Perseverante

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Myungsoo colocó la rosa en la tierra y una lagrima cayó sobre ella. La caja fue puesta en el agujero y la tierra comenzó a caer, casi al mismo tiempo que las lagrimas de Kim Myung Soo. Rodeó su cuerpo con sus propios brazos y soltó un sollozo al mismo tiempo que cerraba los ojos. Ya esta. Ya estaba muerta. Y no había nada que pudiera hacer para que ella viviera. Ni siquiera por 1 segundo más.
El chico caminó sin rumbo fijo y se sentó bajo la sombra de un árbol, mirando hacía el cielo se sintió confidente, y entonces pensó en lo difícil que era encontrar a alguien que te hiciera sentir tan vivo como se había sentido con ella, alguien que te hiciera pensar que la vida en realidad si era un regalo del cielo. El mismo cielo que ahora le estaba arrebatando a su amada.

Tomó un puñado de tierra y luego la soltó. Repitió el procedimiento hasta que la mano le quedó negra y luego, cuando ya no supo que hacer con tanta mugre se limpió en su pantalón. Ojalá pudiera embarrar su tristeza en el pantalón, pensó. Pero luego al mirar su mano, se dio cuenta de que no sería suficiente.

Tomó la guitarra, y caminó tanto que después de un rato lo único que sus ojos captaban eran árboles, y mas árboles. Se había internado en el bosque. Miró al cielo, que era atravesado por miles de hojas y ramas, todas de diferentes tamaños, no había ni un solo rayo de sol que pudiera filtrarse por ahí. Posó su vista nuevamente en la guitarra, la cual descansaba pendiente de su mano derecha. La alzó en el aire, y luego la hizo romperse contra el tronco de un árbol.

- Pudiste simplemente venderla si no la querías. -

Myungsoo brincó asustado y Sungkyu soltó una risita macabra. Que susto le había sacado.

- ¿Te conozco? -
- No, pero podrías hacerlo -

Myungsoo rodó los ojos, claramente no estaba de humor para bromitas. Miró al cielo y resopló.

- ¿Necesitas ayuda? - agregó Kyu - Tal vez para llegar a casa -.
- Necesito que me dejes solo, ni siquiera te conozco -
- Soy tu vecino, ¿recuerdas? -
- Claro que no - inquirió pensativo.

Pero luego el recuerdo vino a su memoria. Ellos solían ser amigos, iban a los columpios y comían en la casa del otro. La madre de Sungkyu hacía unas palomitas maravillosas. Miró su vestimenta, seguramente había venido con su madre al entierro. Habían dejado de ser amigos una temporada, cuando Sungkyu se convirtió en el chico con onda del colegio. A Myung no le interesaban esas cosas, la popularidad le parecía tan efímera y vanal como la política, a pesar de que su padre era senador por estos años, y seguramente quería que su hijo se dedicara al mismo negocio. Pero eso al pelinegro no le parecía interesante, casi nada, a decir verdad. No le gustaba literatura ni matemáticas, a pesar de ser muy bueno en las últimas. A Myungsoo le gustaban las cosas sencillas, le gustaba la fotografía. Amaba observar el cielo en busca de nuevos paisajes para capturar, algunos gatos callejeros con alma de dioses y a veces, su amigo Sungjong, quien resultó ser un excelente modelo.

Sungkyu soltó una risa traviesa y dio un paso hacía su amigo.
- Vamos, te compraré algo de comer-

Los Elegidos de Kim SungKyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora