Capítulo 2

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¿Recuerdan ese perfecto momento en qué la protagonista de su novela rosa se tropieza torpemente con su futuro amor e inmediatamente hay una escena cliché y empalagosa, donde será el primer indicio de su próxima historia de amor?

Pues...

Nunca he sido "fan"  de las historias de amor, y ellas tampoco de mí. Yo soy más de atraer problemas y provocar el desorden, mi apellido es sinónimo de caos. Y por si fuera poco, tenía una maldita mala suerte que me acompañaba hasta al dormir.

Yo tenía una forma singular de enredar las cosas y meter la pata la mayoría de las veces —por no decir todas—.

Y se podía notar, pues mi príncipe azul no chocó mis libros para luego disculparse y ayudar a recogerlos, sonriéndome amablemente. Ni mucho menos me sonrojé y le agradecí por la ayuda.

Ese comienzo de historia de amor solo salió como pudo si tomamos en cuenta mi muy mala suerte. Sí, yo choqué con mi "príncipe azul", mas no de la manera adecuada; digamos que fue un poco más... agresiva.

Si así podía referirme al hecho de que acababa de golpear a un hombre con el parachoques de mi auto.

El cuerpo cayó y lo perdí de vista, abrí los ojos ampliamente tapando mi boca con mis manos. Me apresuré a salir corriendo a la retaguardia del auto con el miedo corriendo por mis venas ante la idea de haber matado a alguien.

En el asfalto estaba un hombre tirado quejándose y sobando su cabeza, se podía vislumbrar un hilo de sangre en un costado de su cara.

Inmediatamente solté un profundo suspiro de alivio, —No estás muerto —balbuceé mientras colocaba mis palmas en mis rodillas y recobraba el aliento perdido.

Él me miró como si estuviera tratando con una desquiciada.

«No estaba muy errado».

—Por poco. ¿Estás loca? Pudiste haberme matado —sus ojos centellearon a la vez que se quejaba del golpe.

Crucé los brazos y lo miré ceñuda.

—Ya, pero no lo hice.

Se levantó tambaleando y parpadeó varias veces antes de mirarme rabioso.

—¿Acaso no sabes conducir? —preguntó alzando la voz. La gente alrededor nos miraba de la misma forma que lo haría a unos locos salidos de algún manicomio.

Abrí mi boca a la vez que entrecerraba los ojos, —Tú fuiste él que se atravesó como un demente. ¿Acaso eres suicida?, ¿o ciego tal vez?

Pasó sus manos por su cabello y los jaló resoplando, —Yo no me atravesé, ¡tú me atropellaste! ¿Sabes qué podría presentar cargos?

Solté una carcajada indignada.

—Quisiera verte intentándolo. Agradece que no abollaras mi auto con tu cabezota.

Se cruzó de brazos y dio unos pasos hasta situarse enfrente de mí, era mucho más alto que yo pero eso no impidió que lo mirara desafiante.

—¿Disculpa? Acabas de atropellarme y, ¿solo te preocupa tu estúpido carro? —alzó una ceja incrédulo.

«¿Estúpido carro?»

Ahora fue mi turno de alzar la ceja.

—Este «estúpido carro» como lo llamaste es un «Audi R8 Spyder» y te aseguro vale más que tu casa —pronuncié de forma desdeñosa.

Secreto Mortal |REESCRIBIENDO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora