- Vengo a entregar los papeles del seguro - digo, casi sin aliento - No me diga que es demasiado tarde, por favor, hemos tenido que viajar hasta...

- Margo - Dean me interrumpe. - No es tarde.

La secretaria, aún sorprendida por la locura de carrera que hice hasta su escritorio, nos pide los datos de Patrick y los ingresa a su computadora. "El paciente fue ingresado a las 11:17, por lo que si, niña, estás a tiempo" dice, y no se si se está burlando de mi o está preocupada de que si no me aceptara los papeles colapsaría allí mismo.

Hacemos el papeleo, que no tarda más de dos minutos y nos paramos frente a la puerta de Pat.

- ¿Crees que deba golpear? - le pregunto.

- No lo creo. Puede que estén... - Interrumpo a Dean porque golpeo la puerta apenas termino de hablar. Veo que gira su cabeza hacia atrás, como frustrado, pero, hey, lo siento, quiero ver a mi hermano.

Una enfermera a la que no le gusta mucho la idea de visitas a las cinco de la madrugada nos abre la puerta. Al principio no nos deja pasar, no es horario de visitas, pero luego de rogarle nos da cinco minutos para hablar con Patrick, que está consciente, pero no se irá del hospital hasta las ocho de la mañana aproximadamente, cuando llegue el médico de turno para analizarlo por ultima vez.

Cuando entramos, Pat está en la camilla, con el rostro iluminado por un televisor pequeño encendido frente a él. Cuando nos ve su expresión cambia de tranquila a sorprendida. No creo que se esté sorprendido por mi, o por Dean, creo que se sorprende de nosotros dos estando juntos.

- Gracias a Dios, sigues vivo - suelto, mientras me siento en su camilla. Dean se sienta en una silla que esta al lado mio.

- Morir el mismo día de tu nacimiento sería un gran acto, ¿eh, Pat? - Dean lo golpea suave en el hombro, jugando.

- Eh... Disculpen - dice Pat - ¿Que están haciendo aquí?

- Hemos pensado en abandonarte una vez por todas, pero nos ha entrado lástima y te hemos venido a ver - digo.

- Es que.. - dice - no se si el golpe me ha afectado pero, ¿están aquí? ¿juntos? Son las cinco de la mañana, ¿verdad?

Miro a Dean y me está mirando. Tenemos una especie de sonrisa de complicidad en la cara, algo que nunca imaginé que podría pasar. Y al segundo que pienso eso me asusto, porque me doy cuenta de que Patrick está bien, la cuenta del hospital está paga, y el sol está a punto de salir. Lo que sea que nos tenga conectados a Dean y a mi está llegando a su fin.

En sólo una nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora