Inocente

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Sungkyu y sus elegidos llegaron a la fiesta al punto de las 11:00. Se maniobraron para entrar de una manera tan perfecta y ordenada que parecía que se habían puesto de acuerdo. Sin embargo, todos sabían que no era así. Ese tipo de cosas solo las lograba la magia de Kim Sung Kyu.

Las gente incluso se abría para dejarlos pasar, sabían que tanto Sungkyu como sus muchachos eran intocables. Una vez que eras uno de los de Sungkyu, eras tan deseado e imposible como él.

Caminaron hasta la sala de la casa, donde se encontraba la mesa de los aperitivos, las bebidas y un poco de hielo; donde se reunieron en círculo. Sungkyu miró a Woohyun, quien estaba nervioso, y le guiñó un ojo. Después observó a los demás.

- Jueguen un poco, y a las 12:00 los veo justo aquí - dijo tomando la mano de Woohyun. Se encaminó a la alberca junto con su novio, y se perdió entre la multitud. Pronto se escucharon algunos gritos. Hoya sintió un escalofrío.

Dongwoo caminó hacía la mesa del ponche sin saber que Hoya iba detrás de él. Se sirvió un vaso de manera generosa, que tiró cuando el menor puso una mano en su hombro. Le había sacado un susto de muerte.
- Necesitamos hablar - dijo cuando Dongwoo recuperó la compostura. Frunció el ceño, confundido, y después asintió.
Hoya comenzó a caminar entre la muchedumbre seguido por el mayor hasta encontrar una puerta, que al abrirse, mostraba la habitación de algún miembro de la familia del anfitrión de la fiesta. Específicamente, en base a la vista al cuarto, el aposento de la hermana menor.
Sin llegar a demasiados detalles, estaba decorada como para una verdadera princesa, según los pensamientos de Dongwoo, quien no pudo evitar acariciar la rana de felpa que descansaba sobre el escritorio. Hoya, mientras tanto, cerró la puerta con seguro.
- ¿Qué sucede? - preguntó el mayor, ya con el peluche en brazos.
- ¿Qué haces aquí? En la fiesta, con Kim Sung Kyu... yo... eres... ¿de los suyos? - atinó a decir.

Dongwoo sintió como su alma salía de su cuerpo y volvía a meterse para ayudarlo a contestar dicha pregunta, de la cual, ni siquiera tenía una respuesta concreta. Ser...¿de los suyos? ¿A que se supone que se refería con eso? No es como si hubiera firmado un acuerdo o algo así. Simplemente había sucedido de esa manera, si es que algo había sucedido.
Recordó entonces aquella salida con Sungkyu, la forma en que sonreía, la manera en que su mirada lo hacía delirar, el montón de frases ininteligibles que soltó cuando Sungkyu le habló de estar juntos por siempre.
Lo peor vino a su mente después, Sungkyu acariciando la mejilla del menor con tanta ternura, diciendo cosas sobre ser seres iguales y manteniendo, nuevamente, esa mirada traspapelante. Llevándolo al tope. Viendo todo de si. Recordó la forma en que todo aquello lo hizo sentir, la sensación de sentirse especial e importante, de sentir ser alguien. Y entonces lo supo, que en aquel momento, había firmado un pacto con el diablo, o al menos con uno "de los suyos".

Miró a Hoya, que aún esperaba su respuesta mientras fruncía el ceño en señal de confusión, pero solo atinó a decir:
- No lo sé... solo... sucedió de esa manera -
- De esa manera... - susurró pensativo, dio tres pasos, y quedó tan cerca de Dongwoo que casi podía sentir su respiración entrecortada. Como luchaba por que su acompañante no notara el nerviosismo que destilaba su persona. Pero, obviamente, él ya lo había notado. - Y entonces... ¿qué pasará con nosotros? -
- ¿Nosotros? - se quedó sin aire - No hay algo como un "nosotros". -
- Ah...¿no? - puso una mano en su mejilla, acariciándola. Dongwoo sintió un escalofrío tan intenso que casi lo hizo echarse para atrás. Cerró los ojos fuertemente, sintiendo como Hoya besaba la otra mejilla, como respiraba en su oído, y posteriormente, como degustaba el lóbulo de su oreja. Y por poco todo se viene abajo cuando lo mordió. Presionó sus labios, tratando de controlar su deseo, y de un momento a otro, cuando ya no pudo mas, lo besó, perdido en el hechizo de su acompañante.

Como por arte de magia, las manos de ambos cuerpos comenzaron a recorrerse, trazando caminos, encontrando otros nuevos. Descubriendo rincones desconocidos, fueron acercándose a la cama de la princesa y Dongwoo fue recargado en ella. La pobre rana quedó olvidada en la alfombra, sintiéndose falta de cariño, mientras que los otros comenzaban a sentirse acalorados. O al menos eso sintió el menor, que ni tardo ni perezoso comenzó a deslizar la camisa de su hyung fuera de su lugar.

Woohyun se encontraba perdido en medio de tanta gente. Hacía mas de media hora que no lograba ver a Sungkyu por ningún lado y eso comenzaba a preocuparle. Y sus malos pensamientos no hicieron nada mas que crecer cuando tampoco encontró al resto de los del grupo. No era que estaban juntos, ¿o si?
Sin embargo, para desgracia de Woohyun, su novio se encontraba mejor que nunca, pues había decidido al siguiente elegido. Era un chico de altura notable, incluso mas alto que su propio hyung, pero de mucha menor edad. No sabría decir cuantos años en realidad, pero si que tampoco era para tanto. Sungkyu suspiró, era la hora.
El susodicho, estaba en medio de una gran bola de hombres mucho mas fuertes que él, siendo la mascotita de la fiesta, quienes danzaban a su alrededor lanzado comidas y bebidas para manchar su ropa nuevecita. Sungkyu atravesó y lo cubrió, de modo que para cuando los demás se dieron cuenta de su presencia ya estaba completamente mojado. Los jóvenes asustados de haber cometido el error mas grande de su vida, que podría significar su ruina social, rápidamente se apartaron. Pero Sungkyu ni siquiera los notó, pues estaba mirando a una sola persona. A Lee Sung Yeol.

Los Elegidos de Kim SungKyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora